domingo, 24 de mayo de 2009

CONTRA LA VIOLENCIA Y EL ODIO HACIA LESBIANAS, GUEIS, BISEXUALES Y TRANSGÉNEROS.


Amistades mías:
El 17 de mayo el mundo celebra el “Día Mundial de Lucha contra la Homofobia”, a razón de que en esa fecha, en 1990, la asamblea general de la OMS eliminó a la homosexua-lidad de su lista de enfermedades mentales. Más en el Perú, la lucha contra la violencia y el odio hacia lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, se conmemora el 31 de mayo, pues en esta última fecha, en el año de 1989, el grupo terrorista MRTA asesino a 8 personas, en la ciudad de Tarapoto, por la simple y absurda razón de que eran homosexuales.
A ello debe sumársele el hecho de que en el Perú, desde el 2005, el “Informe Anual sobre Derechos Humanos de Personas Lesbianas, Gueis, Bisexuales y Transgéneros”, que se prepara anualmente para la organización “Amnistía Internacional”, consigna la alarmante realidad de que en el país, cada cinco días muere asesinada una persona lesbiana, guei, bisexual o transgénero, sin que el estado peruano garantice la vida de dichas personas y combata semejantes crímenes de odio.
Por estos y otros motivos, en el Perú, cada 31 de mayo, se conmemora, no se celebra, el “Día Contra la Violencia y Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Gueis, Bisexuales y Transgéneros”. Sin embargo, este año hay mayores razones para la no celebración de la fecha, dado que el gobierno peruano muestra una política, no orgánica en apariencia, de rechazo hacia todo lo concerniente a las poblaciones con preferencias sexuales e identidades de género diversas.

Entre las políticas peruanas de rechazo gubernamental hacia lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, se pueden enumerar:
1) El Ministerio de Salud rechazó la inversión que destinó para el Perú el Fondo Mundial (organización internacional público - privada dedicada a la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria), cuando esta estaba encaminada a fortalecer las organizaciones de lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, que participan y contribuyen en la lucha contra el sida.
2) El Ministerio de Justicia desconoció las recomendaciones de la ONU, que se encaminaban a reconocer los derechos ciudadanos de lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros.
3) El Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de su delegación en la ONU, fue el único país del continente americano, que no suscribió la declaración promovida por Francia y Holanda ante aquel organismo internacional, para despenalizar la homosexualidad en el mundo.
4) El Ministerio del Interior desacata e incumple, reiteradamente, toda la normativa vigente, referida a defender los derechos de las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros.
5) El Congreso de la República (con el voto de la bancada del gobierno) no ratifico la “Convención Iberoamericana de los Jóvenes”, porque esta reconocía los derechos y libertades sexuales de jóvenes lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros.
6) El Congreso de la República (con el voto de la bancada del gobierno) aprobó la “Ley del Régimen Disciplinario de la Policía Nacional del Perú”, en la que se estigmatiza y, prácticamente, se criminaliza la vida privada y pública de las personas homosexuales.
Estas son apenas unas cuantas perlas, de lo que ha hecho el gobierno peruano en lo que va del madato del presidente Alan García (del 2006 a la fecha), un gobernante que no se esta caracterizando por sus dotes de estadista. Recuérdese que su primer periodo presidencial (1985 - 1990), fue un completo desastre económico (y en lo que va del actual, no se ven resultados muy competentes que digamos, como por ejemplo, su incapacidad gerencial más que patente) y peor aún, en el primer mandato de García hubo serias violaciones de derechos humanos (las masacres de El Fronton, Cayara y Accomarca son la mas clara demostración de ello), que el susodicho presidente pretende minimizar pasándolas por agua tibia.

Las diversas organizaciones de lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros del Perú, con la solidaridad de varias instituciones defensoras de derechos humanos y diversos movimientos sociales, expresan su más absoluto repudio ante estos sucesivos atropellos y vejaciones, pues atentan no solo contra los derechos fundamentales de las personas lesbianas, gueis, bisexuales y transgéneros, sino también contra los derechos fundamentales de todas y todos los ciudadanos del Perú (no se puede olvidar que cualquier violación a los derechos humanos y ciudadanos, vulnera el estado de derecho que es el que al final, salvaguarda y protege a la ciudadanía en general).
Toda y todo ciudadano peruano queda entonces obligado, a protestar contra esta política discriminatoria del gobierno de turno, pues solo este ejercicio de ciudadanía es el que permitirá que en el Perú, no se instaure y consolide una cultura que considere valida la ignorancia, el prejuicio y el odio.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

sábado, 16 de mayo de 2009

GÉNERO Y PAREJA.

Queridxs amigxs:
Nuevamente los saludo, deseándoles siempre que se encuentren bien.

Hace unos sábados atrás, en una reunión amical, mi conversación con una chica que recién conocía, terminó, abruptamente, cuando ella, después de comentar que para las mujeres era difícil conseguir una buena pareja, enmudeció tras mi respuesta: ¡el problema es que las mujeres escogen a quien quieren y no a quien deben!
Aparentemente la saque de cuadro y como, por diversos motivos, no pude explicar mi aserción, me explayare en esta entrega.
Toda persona, en las sociedades occidentales y occidentalizadas, es socializada dentro de ciertos roles de género, que inciden, indefectiblemente, en nuestra posición y estatus dentro de la sociedad (por ejemplo, cuando una persona, al nacer, es definida como mujer, se espera de ella que sea femenina y cuando varón, masculino).
En este caso, el género implica el como, a partir de nuestro cuerpo, nos define la sociedad y nos definimos nosotros mismos. Implica además, nuestra performance corporal y la forma en como nos relacionamos a nivel interpersonal (cabe anotar que en la sociedad occidental, los roles de género han sido reducidos a dos, a lo femenino y lo masculino, mientras que en otras sociedades y culturas existían tres, cuatro, cinco o más géneros).


El marco global dentro del cual se estructuran los géneros, es, en la sociedad occidental, un tipo de identidad social que tiene como eje central nuestra sexualidad. Se trata, entonces, de una identidad sexual, pero no cualquier identidad, sino de una entelequia articulada alrededor de la práctica sexual hetero, es decir, que estamos hablando de una identidad heterosexual.
Dicha identidad hetero posee tres componentes principales: una práctica sexual, un cuerpo sexuado y una personalidad genérica, componentes que son la base de dos sujetos sociales específicos: heterosexuales varones masculinos y heterosexuales mujeres femeninas. Todas las personas somos socializadas bajo este único modelo identitario.
Debido al patriarcado machista, el género de estas identidades obedece a un ordenamiento bastante diferenciado: lo masculino se posiciona como superior a lo femenino, por lo que se opone y niega la feminidad, mientras que lo femenino se posiciona como subordinado a lo masculino, por lo que se fija y valúa en función de la masculinidad (relación de hegemonía y subalternidad).
Habiendo solo dos géneros, las masculinidad, al oponerse y negar lo femenino, se mide cuantificando su distanciamiento (no se es mujer, se es poco “hombre”, se es mas “hombre”), mientras que la feminidad, al fijarse y valuarse en función a lo masculino, se mide cualificando su subalternación (se es buena mujer, se es mala mujer, de acuerdo a la valoración de los “hombres”). Aquí el sexo se convierte en un importante barómetro de medición, pues una práctica sexual inapropiada deslegitima tanto a varones como a mujeres: así, una práctica sexual homoerótica hace menos “hombre” a un varón (lo hace un marica), mientras que una práctica sexual variada hace mala a una mujer (la hace una perdida). Toda esta estructuración de los géneros, al condicionar todas las relaciones interpersonales, condiciona también el como escogemos pareja y esto se torna más clamoroso, en tanto estemos más sometidos a los roles de género establecidos.
.

En tal sentido (y recordando que el sexo es el barómetro de medición), las heterosexuales mujeres femeninas tienden a buscar como pareja al más “hombre”, antes que a un buen varón (a quien quieren pero no a quien deben), de allí la percepción, no carente de fundamento, de que a las chicas les gustan los chicos malos, pues se supone que ellos destilan mayor “hombría”. Por su parte, los heterosexuales varones masculinos tiende a buscar a una buena mujer (para su suerte, a quien quieren y a quien deben se da en la misma persona), lamentablemente la mejor mujer resulta ser, la que es más “buena” para un varón machista (una mujer hiposexuada, recatada, sumisa, etc.).
Entre las personas homosexuales, si bien su preferencia sexual los lleva a traspasar los límites del género heterosexista (se supone que los gueis son menos “hombres” y las lesbianas son mujeres “perversas”, malas), entre ellos se dan actitudes mixtas.
Para los gueis sometidos al imperativo masculino, su búsqueda repite el patrón del heterosexual varón masculino (ello explica, por ejemplo, que en los clasificados y chats gueis se encuentre una verdadera obsesión por los varones sin mayor “recorrido” sexual, léase no promiscuos, pues en el fondo, buscan a una buena mujer, sin “recorrido” sexual, a su virgencita). Para los gueis sometidos al estereotipo homosexual, y ello no implica que sean, necesariamente, loquitas y travestis, la mejor pareja es el más “hombre”, quien destile mayor masculinidad (a quien quieren pero no a quien deben).
Para las lesbianas sometidas estereotipo homosexual, su búsqueda de pareja esta dirigida hacia las mujeres que más se aproximen al rol de género femenino machista y patriarcal (por ejemplo, los clasificados y chats lésbicos muestran también, la misma obsesión por mujeres que no tengan mayor “recorrido” sexual, o sea, mas virgencitas), mientras que las lesbianas sometidas al imperativo de género femenino, buscan a una mujer (no necesariamente chito o travesti), que manifieste ciertos caracteres considerados como masculinos, los de la “hombría” (por ejemplo, a una mujer fuerte y dominante).
Es necesario recalcar, que lo aquí expuesto se aplica principalmente, a las personas que estén sometidas, de uno u otro modo, a los patriarcales y machistas roles de genero establecidos.
Si tras leer estos planteamientos se sienten identificados, es momento del autoanálisis, de la introspección y de la búsqueda de un cambio a los propios criterios y comportamientos de género.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

lunes, 11 de mayo de 2009

DIMENSIONES.

Queridxs amigxs:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.
Hace mucho tiempo, cuando estaba en la universidad (ya se, hace muchísimo tiempo), un amigo le pregunto a otro: ¿qué es lo más importante, el tamaño o la técnica?, la cándida respuesta fue: “la técnica”, pero el que preguntó retrucó: “otro que la tienen chiquita”. Semejante chanza alude, sin lugar a dudas, a la obsesión perniciosa que hay en las sociedades occidentales y occidentalizadas, por restringir lo erótico y lo sexual al coito y al pene.
Sin embargo, a lo largo de la historia, solamente bajo la tradición occidental, es que se llegó a considerar que la manera de conseguir placer sexual, es, únicamente, a través del coito y peor aún, que el pene es la fuente, por antonomasia, de todo goce sexual.
En muchas sociedades no occidentales, como la china o la india, en las que el erotismo abarcaba toda la vida humana, desde la infancia hasta la ancianidad, cualquier varón con disfunción eréctil gozaban muy bien de su vida sexual, usando, por ejemplo, boca y manos. En la mayoría de sociedades donde hubieron grandes harenes, como la china, la india o la otomana, muchas mujeres de los serrallos se procuraron placer sexual con sus guardianes eunucos. En la actualidad, muchas mujeres lesbianas, que no gustan de la penetración, llevan una sexualidad absolutamente plena, sin necesidad de un pene de por medio. Y los ejemplos pueden multiplicarse hasta el infinito.
Mas no crean que estas son fabulas o cuentos. La ciencia confirma fehacientemente estas realidades, así, por un lado, la antropología y la historia acreditan la autenticidad de estos hechos, mientras que por otro lado, la sexología más seria valida y promueve las bondades del sexo no coitocéntrico ni falocéntrico.
En suma, no se necesita de la penetración a alguna cavidad corporal (ya sea boca, ano o vagina) para tener placer sexual, aunque debo reconocer que se tornaría necesario, aprender a experimentar con el cuerpo, para alcanzar un satisfactorio goce sexual no centrado en el coito o el pene.
Seré miserable, es claro que las personas inmaduras, sin mayor imaginación y sin mucha inteligencia, además de obcecadamente misoneístas, jamás aprenderán a disfrutar de otro sexo que no implique penetración y coito.

Más dejando de lado a aquellos cerrados a la experimentacion, el tamaño del pene verdaderamente no importa. Aunque es un hecho, de que la obsesión, en nuestras sociedades patriarcales y machistas, por la grandeza del falo como sinónimo de mayor “hombría” y requisito esencial e indispensable para mayor placer sexual, parece no desaparecer, si no aumentar.
Un indicativo de de esta obsesión por el tamaño, es la noción sobre el promedio longitudinal del pene (y, de pasadita, su grosor).
Les confieso que yo también he creído en aquello del tamaño promedio, pero la realidad está allí, abofeteándonos, sin que lo notemos. Cuando se trata de seres humanos, de personas, los promedios no existen.
Hay personas altas y bajas, unas personas tienen extremidades largas y otras cortas, hay manos grandes y manos pequeñas, hay pies grades y pequeños. Ergo, unas personas tendrán penes grandes y otras pequeños, unos tendrán penes gruesos y otros delgados.
Lo que mayormente asume mucha gente, es que una persona alta tenga manos y pies grandes y una persona baja tenga manos y pies pequeños, pero se encuentra, sin mayores problemas, a personas altas con manos y/o pies pequeños y personas bajas con manos y/o pies grandes. Igualmente, se podría asumir que los altos tengan penes grandes y lo bajos penes pequeños, pero se conoce de altos con penes pequeños y bajos con penes grandes. Y así como nadie habla de manos o pies de tamaño promedio, tampoco se puede hablar de la longitud y grosor promedio del pene. Para mucha gente, lo más común es que las dimensiones del cuerpo, guarden ciertas proporciones, sin embargo, tratándose de seres humanos, difícilmente se puede hablar de una media humana, sin caer en prejuicios y confusiones.
Lo mismo se puede aplicar a las cavidades ano/recto y vulva/vagina, ya que no se puede hablar de una dimension promedio para ellas (me refiero, explícitamente, a su profundidad), más aún, si de penetración se trata, recto y vagina pueden amoldarse perfectamente al tamaño de cualquier pene (bastaría con una buena estimulación para lograr su dilatación).
En el mismo sentido, si de penetración se trata, tanto el recto como la vagina presentan la mayor cantidad de terminales nerviosas en el último tercio hacia el exterior, es decir, hacia el ano y la vulva. Por lo tanto, si lo que se busca es un orgasmo rectal o vaginal, no se requiere de un pene extralargo para alcanzar el tercio inferior de aquellas cavidades.
Tomando en cuenta esto, cualquier persona puede, con los dedos, excitar y conseguir un orgasmo rectal o vaginal, por masturbación o por estimulación interpersonal. Sumémosle además, que cualquier persona, con los dedos, puede hacerle a cualquier varón un masaje prostático y procurarle, así, un orgasmo.
Por consiguiente, si de penetración se trata, basta un pene del tamaño de los dedos índice y medio juntos (refiriéndome aquí tanto a la extensión como al grosor), para conseguir satisfacer a alguien por medio de un coito (sea anal o vaginal).
En consecuencia, la contestación que dio mi amigo de la universidad, en relación al tamaño del pene, no tenía nada de cándida y si mucho de certera. El tamaño del pene no es importante, lo que realmente importa es conocer cómo usarlo, lo que si importa, entonces, es la técnica.
Y aquí pongo el parche antes de crear otra confusión, no hay una única tecnica que funcione como fórmula mágica a seguir por todx fornicador(a). Cada quien tendrá que aprender a conocer su cuerpo, y como maniobrar con él, por la simple y sencilla razón, de que todas las personas respondemos de diferente manera a los mismo estímulos.
En adelante, ya tienen a qué atenerse si escuchan hablar de dimensiones.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

domingo, 3 de mayo de 2009

CELULARITIS.

Queridxs amigxs:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.
Parafraseando a la canción infantil de Yola Polastri, “el celularcito no es una necesidad”. Es tan solo un instrumento de alienación masiva.
Aclaro que no es que este delirando por la fiebre porcina, es que a mi los celulares no me gustan, es más, me molestan.
Me explico, aquí, empezando por la cuestión del uso. El celular fue posicionado como herramienta de trabajo de los grandes inversores y de los corredores de bienes en general, a quienes la información inmediata les resultaba vital para sus transacciones. Luego, a las grandes trasnacionales se les ocurrió el negocio redondo, masificar el celular, presentándolo como medio de comunicación que, dizque, acercara a las gentes.
Si aquello del acercamiento se logro, eso esta aún en debate, lo único cierto es que a mucha gente, yo diría que a demasiada, le quedo grande el aparatejo de marras. Para esta gente, el celular excedió, kilométricamente, su real necesidad de comunicación (a ellos, principalmente, se refiere mi reflexión).
No creo equivocarme si afirmo, que a todos nos consta el que mucha gente lleva el celular de puro adorno (da estatus y nos hace ver ocupadamente importantes). Precisamente, a esta gente va dirigida la andanada de promociones, que ofrecen: “juegos, sorpresas, novedades”, mientras que la comunicación, bien gracias, es accesoria.


Mucha otra gente usa el celular para llamadas triviales (sobre todo aquellas que se hacen para no perder el crédito que sobra), lo cual si bien es potestad de cada quien, no se aleja del punto que sostengo: trasnacionales del consumo 1 - consumistas alienados 0. Para que entiendan mejor la figura: las trasnacionales logran "venderles" refrigeradoras a los esquimales, electrodomésticos a los primitivos y celulares a vosotros.
En este punto no faltara quien diga que los celulares le permiten a uno atender emergencias, hecho más que dudoso, pues salvo que seamos sobrinos de Piñateli y Ertes Malasu, nadie es tan miserable y desgraciado como para vivir 365 días consecutivos de tragedias. Agreguemos, claro esta, que la comunicación inmediata no solucionara la emergencia, apenas nos permitirá llegar mas rápido, al lugar al que de una u otra manera íbamos a llegar.
Pasando a la otra orilla del rio, puedo señalarles hasta tres puntos negativos a los cuales nos ha llevado la corriente.
El primero, el celular ha vuelto a la gente maleducada. Al respecto, lxs profesores en sus clases, los cines y teatros, algunos deportes como el tenis y el golf, ciertos empleos, etc., han prohibido el uso del celular en sus espacios, pues interrumpen, distraen y alteran. Pero, la mayoría de la gente con celulares, obviando las más elementales reglas de buenos modales (y ojo, no digo etiqueta), interrumpe las conversaciones, las reuniones de trabajo, etc., para contestar un celular (atendiendo llamadas que son, mayormente, triviales). Se supone que mamita y papito nos enseñaron a respetar a los demás, algo que se traduce en no interrumpir y prestar atención a quien nos habla, pero como todos se han habituado a contestar celulares en cualquier momento, ya nadie lo considera una falta de respeto. El atropello legitimado por el hábito.
El segundo, el celular alienta la desconfianza y el controlismo. En un principio, lxs desconfiadxs compulsivos vieron en el celular, la mejor manera de violar la autonomía individual de lxs demás, así, la mamá jode a sus hijos, los hermanos celan a sus hermanas, las parejas controlan a sus compañerxs de turno, etc. Más el tiempo ha disfrazado el control bajo la mascara de preocupación, y ahora, lxs controladorxs son la virtud encarnada. El celular ha permitido la tolerancia a la desconfianza y el controlismo, en detrimento de nuestro derecho a la autonomía individual. El atropello legitimado como consideración.
El tercero, el celular permite la explotación. Apelando al potencial complejo de mesita de centro, que nos asalta a todxs de vez en cuando, la patronal pretende que creamos, que si nos llaman al celular en nuestras horas libres, en nuestros días de descanso, en nuestras vacaciones, etc., es por que somos indispensables. Más toda esa ilusión desaparece, cuando lx botan a unx del trabajo. Hasta ese entonces, solo existen dos posibilidades: a) vosotros son tan malxs trabajadorxs que lxs llaman para enmendar sus ineficiencias; ó b) ¡lxs están explotando!. La incomodidad, la ansiedad, el estrés y todas aquellas molestias que nos provocan las llamadas del trabajo, interrumpiendo nuestra relajación y descanso, no son, de ningún modo, compensadas. Lamentablemente, muchos se piensan que si la patronal nos friega en el momento que se les pegue en gana, ello se debe aceptar y tolerar. En este caso, el celular solo facilita, que estemos siempre a disposición de los explotadores. El atropello legitimado como deber.
Felizmente, este pechito jamás tendrá celular.

Se despide su amigo uranista.

Ho.