jueves, 22 de noviembre de 2018

SUFRIMIENTO Y SENSIBILIDAD: tendenciosidad y sesgo en ciertas lecturas sobre el hombre y el patriarcado.


Les saludo y les envió mis mejores deseos.

1. Pancarta en manifestación española.
Cada cierto tiempo encuentro textos en donde se dice que el machismo daña o perjudica al hombre. En dichos textos se habla de como la vida de los hombres puede verse afectada por el machismo. Se habla de como los hombres también sufren por el machismo. Probablemente, muchos de estos artículos pueden tener buenas intenciones. Intentan llamar la atención de los hombres y hacerlos ver lo negativo que es el machismo y el régimen patriarcal. Sin embargo, considero que la mayoría de estos textos son tendenciosos y abiertamente sesgados. Debido a ello, terminan prestándose de apoyo a un discurso cada vez más extendido, el de que los hombres también somos víctimas del machismo y del patriarcado. Este discurso, además de falaz, termina siendo nefasto para la lucha feminista, ya que si se asume como cierto el hecho de que hombres y mujeres somos víctimas del machismo, se termina invisibilizando el hecho innegable de que los hombres somos los principales perpetradores de la violencia machista y los únicos beneficiarios de la opresión patriarcal. 

Ciertamente los hombres somos afectados por el machismo y podemos sufrir por los mandatos de la masculinidad patriarcal, sin embargo, ello no nos hace victimas de nada. Bajo el régimen racista, los blancos también se ven afectados y pueden sufrir debido a los mandatos del racismo, pero difícilmente son las victimas del racismo. Bajo el régimen clasista, los burgueses igualmente se ven afectados y pueden sufrir debido a los mandatos del clasismo, pero ¿de qué serían víctimas? Establecer un correlato simplón entre el sufrimiento y la victimización es muy poco serio, si se trata de abordar la realidad opresiva del machismo y el patriarcado. Guste reconocerlo o no, todo el sufrimiento masculino atribuible al machismo es difícilmente equiparable a la esclavización, violencia y genocidio de las mujeres bajo el patriarcado. Pero esto no es lo único a considerar.

Como menciones líneas arriba, la mayoría de los textos que hablan del hombre como víctima del machismo y del patriarcado resultan tendenciosos y sesgados. Son tendenciosos pues abordan la cuestión a partir de una de sus aristas, y no de manera global. Así, al plantear que un hombre es víctima por los sufrimientos que reporta el mandato de la masculinidad machista y patriarcal, se pasa por alto que los hombres acatan dichos mandatos para alcanzar poder y privilegios. En tal sentido, ¿se puede llamar víctima a un hombre que sufre por el mandato de ser proveedor, cuando con ello busca el control y dominio sobre su esposa e hijxs? Indudablemente una lectura ajena a los beneficios que reporta el cumplimiento de los mandatos machistas y patriarcales es tendenciosa. De otro lado, ciertos enfoques sobre el sufrimiento masculino evidencian también sesgo.

2. Protagonismo masculino.
El grueso de las aproximaciones al sufrimiento del varón producido por el cumplimiento del mandato masculino patriarcal, parten de las declaraciones de los hombres que afirman sufrir por el patriarcado. Ello me trae a la mente los “estudios” homofóbicos que hablaban de lo negativo que era la homosexualidad. Dichos “estudios” se hacían en base a lesbianas y gays que proclamaban sentirse mal con su orientación sexual y acudían a los consultorios de psicólogos y psiquiatras. Obviamente estos “estudios” pasaban por alto la homofobia interna y la homofobia social y en consecuencia, concluían que ser homosexual era una condición que producía sufrimiento. Pero ninguno de estos “estudios” se molestaba en entrevistar a aquellas lesbianas y gays que afirmaban sentirse bien con su orientación sexual. En el mismo sentido, las aproximaciones que hablan de hombres sufriendo por el machismo se basan en los varones que afirman sufrir por las exigencias del mandato de la masculinidad patriarcal y concluyen, sesgadamente, que todos los hombres sufren por igual (un artículo publicado por la BBC en español, en octubre de este año, es una muestrea de ello: goo.gl/i4yVwN). Pero semejante conclusión no tiene ningún asidero. Parten de la consideración errónea de que el patriarcado afecta igual a todos los hombres, cuando tal consideración ni siquiera es aplicable a todas las mujeres.

En la sociedad patriarcal, todos los hombres somos socializados bajo los mandatos de la masculinidad machista, pero dentro de ese régimen social hay quienes encajaran a la perfección en dicha normativa y hay quienes no, ya sea porque no puedan o porque no quieran encajar. En tal sentido, me atrevo a afirmar que la mayoría de las aproximaciones al sufrimiento masculino producido por el machismo, parten de aquellas personas que no pueden o no quieren encajar dentro de los mandatos del régimen patriarcal, dejando fuera a todos aquellos hombres que si encajan a la perfección dentro del sistema. Si me preguntan, ellos son la mayoría.

Cuando hablamos del sufrimiento masculino, uno de los ítems más repetidos en los textos, es el de la sensibilidad. Muchos hombres declaran que el machismo los ha llevado a no poder expresar libremente sus emociones y afectos. Ello no lo pongo en duda, sin embargo, dudo mucho que el grueso de los hombres se enfrente a esa misma situación. Me atrevo a proclamar que los machos no sienten. Al respecto, hay dos hechos a considerar que apuntan en esa dirección. En primer lugar, en la sociedad patriarcal, todos los hombres somos socializados bajo los mandatos de la masculinidad machista. Uno de esos mandatos pasa por la castración de nuestros sentires. “Los niños no lloran” es la directriz más conocida y evidente con la que se nos socializa desde nuestra infancia. No sentir es un mandato cuasi militar con el que vivimos. Lo interiorizamos, lo hacemos nuestro y cuando adultos, nos conducimos en consecuencia. Si desde niños se nos enseña a no sentir, cuando adultos simplemente no sentiremos.

Aquí alguien me dirá que sentir es una capacidad humana y que esta no se puede suprimir, pero es que toda capacidad necesita ser desarrollada o de lo contrario se atrofia. Si a un hombre lo reprimen desde su infancia para que no sienta, es innegable que crecerá sin experimentar lo que es sentir, y que finalmente termine como un insensible. Un ejemplo de ello es la nula empatía de los machos hacia el sufrimiento y la opresión de las mujeres. Conmoverse por el sufrimiento ajeno es algo que se aprende, pero si a uno no le enseña ello y encima se nos inculca la noción de que la otra persona es inferior o se le animaliza y cosifica, lo más probable es que uno no se inmute por quien sufra. No es casual entonces que muchos feminicidas no demuestren el más mínimo remordimiento por su crimen o peor, lo finjan con la finalidad de minimizar su castigo.

En segundo lugar, si se nos castra el sentir, lo más probable es que no desarrollemos tampoco memoria sensible. La memoria sensible es la que nos lleva a identificar aquello que nos hace sufrir. En los machos, la falta de una memoria sensible, además de no perturbarles en su accionar  machista con los recuerdos dolorosos que puedan tener, les permite que abusen de su poder sin ningún tipo de remordimiento. Con esto no digo que aquellos que fuimos socializados como hombres no recordemos lo que hayamos sentido. Cuando reflexionamos o hacemos trabajo de introspección podemos recordar, pero la amnesia sensible en general es la que nos permite actuar como machos. Pongo un par de ejemplos. 1) Un macho tomando con sus amigos puede recordar y sentirse mal por haber masacrado días atrás a su cónyuge, pero ello no le impedirá que al llegar a casa, vuelva a masacrar a su pareja. Con su memoria sensible intacta, el sufrimiento que causó y su propio sufrimiento podrían detenerlo. 2) Un macho puede confesarle a su amigo que se sintió mal por haberle puesto los cuernos a su cónyuge, pero tan pronto se le presente la oportunidad, volverá a hacerlo sin importar cuan mal se sintió la vez anterior.

3. Pinta hecha en Argentina.
En suma, me temo que algunos de los enfoques de varones antipatriarcales que están apareciendo, se hacen a partir de una lectura errada de lo que es el machismo y de cómo nos afecta a los hombres. La comprensión de como el machismo afecta a los hombres, no puede hacerse a partir de los pocos que no encajan en la norma, sino de los muchos que si lo hacen. En tal sentido, no puede concluirse que los hombres somos víctimas del machismo, solo por que quienes no encajamos en el imperativo machista reconocemos nuestro sufrimiento. Toda persona sufre, pero ese hecho no basta para asumir que mujeres y hombres somos igualmente víctimas del machismo patriarcal. Las afectaciones y el sufrimiento de los varones y de las mujeres dentro del régimen patriarcal, no tienen el mismo origen y no producen los mismos efectos. Los hombres no somos oprimidos por alguien, ni estamos sometidos a nadie. Si los hombres fuéramos realmente víctimas del machismo, los varones hace milenios ya tendríamos cuestionamientos y discursos subversivos equiparables al feminismo y nos hubiéramos rebelado contra la opresión patriarcal hace centurias. Eso no ha sucedido y claramente se debe, a que el hombre no es, de ningún modo, víctima del patriarcado.

Se despide su amigo uranista.

Ho Amat y León.

Imágenes

1. Imagen tomada de: eldiario.es
2. Imagen tomada de: es.toluna.com
3. Imagen tomada de: revistapatria.com

viernes, 2 de noviembre de 2018

¿CELEBRAR LA CANCIÓN CRIOLLA O HALLOWEEN?


Tengan un gran día, estimadas amistades.

Como todos los años, surge la disputa cansina sobre si celebrar la canción criolla o halloween. Digo cansina puesto que los argumentos siempre son los mismos, la libertad individual versus el sentido de peruanidad. Y lamentablemente todo se termina resumiendo en alpinchismo individualizante de un lado y chauvinismo patriotero del otro. Ambas posturas terminan siendo nefastas. Vamos por partes. En una primera aproximación a la canción criolla, tenemos que no es precisamente un género pan peruano. Lo que habitualmente venimos definiendo como canción criolla, es si acaso música costeña urbana. Si partimos de que criollos somos todas y todos los peruanos, criollo también sería el huayno, el yaraví, la chicha y la cumbia amazónica.

1. Un artículo sobre la cuestión en un diario peruano.

Sin embargo, asumamos que  la lectura tradicional es englobar, bajo el término criollo, algunos géneros musicales de origen hispano y afro (vals, polka, marinera, festejo, tondero y zamacueca). Ciertamente como país, deberíamos celebrar nuestra cultura, debería haber celebraciones tanto para la música criolla, el huayno, el yaraví, la chicha y la cumbia amazónica, aunque no precisamente en un mismo día, y no con una falaz pretensión de pan peruanidad. Serían celebraciones regionales entre las cuales estaría el día de la canción criolla. Nada de esto se da. Uno de los grandes motivos por los cuales las nuevas generaciones celebran el halloween y no la música criolla, es porque se trata de una juventud que desde hace casi treinta años, vive inmersa en una sociedad en donde la cultura predominante es la del consumo capitalista. Indudablemente halloween, como festividad tradicional, no significa nada para las juventudes.

El capitalismo tomo una festividad tradicional anglosajona, la frivolizó convirtiéndola en objeto de consumo y la popularizó en todo el mundo (globalización). Si vivimos bajo la impronta de una cultura basada en el consumo capitalista ¿cómo se puede esperar que las juventudes celebren otra cosa que no sea lo que imponga el consumismo capitalista? Aquí es donde la postura de la libertad individual se me torna alpinchismo individualizante, pues se cierra sobre una supuesta libertad de elección individual, en una sociedad sometida al tren del consumismo galopante. Entonces hablar de libertades individuales fuera de todo contexto, no es otra cosa que  alpinchismo individualizante. Del otro lado, el patrioterismo chovinista y ciego asume que, por el solo hecho de que somos peruanxs, debemos celebrar la canción criolla. No es así, la cultura se vive, y lamentablemente las nuevas generaciones no han vivido la música criolla. Y lamentablemente las nuevas generaciones tampoco están viviendo el huayno, el yaraví, la chicha y la cumbia amazónica.

El gran problema es que vivimos en un país, en donde la última vez que el Estado emprendió políticas culturales importantes, fue bajo el gobierno de Velasco (hace ya 50 años atrás). Al respecto, la gente de derechas y de ideología liberal, no asume que el consumismo capitalista es un modelo cultural. Ese modelo cultural recibe apoyo del Estado y de la empresa privada (las normas, leyes y tratados a favor del libre mercado son su fundamento). Para liberales y derechosos, altamente ideologizados, el mercado es ascético y la cultura es un producto más de mercado. Sin embargo, ese mercado no surge de la nada, se engendra en la sociedad capitalista y esta sociedad surge en el mundo anglosajón. En otras palabras, el mercado ya viene cargando, no solo una forma de ver la cultura (la anglosajona, la sociedad de consumo), sino de productos culturales propios de sus sociedades de origen.

Esto queda plenamente evidenciado, con el hecho de que cuando surgió el capitalismo, vino de la mano con la colonización de los continentes americano, africano, asiático y oceánico. En estos continentes se impusieron los productos europeos (incluidos los culturales), como de mayor valía que los autóctonos y tras la descolonización esta visión prosiguió. Pensar entonces que el mercado es ascético es una soberana cojudez. Para peor, asumir que la cultura es un producto de mercado y que el mercado se encarga de posicionar los productos en condiciones de igualdad, ignorando el posicionamiento hegemónico y la situación de privilegio de la que gozan los productos occidentales (incluidos los culturales), es una completa estupidez, además de una demostración de ignorancia supina.

Frente a esta realidad, los países no occidentales deberían emprender políticas culturales, que permitan posicionar mejor sus respectivas culturas. Lamentablemente, la globalización viene imponiendo una dictadura cultural, en donde se termina imponiendo la impronta occidental. Como país, Perú, si de su acervo cultural se trata, debería instaurar un conjunto de políticas culturales, que permitan un mejor posicionamiento de su cultura frente a los embates del mercado y la sociedad de consumo. Francia es un ejemplo a seguir. Así, respecto a su cine, el país galo tiene un conjunto de normas y leyes que permiten posicionar sus films de manera relevante. Las distribuidoras y las salas están obligadas a dar espacio y hasta privilegiar las películas hechas en Francia. Como resultado, el país galo tiene una de las cinematografías más importantes del mundo occidental.

Volviendo al Perú, y tratándose de música criolla, el Estado debería tener un conjunto de normas y leyes que permitan impulsar y difundir la música criolla. Cursos en el colegio y escuelas de artes musicales con rango universitario. Necesariamente excepciones de impuestos a la producción cultural musical criolla, además de estímulos y beneficios para quienes se comprometan a su difusión. Deberían haber radios y programas televisivos destinados a la promoción de la música criolla. Deberían existir eventos culturales en donde se exponga el criollismo. Podrían haber varios "concursos" musicales, como el festival de marinera en Trujillo, con buenos premios y cuyos ganadores tengan vitrinas donde exponer su arte (las radios, programas y eventos mencionados).  Estas propuestas y otras más podrían aplicarse a todas las demás manifestaciones musicales (el huayno, el yaraví, la chicha y la cumbia amazónica). 

2. Afiche de una campaña colombiana contra el Halloween.

Sin políticas culturales que posicionen mejor la cultura peruana, seguiremos sometidos a la dictadura de la sociedad de consumo capitalista. Sin la promoción y presencia de la cultura peruana en la vida pública del país, no se puede esperar que las nuevas generaciones vivan la cultura de su país. Sin políticas culturales nacionales y regionales, las juventudes preferirán celebrar halloween, que es la festividad que viven gracias a la sociedad de consumo capitalista. Si se quiere que en el Perú se celebre la canción criolla antes que halloween, se tendría que dejar de considerar la cultura, como un producto sujeto a la elección individual en un mercado de consumo. 

Se despide su amigo uranista.

Ho Amat y León. 

Imágenes.
1. Imagen captura de elperuano.pe
2. Imagen tomada de wallsviews.co