lunes, 28 de febrero de 2011

DOS AÑOS.


Amistades mías:
Reciban mis más efusivos saludos y mis mejores deseos.

Hace dos años inicie la “aventura” de tener una bitácora (blog) propia, espacio en el que me he permitido hablarles de algunos de mis intereses y preocupaciones.
Esta “aventura” no ha sido siempre venturosa, pues he de confesar que mantener el ritmo de una entrega por semana, en forma ininterrumpida, resultó, en muchos momentos, bastante estresante. Aún así, el placer de escribirles siempre ha sido mayor.
Sé que en relación a las entregas he tenido muchos altibajos, pero que les quede claro que siempre he dado lo mejor de mí, en esta tarea de compartir con ustedes la información que manejo, las opiniones que tengo y, sobre todo, las ganas de compartir con vosotros este espacio.
Ahora, dado que son dos años sin tregua, me tomare algún tiempo de reflexión, con la intención de volver recargado a las andadas.
Para no cansarlos con mis monsergas, les dejo una compilación de algunas de las que yo considero mis mejores entregas, disfrútenlas:

Lunes 23 de marzo del 2009: VIAJE A TRAVÉS DE LOS SEXOS.

Lunes 27 de abril del 2009: SOBRE EL RELATIVISMO.

Sábado 16 de mayo del 2009: GÉNERO Y PAREJA.

Lunes 15 de junio del 2009: MORIR.

Domingo 12 de julio del 2009: ¿RESPETO O TOLERANCIA?

Lunes 17 de agosto del 2009: LA ABOLICIÓN DEL MATRIMONIO.

Lunes 31 de agosto del 2009: LAS OPINIONES NO SE RESPETAN.

Lunes 19 de octubre del 2009: LA PRÁCTICA SEXUAL.

Lunes 16 de noviembre del 2009: EL AMOR EN OCCIDENTE.

Lunes 8 de febrero del 2010: VARIACIONES DEL CUERPO.

Lunes 22 de marzo del 2010: LA LÍNEA DE LA BELLEZA.

Lunes 29 de marzo del 2010: MITOLOGÍA CRISTIANA.

Jueves 15 de julio del 2010: DE LIBERALES Y NEOLIBERALES.

Viernes 23 de Julio del 2010: DE SOCIALISTAS Y PSEUDO SOCIALISTAS (O SOCIALISTOIDES).

Lunes 23 de agosto del 2010: EL PRIMER MOVIMIENTO HOMOSEXUAL.

Lunes 6 de setiembre del 2010: DIVERSIDADES DE GÉNERO.

Martes 12 de octubre del 2010: BREVE HISTORIA DEL MOVIMIENTO LÉSBICO.

Martes 26 de octubre del 2010: DIVERSIDADES FAMILIARES.

Martes 1 de febrero del 2011: ORIGEN HISTÓRICO Y SOCIAL DE LA FAMILIA OCCIDENTAL.

Martes 22 de febrero del 2011: JUVENTUDES ENDIOSADAS.

Se despide, por un tiempo, su amigo uranista.

Ho.

martes, 22 de febrero de 2011

JUVENTUDES ENDIOSADAS.


Queridas amistades:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.

A raíz de las revueltas que se están dando en el norte de África, me encontré (una vez más) con varios artículos que exaltaban a la juventud (a razón de que un sector importante de la población que se rebelaba contra sus gobiernos tiránicos, eran, en números más que notable, jóvenes).
Más la exaltación a la juventud difícilmente obedece, a que este grupo etáreo sea, por si mismo, excepcional o a que sus meritos merezcan particular encomio.
Claro está que son innegables los aportes y el protegonismo   de la juventud en las sociedades contemporáneas (principalmente en occidente), así, dicho protagonismo tuvo su pico más alto en la “rebelión generacional” de 1968 (pero una cosa es reconocer esos aportes y protagonismos y otra cosa es glorificarlos y/o endiosarlos).
Si del protagonismo juvenil se trata, este no se sostiene en algún rol social, que aquel grupo etáreo haya producido por sí mismo, sino, más bien, en un papel construido y asignado por el propio sistema (que luego las juventudes se empoderaran de su rol y lo transformaran, es otro cantar).
En consonancia, la fase juvenil fue un invento de la capitalista sociedad industrial, fase que se formo, progresivamente, a partir de la creación de sendas instituciones (la educación secundaria y superior, el servicio militar obligatorio, diversas asociaciones civiles, el mercado del “ocio”, etc.).


Pero de todas las instancias sociales que acogieron el recientemente inventado grupo etário juvenil, ninguno se beneficio tanto como el mercado del consumismo capitalista.
Dicho mercado capitalista extendió su influencia en la sociedad, poniendo a disposición de las juventudes, no solo crecientes posibilidades formativas (entre las que destacan las promovidas por negocios de educación privada), sino, también, una vasta serie de bienes y espacios de consumo (bienes y espacios ofertados por empresas comerciales capitalistas).
De todo aquello fue emergiendo, paulatinamente, una nueva “cultura juvenil”. Ciertamente esta “cultura juvenil” doto a las juventudes de cierta conciencia sobre su particularidad y ello, conllevó, inevitablemente, a que muchas y muchos jóvenes se empoderaran de su estatus “privilegiado” (e, innegablemente, dicho empoderamiento devendría, con el tiempo, en una cultura política juvenil).
Sin embargo, no se puede negar tampoco, que fue el sistema burgués capitalista, quien dio pie a que emerja dicha “cultura juvenil” y que, además, permita su existencia.
Fuera de la capitalista sociedad industrial, ninguna otra sociedad o cultura del orbe práctico algo similar a la exaltación o al endiosamiento de la juventud y ni siquiera tuvieron algo que se aproximara, de algún modo, a una “cultura juvenil”.
Más aún, si de privilegiar un periodo etáreo se trataba, en todas las sociedades agrarias era la adultez e incluso la ancianidad, la etapa etérea considerada como principal (anótese que en estas sociedades se pasaba directamente de ser menor de edad a ser mayor o adulto).
Esta principalía de la adultez o la ancianidad no era gratuita, pues en las sociedades agrarias las economías se sustentaban en la acumulación de saberes y conocimientos, acumulación que solo se obtenía con la experiencia aprendida a lo largo de toda la vida (verbigracia, el aprendizaje de las épocas más propicias para la siembra, la cosecha, etc.).
Con el establecimiento de la capitalista sociedad industrial, también hubo razones económicas para privilegiar al grupo etáreo juvenil.
Si la capitalista sociedad industrial se decanto por el sector juvenil de la población, fue porque, entre otras cosas, este le resultaba más maleable y resistente que el resto de la explotación. Al respecto, durante el siglo XIX, entre las muchas cosas que pueden ser tomadas en cuenta, se tiene que la producción industrial, además de altamente tecnificada, era básicamente pesada, mientras que las clases proletarias, además de trabajar sin ningún tipo de beneficios, cumplía con jornadas laborales de 16 y hasta 18 horas diarias (inclusive hoy las juventudes demuestran mayor capacidad de aprendizaje y adaptación a la tecnología y resultan más resistentes al trabajo pesado que la población adulta y, sobre todo, la anciana).
Queda claro entonces, que bajo la capitalista sociedad burguesa, hay razones sociales y económicas para “privilegiar” al grupo etáreo juvenil, situación que fue justificada por la intelectualidad burguesa al servicio del sistema capitalista (inclusive la exaltación de la juventud llegó a calar en filósofos críticos del sistema, de la talla de Sartre, Marcuse, etc.).


En el presente, lo que resulta prácticamente desconcertante, es que desde sectores aparentemente progresistas y contestatarios también se exalta a la juventud a niveles de endiosamiento.
Verdaderamente no existen razones objetivas, para elevar a un grupo humano por encima de otro. Eso es sencillamente discriminación.
Privilegiar a la juventud a razón de sus capacidades particulares, no resulta distinto a privilegiar a una determinada clase social por tener mayor poder económico, a ensalzar a una determinada raza por su apariencia física, a encumbrar un determinado sexo por su mayor fuerza física, a imponer una determinada preferencia sexual por su capacidad reproductiva, etc.
La exaltación o endiosamiento de la juventud no es sino una expresión más del sistema de poder y de dominación patriarcal y burgués. Por lo tanto, la exaltación o el endiosamiento de la juventud de ninguna manera equivale a ser progresista o contestatario.
Exalta o endiosar a la juventud es solo una nueva forma de discriminación, que privilegia a un grupo etáreo en particular por encima de otros grupos sociales basados en la edad (indudablemente la forma más acabada de esta nueva forma de discriminación, se manifiesta a través de los elevados niveles de negativización y marginación, a los que se viene sometiendo al grupo etáreo ancianil).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: chtjugtmadrid.es
2. Foto tomada de: infopaci.com.ar

miércoles, 16 de febrero de 2011

EL CONSERVADURISMO, LO NATURAL Y LO NORMAL.


Queridas amistades:
Reciban mis saludos y parabienes.

En cualquier realidad histórica y social del mundo, se pueden encontrar sectores sociales resistentes a los cambios y transformaciones de la sociedad.
Esta resistencia se manifiesta de diversas formas en cada sociedad y cultura. Así en occidente, esta resistencia, que tiene sus características singulares y particulares, es conocida como conservadurismo, que, entre otras cosas, es una corriente social que cuenta con planteamientos específicos, como el de conservar el statu quo imperante o el de promover dicho conservacionismo.

Este conservadurismo, que se manifiesta tanto a nivel colectivo como individual, implica que tanto las personas conservadoras como los grupos conservadores asuman que sus particulares situaciones y circunstancias sociales sean válidas y legítimas para todo el mundo.
Ciertamente no es un problema que el conservadurismo asuma sus particulares situaciones y circunstancias sociales como válidas y legítimas. El problema radica en que se considere que todo el mundo se pueda plegar, sin ningún tipo de problemas, a las preferencias, opciones y estilos de vida promovidos por el conservadurismo.
Tanto las personas conservadoras como los grupos conservadores, directa o indirectamente no conciben que haya individuos o grupos sociales que no puedan o no quieran asumir como propias las preferencias, opciones y estilos de vida promovidos por las y los conservadores.
La lógica a la que responde esta concepción es bastante chata y simplista: si las preferencias, opciones y estilos de vida conservadores son válidos y legítimos, es imposible que, de uno u otro modo, las personas o sus colectivos no puedan asumirlos como propios.
Sin embargo la propia realidad, a través de su vasta diversidad social y cultural, se encarga de demostrar que la concepción conservadora no solo no se practica, sino que, además, su práctica es realmente inviable. Así, la existencia y persistencia en el tiempo de una gran variedad de manifestaciones humanas y sociales, dentro de la mismísima sociedad occidental, prueba, contundentemente, que la pretensión conservadora de uniformizar las preferencias, opciones y estilos de vida, no se ha logrado (a pesar de los muchos intentos que se hicieron en ese sentido) y nunca se podría conseguir.
Obviamente el conservadurismo, que no reconoce la valides y legitimidad de las diversidades, busca imponerse siguiendo diversas estrategias.
Una de ellas es la apropiación de ciertos criterios sociales, que permiten reforzar sus posiciones de poder. Dentro de esos criterios sociales que el conservadurismo hace propios se encuentran el de lo natural (de antiguo origen religioso) y el de lo normal (de origen matemático estadístico).
De dichos criterios sociales, que se encuentran bastante extendidos en la sociedad occidental, se vale el conservadurismo para validar, legitimar y universalizar sus particulares preferencias, opciones y estilos de vida.
Cabe precisar que la mencionada extensión del uso de los criterios de lo natural y lo normal, se refiere a que ellos no son privativos del conservadurismo, pues los criterios de lo natural y lo normal son utilizados por diversos grupos sociales, aunque no siempre con el mismo sentido.

Así, el criterio de lo natural es usado por grupos religiosos (los cristianos), políticos (los liberales) o científicos (los naturalistas), mientras que el criterio de lo normal es usado por grupos científicos (matemático estadísticos), pseudocientíficos (pseudocientíficos sociales) o populares.
Ahora, si la diversidad de usos de los criterios de lo natural y lo normal no es un problema para el conservadurismo, es porque al no fijarse una definición clara de tales criterios, las y los conservadores manipulan los diversos sentidos de acuerdo a sus intereses.
Al respecto, cuando el conservadurismo usa el criterio de lo natural en relación a la familia, se aproxima al sentido liberal del término (familia natural = derecho natural) y si se refieren a la diversidad sexual, se aproximan al sentido naturalista (sexualidad natural = mundo natural). En cuanto al uso del criterio de lo normal, el conservadurismo, en relación a las preferencias, opciones y estilos de vida conservadores, se aproxima al sentido popular.
Y si del pasado se trata, los criterios de lo natural y lo normal, no han permanecido inmutables a lo largo de toda la historia de occidente.
Así, lo natural, para la sociedad romana esclavista, estuvo relacionado con lo moral y lo filosófico, para la sociedad feudal europea era equivalente a lo sagrado y para la sociedad burguesa decimonónica era lo propio de la naturaleza. Para la sociedad cristiana medieval, lo natural era lo establecido por el dios cristiano, mientras que para la sociedad burguesa, lo natural es lo originado en la naturaleza. Para el discurso científico decimonónico, lo natural definió una esencia, que, se supone, caracterizaba a todo ser o cosa.
Por su parte, el criterio de lo normal, fue asumido por la sociedad euroccidental decimonónica como un criterio social que fungía de instrumento de control de lo que se consideraba como válido o inválido, legítimo o ilegítimo. Dicha situación derivo, finalmente, en una obsesión social por lo normal, por lo que se considerara socialmente como normal.
Con anterioridad al siglo XIX, ninguna sociedad o cultura manifestó dicha obsesión, más aún, en sociedades de castas o de estamentos o en sociedades panteístas, donde, si bien los grupos sociales eran cerrados y inamovibles, no había mayor preocupación por lo normal, ya que al interior de una misma sociedad coexistían múltiples y diversos modelos sociales.

Dicho criterio de lo normal tampoco ha permanecido inamovible e inmutable a través del tiempo, así, en los estudios científico sociales pioneros, en un primer momento, lo normal refrendó, acríticamente, lo registrado por las y los estudiosos e investigadores en general.
Posteriormente, en un segundo momento, ante el reconocimiento y validación, de una gran variedad de prácticas humanas y sociales, claramente distinguibles de las practicadas por los occidentales, las y los estudiosos e investigadores en general tuvieron que extender y ampliar, los parámetros de aquello que consideraban como normal, por lo que tendieron a “normalizar”, hasta cierto punto, la diversa variedad de prácticas socioculturales (distintas a las burguesas y occidentales).
Para finalizar, lo natural y lo normal, en tanto criterios sociales, obedecen a una lógica binaria de inclusión/exclusión, donde lo socialmente válido y legítimo es lo natural y lo normal, mientras que lo inválido y lo ilegítimo es lo antinatural o contranatural y lo anormal. Necesariamente estos criterios incluyen y excluyen, pues si algo es natural y normal, hay otro algo que es antinatural o contranatural y anormal.
El mayor problema radica en que, es el conservadurismo el que refrenda, valida y legitima tales criterios sociales (el de lo natural y el de lo normal). Al margen del conservadurismo, es improbable que el uso de tales criterios sociales, en relación a las diversidades humanas y sociales, no generen, indefectiblemente, exclusión social. Por esta razón, hace ya un buen tiempo, se han excluido tanto de la política (por lo menos de la progresista), como de las ciencias sociales (por lo menos de sus sectores más serios), los criterios de lo natural y lo normal.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Foto tomada de: crumiller.com
2. Foto tomada de: torrevieja.com
3. Imagen tomada de: sid-garden.blogspot.com

jueves, 10 de febrero de 2011

EL AMOR NO DISCRIMINA.


Queridas amistades:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.

En el Perú, desde el 2003, se celebra una acción pública y política, organizada por un colectivo de lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, la Red Peruana TLGB, en el día del amor y la amistad, el 14 de febrero: la acción conocida como “EL AMOR NO DISCRIMINA”.
El uso de la fecha 14 de febrero no es gratuito, pues el activismo LGBT utiliza una celebración posicionada por las empresas comerciales, para resignificarla y apropiarse de ella. Así, el amor toma una nueva dimensión y deja de ser mercantilista y exclusivamente heterosexual, para convertirse en subversivo, en diverso, en universal, en humano.


En este día, además de reivindicarse el respeto a las diversas formas de amar y expresar afectividad, se incide en el derecho de cada persona, con independencia a su preferencia sexual y/o genérica, a mostrar en público sus afectos, sin ser sujeta de discriminación y/o violencia.
Esta actividad, “EL AMOR NO DISCRIMINA”, lleva al ámbito público, demostraciones afectivas que se supone, según la mirada conservadora de la sociedad occidental, son parte del ámbito privado (demostraciones afectivas como tomarse las manos, abrazarse, acariciarse o besarse). Por lo tanto, “EL AMOR NO DISCRIMINA” tienen por objetivo principal, que las demostraciones afectivas diversas (condenadas, por la discriminación y la marginación, a la invisibilización y la ignominia), sean reposicionadas en un espacio donde pueda reconocérselas en plan de igualdad con las demostraciones afectivas heterosexuales (que de paso son claramente públicas y notorias).
Este reposicionamiento de los afectos en el ámbito público adquiere, así, un cariz político, pues al ser la población lésbica, guei, bisexual y transgénero discriminada y marginada, se ve “expulsada” de los espacios públicos y su vida se ve escindida entre lo que muestra en público (una apariencia heterosexual) y quien es en privado (una persona lesbiana, guei, bisexual o transgénero).

La apropiación del espacio público visibiliza a lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, mientras que las demostraciones públicas de sus afectos, cohesionan e integran sus vidas como una unidad, un todo. En consecuencia, tanto el empoderamiento del espacio público, como el accionar e interaccionar en ese mismo espacio, conjuntamente convierten a lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros en actores sociales.
Como actores sociales, las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros se empoderan de su ciudadanía, todo lo cual tiene un marcado sentido político, pues el ejercicio de la ciudadanía no es otra cosa que un ejercicio politico.
Para más, la acción pública y política del amor no discrimina ha venido ganando relieve con los años, al grado de convertirse en una actividad representativa de la población LGBT no solo limeña, sino también nacional. Su relevancia ha llamado la atención tanto de la prensa como de la televisión. Al respecto, en la prensa escrita, pasó de ser una nota marginal en pasquines populares a ser noticia importante en los principales diarios del país y en televisión, pasó de ser una mención curiosa y anecdótica, a ser objeto de sendos reportajes en los noticieros y programas dominicales.
En este año, atendiendo al contexto politico electoral actual (en el que varios grupos políticos en carrera a la presidencia y al congresos han ofrecido uniones civiles y hasta matrimonios a la población LGBT), “EL AMOR NO DISCRIMINA” se centra en una boda simbólica colectiva, que repite la experiencia del año anterior y que apunta a la reivindicación del derecho que tienen todas las personas, con preferencias sexuales y genéricas no heterosexuales, de acceder a una figura jurídica que legitime sus uniones afectivo sexuales.


La particularidad de la boda simbólica de este año, es que dicha acción pública y política se ha descentralizado, ya que se celebra, en simultáneo, en dos ciudades del país, a saber: Iquitos y Lima (ciudad última donde además, se contara, por primera vez, con el acompañamiento de la máxima autoridad de la capital, la alcaldesa en funciones Susana Villaran).
Participemos todas y todos, lesbianas, gueis, bisexuales, transgéneros y demás diversidades sexuales y genéricas, en esta gran acción pública y política, acompañemos esta festiva celebración y sintámosla nuestra. Se les espera el 14 de febrero en Lima, en el parque del amor a las 6 de la tarde y en Iquitos, en el Boulevard - Malecón Tarapacá a las 5 de la tarde.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Afiche de "CHERL”, agrupación de la Red Peruana TLGB.
2. Logo de la Red Peruana TLGB. Tomado de: redperuanatlgb.org
2. Afiche de la Red Peruana TLGB para la actividad en Lima.

martes, 1 de febrero de 2011

ORIGEN HISTÓRICO Y SOCIAL DE LA FAMILIA OCCIDENTAL.


Amistades mías:
Les saludo y les envió mis mejores deseos.

De tiempo en tiempo se escucha hablar a los grupos conservadores (encabezados por las iglesias cristianas) acerca de la defensa de la familia. En dicha defensa se arguye que la familia (lo que el conservadurismo considera como familia), es de origen natural, es decir, que su origen se halla en la naturaleza (en el extremo, las iglesias cristianas le agregan in origen divino). En tal caso, siendo natural (y divina) la familia deviene en intocable e inmutable.


Sin embargo, un simple acercamiento comparativo con otras sociedades y culturas y con otras épocas de la historia, echa por tierra esos endebles postulados, pues el acercamiento a otras sociedades y culturas y a otras épocas de la historia nos lleva a encontrar que los modelos familiares varían sustancialmente y, más aún, varia también aquello que se considera como familia (la noción de familia).
Siendo así, y para salvar puentes ante la mencionada diversidad, se define aquí como familia a una unidad de convivencia humana.
En este marco referencial, se encuentra que lo que en occidente se considera como familia tradicional, es, a todas luces, un modelo social que no tiene parangón en la naturaleza.
Al respecto, mientras el modelo de familia tradicional o hegemónica en occidente es el nuclear, por limitarse sus miembros a un mínimo básico (un padre, una madre, un hijo y/o una hija); en la naturaleza, los animales mamíferos o viven en manadas o viven en solitario (y el tipo nuclear es inexistente).
Históricamente, el modelo predominante de familia, en casi todas las sociedades premodernas y agrarias, ha sido (y aún es) el extenso., es decir, un grupo conformado por varios miembros con diversos grados de parentesco (desde el punto de vista occidental, abuelas y abuelos, tías y tíos, primas y primos, sobrinas y sobrinos, etc.).
Ahora, dentro del modelo familiar extenso se puede considerar varios subtipos, ya que las formas de organización familiar han sido, indudablemente, innumerables.
Así, mientras que en occidente el vínculo parental principal es la relación de alianza (el matrimonio), en otras sociedades y culturas el vínculo principal fue la relación de filiación y, en ciertos casos, la de fraternidad. Y si de casamientos se trata, se encuentran no solo monogamias, sino, también, poligamias, poliandrias, etc. Por su parte, si de filiación se trata, se hayan familias, patrilineales, matrilineales, con ambas líneas de descendencia, etc.
En consecuencia, la generalización de un único modelo familiar, ignora, por completo, que toda familia tiene un origen estrictamente histórico y cultural.
En el caso de la familia nuclear, esta agrupación surge, tal como la conocemos en el presente, a consecuencia de las transformaciones socioculturales acaecidas, en occidente, en los últimos tres siglos (esto en gran medida implica, que si bien en el pasado, especialmente en la época medieval europea, existieron tipos familiares parecidos o similares al nuclear, estos no se correspondían ni con las estructuras sociales, ni con las circunstancias históricas, propias del modelo de familia nuclear occidental).
Es recién a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que se asienta, definitivamente, el modelo de familia nuclear que, en el presente, rige, hegemónicamente, en la sociedad occidental (todo esto conlleva, al hecho histórico y cultural de que en una misma sociedad, en una misma cultura, pueden convivir, conjuntamente, distintos modelos de familia, aunque solamente uno de ellos es el que se erige como modelo hegemónico).
Para el siglo XIX, en occidente, se acentúa un trascendente proceso de cambios sociales y económicos (iniciados en Inglaterra, en el siglo XVIII), conocidos como “Revolución Industrial”.
Dichos cambios se caracterizaron, por el desarrollo equilibrado y conjunto de algunas economías occidentales, en sus distintos ramos: el industrial (agricultura, textilería, siderurgia), el comercial y el financiero.
Ello coincidió, en parte, con un incremento demográfico en el occidente europeo, resultado de la reducción de las tasas de mortalidad, del crecimiento de la producción agrícola y ganadera, de la mejora en los niveles de vida y a cierto progreso económico bastante extendido en occidente.
La articulación de este crecimiento económico y humano, se produjo a través de la concentración, paulatina y continua, de la economía, en ciudades que fungieron de grandes centros industriales, comerciales y financieros, los cuales se convirtieron, prontamente, en polos de atracción migratoria para una gran cantidad poblacional, proveniente del campo y de otras ciudades menores (e incluso de otros países).
El notable crecimiento de estos centros económicos (industriales, comerciales y financieros), atrajo a un número cada vez mayor de pobladores, pues migrar a tales lugares, suponía la posibilidad, o la esperanza, de mejorar las previas condiciones de vida.
Más el desarraigo consecuente, rompió con los antiguos y tradicionales vínculos sociales y familiares. Miles y miles de personas, de diversas clases sociales, se encontraron solas, en medio de aquellos grandes centros económicos, lejos de sus familias y sus terruños, teniendo que rehacer, prácticamente de la nada, sus vidas.
Para reorganizar su existencia nueva, en los mencionados centros económicos (industriales, comerciales y financieros), los migrantes recurrieron a aquellos referentes tradicionales, que, en su nueva situación, aún les eran viables (matrimonio, descendencia, etc.), estableciendo, así, vínculos familiares acordes con sus nuevas posibilidades sociales y económicas.


Aquí es que recién el matrimonio, se torna la relación fundacional de la familia, ya que dicho unidad de convivencia se iniciaba tras el matrimonio de dos migrantes desclasados (antes de la revolución industrial, en la Europa feudal, el principal vinculo familiar había sido el de la filiación).
Aparecíó, así, una nueva agrupación familiar, la conformada, únicamente, por un matrimonio y su descendencia inmediata (hijas y/o hijos), la familia nuclear característica de las sociedades industrializadas de occidente.
Se deduce, entonces, que no solo el modelo familiar nuclear, difícilmente puede ser atribuido a otras realidades sociales, económicas e históricas, sino que, además, no es, de ningún modo, natural o divino (como pretenden hacernos creer los grupos conservadores y las iglesias cristianas).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: scn.org
2. Imagen tomada de: encantadablog.blogspot.com

martes, 25 de enero de 2011

MARICAS, MARICONES.


Queridas amistades:
Les saludo y les envió mis mejores deseos.

En estos últimos días, en el Perú, las declaraciones de varios jerarcas de la iglesia católica sobre el matrimonio y las uniones civiles entre personas del mismo sexo, han sido bastante homofóbicas.
En este contexto, como un hecho curioso, uno de los prelados, en sus declaraciones, hizo una observación lingüística que no tardo en generar polémica. Las palabras del obispo emérito de la diócesis de Chimbote se referían, a la forma en que las gentes deben referirse, a aquellas personas que gustan y se relacionan sexual y afectivamente con personas de su propio sexo.

Las palabras exactas del prelado católico fueron: “…porque hablan tanto de gay, gay, gay, hablemos en castellano, en criollo, maricones, así se dice…”.
Estas declaraciones, para muchas gentes, entre heteros y homosexuales, eran supuestamente ofensivas, pues dicho término (maricones) había sido usado en sentido peyorativo y, además, dicha palabra tenía un sentido despectivo, denigrante.
De lleno discrepo con estas apreciaciones, pues, sin defender al obispo chimbotano, no percibí que esta declaración se haya vertido con intenciones injuriantes. Más aún, el uso de la palabra maricón por parte del prelado, se hizo bajo un argumento que utilizan varios activistas varones homosexuales, para reivindicar el término marica: la reivindicación de la lengua española.
Particularmente si considero que lo dicho por el obispo católico era discriminatorio, pero lo era porque en su visión no se contemplaba el derecho que tienen las gentes a la auto denominación, a que se reconozca como válida y legítima la forma en que quieran ser tratados y reconocidos.
En tal sentido, es innegable que un sector importante, quizás mayoritario, de la población homosexual varonil, se identifica con el anglicismo “gay” (dicho sector poblacional se autodenomina y quiere ser denominado como “gay”).
Bajo esa premisa, ninguna persona, por más jerarca eclesiástico que sea, tienen derecho a imponer a las gentes, como deben o tienen que autodenominarse o ser denominados (eso más bien resulta una postura patriarcal, autoritaria y fascistona).
Ahora, en relación al término maricón, este no es más que el superlativo del término marica. Así, comparativamente, se encuentran los siguientes superlativos: de hombre: hombrón, de mujer: mujerón, de ballena: ballenón, de cabro: cabrón, de camioneta: camión, de marica: maricón, etc. En consecuencia, tanto el término marica como el de maricón (y sus plurales maricas y maricones), tienen, filológicamente hablando, el mismo sentido originario.
Dicho sentido, a lo largo de la historia ha variado notablemente. Al respecto, en la lengua española, hasta el siglo XVIII, el término marica designaba a las personas afeminadas o transvestidas. Para el siglo XIX, bajo un proceso de feminización de la homosexualidad, el término marica, en el habla española, paso a designar a las personas homosexuales (en este contexto es que se empezó a considerar que la persona homosexual era necesariamente afeminada o transvestida y que todo afeminado o transvestido era indefectiblemente un homosexual).
Mas en la polémica arriba mencionada, muchas gentes recurrieron a los diccionarios, especialmente al de la RAE, para “demostrar” que el termino maricón no significaba homosexual o gay, sino cobarde, pusilánime, apocado, etc.
Dichas gentes no toman en cuenta que los diccionarios en general, tan solo son referenciales y de ninguna manera son la última palabra en cuestión de definiciones. Más aún, las definiciones de los diccionarios son, en la mayoría de los casos, bastante elitistas, ya que, en muchos casos, no consignan definiciones comunes, populares o vulgares.

Ello sucede con el término marica, que, en sus orígenes, era el diminutivo del nombre femenino María. Entonces, a nivel popular, en lengua española, dicho nombre de mujer sirvió y aún sirve para insultar a un varón, del cual se ponía en duda su “hombría” (costumbre que también se daba y se da en el habla popular de otras lenguas europeas, así en ingles se usaba y se usa Mary Anne, Nancy o Nelly, en italiano Checca [Francesca], en portugués Adelaida, etc.).
Nuevamente en el habla común de la lengua española, hasta la popularización del término homosexual en la segunda mitad del siglo XX, era común usar el término marica (y su superlativo maricón) para referirse al varón que gustaba de otro varón.
Aquí, lo que la mayoría de las y los que están en contra del término marica (y maricón) pasan por alto, es que a lo largo de la historia europea y cristiana, la homosexualidad nunca fue bien vista (y más aún, era una realidad invisibilizada). Por lo tanto, cuando la homosexualidad se hacía visible, los términos utilizados para referirse a ella eran, indefectiblemente, peyorativos.
Al respecto, en la Europa occidental, hasta el siglo XVIII, el término oficial para referirse a un varón que tenía sexo con otro varón era el de sodomita (término de claras connotaciones religiosas y jurídicas). Para el siglo XIX, y antes de la feminización de la homosexualidad, el termino sodomita había devenido en demasiado jurídico (elitista) y se empezó a utilizar la noción de pervertido.
Si se fijan bien, notaran que los tres términos tenían y aún tienen connotaciones peyorativas. El sodomita es un delincuente, el pervertido es un malviviente y, en el habla española, marica es feminizante (lo que para el machismo patriarcal es negativo).
Aquí se entrecruzan una serie de consideraciones machista y homofóbicas. Así, bajo el orden social machista, se relaciona marica con cobarde, dado que la competitividad machista exige arrojo y valentía del varón. Y si se esperaba que el varón fuera valeroso, de la mujer se esperaba timidez. En este contexto, el varón homosexual y afeminado (algo negativo desde el punto de vista homofóbico), no es tímido (algo positivo para la mujer según el punto de vista machista), sino cobarde (algo negativo). La relación entonces estaba hecha, el varón homosexual y afeminado, un marica, era un cobarde, por lo que marica y cobarde se hicieron sinónimos.
Ahora, bajo el orden heterosexista y homofóbico, la homosexualidad no solo es negativa, sino que es la suma de todo lo negativo, razón por la que el marica no solo es un cobarde, sino, también, un malviviente y un delincuente. Pero a esta sumatoria de lo negativo, la impronta machista le aporta una jerarquía. Así, si, moralmente hablando, ser malviviente y ser delincuente es bastante grave, para el machismo el ser marica (en tanto afeminado y cobarde) es peor (las y los mayores recordaran que hasta hace poco, muchos padres decían que preferían un hijo ladrón/delincuente o drogadicto/malviviente/enfermo que maricon).
Esta imbricación conceptual, en el habla española, es un proceso que se ha dado entre los siglos XIX y XX. Más este proceso no ha sido excepcional. En el habla inglesa, los términos homosexual y gay, antes de su reivindicación nominal, eran términos tan o más peyorativos que el término marica.
El anglosajón término homosexual, antes de su reivindicación por el activismo en pro de la diversidad sexual (de Hirschfeld en adelante), designaba a un enfermo (homosexual = enfermo). Por su parte el anglosajón término gay, durante el siglo XIX, designaba a gentes de mal vivir. Así, gay se le decía a una mujer de “vida alegre”, o sea, a una prostituta y también gay se le decía a un varón de “vida alegre”, o sea, a un homosexual (la reivindicación del término gay recién data de la segunda mitad del siglo XX, tras la revuelta de Stonewall).
En consecuencia, se tiene que, en los paises de habla inglesa, el activismo en pro de la diversidad sexual forzó un proceso de reivindicación terminológica "nacionalista", mientras que en los paises de habla hispana el activismo, si bien también se forzó un proceso de reivindicación terminológica, este se dio prefiriendo el uso alienado de términos anglicanizantes (proceso que se dio a la sombra de la americanización de los estilos de vida en el mundo, tras la segunda guerra mundial).
Actualmente, en el mundo hispanohablante las poblaciones de varones que gustan de y se relacionan sexual y afectivamente con otros varones y que en su mayoría se auto reconocen bajo los términos de homosexual y gay, se encuentran renuentes a todo intento de reivindicación del término marica y ni que hablar de sus superlativo maricon (y, lamentablemente, la mayoría de las veces sus argumentaciones son de tipo prejuicioso).

Para finalizar, y volviendo a lo declarado por el obispo católico, su uso de la palabra marica se dio, a todas luces, con la intención de rechazar un término extranjerizante (el anglicismo gay), a favor del uso de una palabra de la lengua española, el término maricones (¿maricas?).
Por lo tanto, si partimos de la reivindicación del habla española, lo dicho por el prelado chimbotano me resulta de lo menos homofóbico que dijo en sus innegables declaraciones discriminatorias (que negaban la igualdad entre homosexuales y heterosexuales).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Foto tomada de: pospost.blogspot.com
2. Imagen tomadad de: republicavirtual.wordpress.com
3. Foto tomada de: debates.coches.net

viernes, 21 de enero de 2011

EL PROBLEMA DEL CLOSET.


Queridas amistades:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.

En esta semana, un conocido miembro de la farándula limeña salió del armario (del closet) y se declaro bisexual. La razón que adujo para tomar esta medida, fue un supuesto chantaje que se ejercía hacia el (coaccionándolo a pagar dineros, a cambio de que no se publicara un video en el que el aparecía).
Al margen de lo delictuoso del asunto, la discusión que se generó luego, comprobó que el tema del closet, aún sigue siendo bastante debatido en algunos sectores de la población LGBT.
Debatido por que aún se mantiene la visión del closet, como un derecho y no como lo que es realmente, un problema.


El closet, básicamente, es una situación en la que se encuentran las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, tras asumirse como sujetos con preferencias sexuales y genéricas distintas a la normativa heterosexual imperante. Dicha normativa impone la heterosexualidad como única vía posible de vivir el género y la sexualidad, de ahí que se le denomine como heterosexismo, régimen que, a su vez, invisibiliza, oculta y niega la existencia de otras preferencias genéricas y sexuales. En tales circunstancias, las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, tras asumirse como tales, se encuentran con un mundo homofóbico y transfóbico, razón por la que se ven obligadas a ocultar sus diversas preferencias sexuales y genéricas.
Si el closet es un problema, ello se debe, principalmente, a que el closet no es un derecho como sostienen algunas y algunos interesados, sino una forma de opresión, ya que las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros no pueden asumir libremente quiénes son y se ven obligadas, por la homofobia y la transfóbia imperantes, a ocultarse y fingirse heterosexuales Dichas personas “enclosetadas” no asumen sus preferencias sexuales y genéricas diversas por vergüenza y miedo y, en consecuencia, racionalizan y justifican su permanencia en el closet, alegando, casi siempre, que es una opción. Por su parte, las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros que deciden asumir públicamente sus preferencias diversas, se ven expuestos a la hostilidad y la violencia, a la discriminación y la marginación.
Quienes sostienen que el closet es una opción, aducen que las preferencias sexuales y genéricas son una cuestión que se encuentra enmarcada en la esfera del ámbito privado, en el ámbito de la vida privada de las personas, es decir, que las preferencias sexuales y genéricas son una cuestión privada que solo le compete a la persona en tanto individuos.
Sin embargo, la realidad demuestra que la heterosexualidad, no es una cuestión limitada a la vida privada de las personas, sino que se extiende hacia todos los ámbitos de la vida en sociedad. Al respecto, desde que nacemos, los referentes y mandatos heterosexistas se presentan en todo momento a nuestro alrededor. Así, mayormente hijas y/o hijos desde su nacimiento tienen, aún mayormente, a su madre y padre casados o conviviendo (en demostración de heterosexualidad), y a falta de ellos, están las y los demás parientes en igual situación, sino los vecinos o conocidos del barrio casados o conviviendo. En la televisión, desde los noticieros y documentales a las telenovelas y películas se encuentran referencias infaltables a la heterosexualidad. En el sistema educativo, en el trabajo, en las leyes, en casi todos los niveles e instancias que conforman la sociedad, se encuentran indefectiblemente referencias a la heterosexualidad.
Por lo tanto, suponer que la heterosexualidad es una cuestión propia de la vida privada, es una gran falacia.
Ahora, si la heterosexualidad es considerada una “normalidad”, ello se debe, precisamente, a su cotidianeidad en el ámbito público, de ahí que el movimiento en pro de los derechos de las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros aspiren a visibilizar dichas preferencias sexuales y genéricas en el ámbito de la cotidianeidad pública (su “normalización”, a todas luces, depende en gran medida de ello).


De ahí que desde el activismo pro derechos de las personas LGBT se promueva la salida del closet de cada persona lesbiana, guei, bisexual y transgénero, no por ánimos exhibicionistas ni por necesidades de generar escándalo, como sostienen muchas y muchos conservadores, sino porque es la manera más contundente de demostrar que existen realmente diversidades sexuales y genéricas (desde este punto de vista, salir del closet es, sin lugar a dudas, una poderosa medida política de la población LGBT).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: lacomunidad.elpais.com
2. Imagen tomada de: equalityarizona.wordpress.com

miércoles, 12 de enero de 2011

HIJAS/HIJOS: UN ALEGATO EN FAVOR DE LA ADOPCIÓN (Segunda parte).

Amistades mías:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.

(CONTINUACIÓN). Habiendo dejado establecido, que, más que impulso "natural", la necesidad apremiante de tener hijas y/o hijos únicamente a través de la descendencia consanguínea y la reproducción biológica, es, a todas luces, una noción valorativa de innegable origen social. Entonces, en adelante, se remarcará que, en el actual contexto social, la explosión demográfica necesariamente se contrapone a la noción de descendencia consanguínea, mientras que la adopción se yergue como una clara y cada vez más relevante alternativa ante la reproducción biológica, más aún, cuando, en el mundo, hay millones y millones de niñas y niños que mueren en condiciones de abandono.

Aún así, los referentes sociales (de consanguinidad y reproducción), elevados a la condición de mandatos sociales, siguen mostrando a la noción y posibilidad alternativa de la adopción, como una solución social poco o nada satisfactoria ante la necesidad de tener hijas y/o hijos, especialmente al no considerar dicha solución alternativa (la adopción), como una forma fidedigna de conseguir descendencia ontológicamente valida y legítima.
Para peor, la exacerbación de los mandatos de descendencia consanguínea y reproducción biológica han llegado a niveles inverosímiles. Así, si por un lado en el mundo, desde diversas instancias internacionales y nacionales (desde la OMS, diversas ONG’s y activistas en derechos sexuales y reproductivos, hasta variadas agrupaciones políticas, gobiernos de diversas naciones, etc.), se promueven innumerables medidas para controlar la explosión demográfica (medidas como la elevación de los niveles educativos entre la población, cursos de educación sexual en los colegios, campañas para retrasar entre las y los jóvenes el momento de la iniciación sexual, promoción de métodos anticonceptivos, prevención de embarazos no deseados, planificación familiar, despenalización y/o legalización del aborto, etc.), desde otro lado, desde instancias tanto conservadoras como consumistas, curiosa y coincidentemente, se exacerba la reproducción y la consanguinidad como valores necesarios e indispensables para la conformación de familias.
Sobre esto último, para nadie es un secreto que en el mundo, millones de personas (ya sean heterosexuales, bisexuales, homosexuales, etc.) buscan tener descendencia consanguínea a como dé lugar y para ello, han llegado a involucrarse en una verdaderamente cuestionable comercialización de partes humanas (compra y venta de óvulos y esperma y alquiler de vientres).
En este punto es necesario señalar, el postulado ético y moral, propugnado por la medicina humanitaria y anticonsumista, que busca concientizar a las personas en la exigencia de que los órganos y miembros del cuerpo, no sean vistos como simples y vulgares objetos de comercialización, sino como componentes humanos susceptibles de compartición y/o donación (y por ende, destinados a mejorar condiciones de vida o salvarlas en forma humanitaria y no mercantilista). Ello con la finalidad de no redundar en la visión ultranegativa, impuesta por el consumismo capitalista, que cosifica a la persona y la muestra como un objeto más de consumo.
Teniendo en cuenta este postulado ético y moral, la compra/venta de óvulos y esperma y el alquiler de vientres se tornan medidas mercenarias y consumistas (medidas solo al servicio de los caprichos de aquellas y aquellos clientes que cuentan con medios económicos para costeárselas). Aún así, los mandatos sociales de la descendencia consanguínea y la reproducción biológica, llevados a sus extremos, han legitimado aquellas medidas mercenarias y consumistas, que no hacen más que contribuir, en principio, a acrecentar las desigualdades sociales (entre quienes pueden costearse sus caprichos y quienes no) y, además, a que el discurso consumista, que cosifica a la persona, devenga en referente social.
También en el extremo al que se llega, por encajar en los mencionados mandatos sociales (de descendencia consanguínea y reproducción biológica), se pasa por alto el principio ético y moral que trata del involucramiento real y efectivo de las y los progenitores en la crianza y las vidas de las y los hijos (principio promovido mundialmente desde la “Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo”, realizada en El Cairo en setiembre de 1994).
Contra este último principio, y reforzando los mandatos desfasados y arcaizantes de la consanguinidad y la reproducción, millones de personas pretenden hacerse de hijas y/o hijos biológicos y consanguíneos, a como dé lugar, cueste lo que cueste.

Aquí, aunque es toda una obviedad, se hace necesario recalcar que la tenencia de hijas y/o hijos biológicos y consanguíneos se da, biológicamente hablando, a partir de una progenitora mujer y un progenitor varón. También es claro que sobre esta condición biológica se ha construido y articulado el modelo familiar nuclear y heterosexista. Sin embargo, a partir del planteamiento y la articulación de modelos familiares alternativos, es posible involucrar a las y los progenitores, sin reproducir el modelo familiar nuclear y heterosexista.
Más en la mentalidad del común de las gentes, la posibilidad de buscar alternativas familiares no tiene cabida alguna, y varias mujeres y varios varones, que no pueden, por vía reproductiva sexual, tener hijas y/o hijos biológicos y consanguíneos, quieren tener (y llegan a tener) la tan ambicionada descendencia biológica y consanguínea por diversos métodos artificiales, que se hallan comercializados al mejor postor en el mercado, métodos como la fecundación in vitro, la adquisición de óvulos, esperma y úteros, etcétera, para llegar (y llegando) a ser madres o padres ya sea en pareja heterosexual, en forma individual (en "soltería") o en pareja homosexual (parejas de lesbianas y gueis) y excluyendo, factualmente, a alguno de los progenitores (ya sea la mujer o el varón). Indudablemente en el caso de las parejas, ya sean heteros u homosexuales, lo que se busca, también, es encajar en el tradicional modelo familiar, nuclear y heterosexista (modelo conformado por una pareja monogámica con su respectiva prole, hijas y/o hijos).
Aquí muchas y muchos lectores dirán, que estas aspiraciones maternales y/o paternales son opciones válidas y legítimas, pero si el principio ético y moral de involucrar a ambos progenitores en la crianza y las vidas de las y los hijos, se ha hecho tan necesario, es porque en nuestro mundo contemporáneo muchas (demasiadas) personas no se comprometen ni responsabilizan en la tenencia de hijas y/o hijos o en su maternidad y/o paternidad y, consecuentemente, se encuentran niñas y niños abandonados, enfermos y/o explotados, madres y padres irresponsables, juicios de probanza y reconocimiento de paternidad, querellas judiciales por la manutención de las y los hijos, madres y padres proveedores pero ausentes, etc.
En tal situación, entran en franca contradicción, por un lado, el postulado principista de involucrar a ambos progenitores (a la mujer y al varón), que apunta a generar entre la población mundial, conciencia y responsabilidad en la tenencia de hijas y/o hijos y por otro lado, la compulsión psicológica generada por el omnipresente mandato social, que impulsa a las personas, a tratar de concretar, a como dé lugar en sus vidas, las nociones de reproducción biológica y descendencia consanguínea.
Así, contradictoriamente, mientras se hace un llamado a la maternidad y a la paternidad responsables (lo que implica el involucramiento de ambos progenitores, la mujer y el varón, en la crianza y las vidas de las y los hijos), también se valida el lograr, a como dé lugar, la maternidad y/o la paternidad en soltería o en parejas (ya sean heteros u homosexuales), prescindiendo y/o excluyendo a uno de los progenitores (ya sea la mujer o el varón).
Salvar esta contradicción inválida y deslegitima, necesariamente, una de aquellas dos posiciones y aquella que resulte más contradictoria, debiera ser la que deje de ser promovida socialmente.
Entonces, la tenencia de hijas y/o hijos siguiendo los mandatos de la reproducción biológica y la descendencia consanguínea, debiera ser la posición a abolirse. No solo porque es un mandato desfasado y arcaizante, sino porque, en el actual contexto social, se requiere de nuevas valoraciones éticas y morales, más acordes con las condiciones sociales contemporáneas.

Dichas condiciones sociales son, hoy por hoy, un mundo alarmantemente superpoblado, donde hay decenas de millones de niñas y niños abandonados. En tales circunstancias, insistir en la tenencia de hijas y/o hijos biológicos y consanguíneos se torna una exigencia, a todas luces, alienante.
Por todo ello, la adopción tendría que empezar a ser promovida, como la principal forma válida y legítima de alcanzar la descendencia, de tener hijas y/o hijos. No hacerlo, en el actual contexto mundial (de sobrepoblación y de decenas de millones de niñas y niños abandonados), se está convirtiendo en una preocupante forma de egoísmo e inconsciencia social.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Foto tomada de: hoypadres.com
2. Imagen tomada de: quercus448.wordpress.com
3. Foto tomada de: edukame.com

jueves, 6 de enero de 2011

HIJAS/HIJOS: UN ALEGATO EN FAVOR DE LA ADOPCIÓN (Primera parte).

Amistades mías:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.

En este 2011 la población mundial alcanzara la exorbitante cifra de 7 mil millones (7,000’000,000) de gentes sobre la faz de la tierra, cifra que aunque para muchos no signifique nada, es, ciertamente, muy alarmante.
Esta cifra es la expresión viva de la sobrepoblación mundial (la cual, todo indica, que seguirá creciendo desmesuradamente).
Lo alarmante del asunto es que el mundo no se da abasto para albergar a tanta gente sobre su faz. La cantidad de recursos y espacio necesarios para cubrir las necesidades de esta creciente población, es, ecológicamente hablando, insustentable.
La alimentación de esta creciente población implica la ampliación de los terrenos dedicados a la agricultura y la ganadería, ampliación que se hace a costa de la depredación de diversos ecosistemas. Por su parte, las necesidades de alojamiento de la creciente población ocasiona la expansión de las zonas habitables a costa de la destrucción de más ecosistemas.
Desde otro punto de vista, el mundo no puede con tanta poblacion, pues no hay recursos (alimentos, agua, energéticos, etc.) ni espacio para sustentar a la cada vez más creciente humanidad.
Es por estas y otras razones que el control de la poblacion, a través del la planificación familiar, va aumentando, progresivamente, su importancia.

Contener la explosión demográfica se está convirtiendo en un objetivo político prioritario, ya que el futuro que se nos avecina, según muchas y muchos estudiosos y analistas, es que, de seguir las cosas como están, se producirán, en unas cuantas décadas, profundas crisis y hasta guerras por el control del agua, de las fuentes de alimentación, de los recursos energéticos, etc.
Frente a este panorama tan lóbrego, se viene haciendo necesario replantear muchas nociones, que aunque inveteradas y a veces arcaicas, aún mantienen vigencia en una sociedad que apela a la racionalidad y a la ciencia como discursos legitimadores.
Al respecto, nociones como la descendencia, la reproducción y la tenencia de hijas y/o hijos, tal como las entendemos actualmente, se han vuelto cuestionables desde el punto de vista de la sobrepoblación mundial y sus consecuencias.
Primeramente, la descendencia, entendida como génesis, procedencia y filiación consanguínea, es, en la cultura occidental, una noción de origen medieval. Más aún, es una noción de origen aristocrático.
Precisamente, es a la aristocracia feudal y medieval a la que le preocupo la pervivencia y la perpetuación de su descendencia a través de la continuidad de su sangre. Contrariamente, en la antigüedad esclavista romana la descendencia valida y legítima se transmitía, principalmente, a través del apellido familiar (no por la sangre), razón por la que la adopción era vista como plenamente fidedigna (inclusive la adoración a los dioses familiares y el culto a los antepasados no perdían su efectividad en manos de las y los hijos adoptados).
Para otras sociedades y culturas, especialmente para muchas sociedades tribales, la descendencia tampoco era sinónimo de consanguinidad. Pero bajo la contemporánea sociedad burguesa capitalista, descendencia y consanguinidad se hicieron prácticamente lo mismo.
Segundamente, la visión que se tiene de la reproducción en la contemporánea sociedad burguesa capitalista, es también heredada de la tradición medieval, en este caso, específicamente, de la sociedad cristiano medieval. Según esta cristianísima visión, el fin ontológico del sexo es la reproducción y más aún, el fin ontológico de la humanidad era, igualmente, la reproducción. E influenciado por esta visión, es que cierto saber científico concluye que el fin de la vida es dar vida.
Sin embargo, para otras sociedades y culturas, como la hindú y la romana, el fin connatural del sexo es el placer y la reproducción es tan solo una consecuencia colateral (algo que el conocimiento científico ha asumido, es decir, que para la rigurosidad científica el fin teleológico del sexo es el placer).
Consecuentemente, contrariamente a lo que se cree en la sociedad occidental, descendencia consanguínea y reproducción biológica no son llamados instintivos de una naturalidad humana, sino simple y llanamente nociones y mandatos sociales susceptibles de cambio, desuso y abolición.
Con todo, para la sociedad burguesa capitalista descendencia consanguínea y reproducción como fin ontológico de la humanidad se han vuelto un binomio indisoluble, que no solo ha entrado a formar parte de la mentalidad occidental, sino, también, del sentido común del común de las gentes.

En tal circunstancia, la mayoría de las personas, bajo la sociedad burguesa capitalista, solo concibe la tenencia de hijas y/o hijos en términos de descendencia consanguínea y reproducción biológica.
Indudablemente habrá muchas gentes que consideren la descendencia consanguínea y la reproducción biológica como derechos y prerrogativas plenamente validas y legítimas. Sin embargo, en el contexto contemporáneo ello empieza a tornarse hartamente cuestionable.
Ahora, si tomamos en cuenta que los juicios y las valoraciones humanas no son imperecederas, sino que responden a las necesidades y circunstancias existenciales de cada época, de cada sociedad y cultura, entonces necesariamente tendríamos que concluir que la descendencia consanguínea y la reproducción biológica son valoraciones culturales cada vez mas desfasadas y arcaizantes en el contexto de las necesidades y circunstancias de nuestro mundo contemporáneo.
Sin lugar a dudas, esto sonara casi como herejía para muchas personas, pero habida cuenta de que la descendencia consanguínea y la reproducción biológica son valoraciones sociales de origen medieval, es necesario contemporizar dichas valoraciones para demostrar cómo es que son de desfasadas y arcaicas.
Primeramente, la descendencia consanguínea solo se hizo un valor importante en la sociedad medieval, en tanto se convirtió en elemento de demostración de estatus e instrumento de exclusión, ya que solamente la rica aristocracia tenía los recursos para “probar” la antigüedad de su linaje y la pureza de su sangre (para el estamento popular, con contados recursos, estas “probanzas” quedaban fuera de su alcance y no tenían mayor importancia).
Segundamente, la reproducción biológica solo alcanzó gran relevancia social tras la hecatombe poblacional que se dio en el bajo medioevo, época en la que las enfermedades, la hambruna y las guerras diezmaron a la poblacion europea (se estima que murieron entre el 30 y el 40 % de la poblacion).
La inmensa mortandad de esta época hizo cobrar notable importancia a la recuperación demográfica poblacional, lo que encumbro a la reproducción biológica como principal valor en la sociedad medieval europea (ello también que hizo eco en la valoración cristiana de que el fin de la humanidad era la reproducción).
Obviamente para este siglo XXI, las necesidades y circunstancias sociales son otras. Así, no hay necesidad de aumentar la poblacion, sino todo lo contrario (la explosión demográfica está imponiendo como valor el control de la natalidad). Por su parte la consanguinidad de la descendencia como valor carece de relevancia social y solo responde al capricho emocional de las personas (capricho que, a su vez, responde a una impronta cultural romanticista).

Para el siglo XXI, la explosión demográfica se ha tornado un problema mundial y una de sus consecuencias más desastrosas, es la de que una inmensa cantidad de infantes que, alrededor del mundo, se encuentra viviendo en condiciones infrahumanas. Así, decenas de millones de niñas y niños viven abandonados y, peor aún, millones y millones de niñas y niños mueren a consecuencia de su situación de abandono.
Lo más preocupante es que esta realidad conmueve a pocas y pocos, mientras que los valores desfasados y arcaizantes de la descendencia consanguínea y la reproducción biológica producen identificaciones emocionales masivas (CONTINUARÁ).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

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1. Imagen tomada de: turcon.blogia.com
2. Imagen tomada de: sonpareja.com
3. Foto tomada de: voxpublica.org