lunes, 24 de octubre de 2016

PODER ECLESIAL Y CONTROL POLITICO (La función de las manifestaciones religiosas en el espacio público).

Queridas amistades:

Les envió mis saludos y mis mejores deseos.

Las iglesias cristianas tienen gran poder en Latinoamérica. Su poder es innegablemente político y con él, las iglesias buscan ejercer, modificar, mantener y preservar sus cuotas de poder público. Sin ese poder público, la iglesias no podrían mantener sus prebendas y privilegios (por ejemplo, el clero católico se haya en gran medida al margen de la ley, además de que las iglesias son grandes propietarias, tienen cuantiosos capitales y no pagan impuestos). Con este poder las iglesias hacen su voluntad y se benefician. Este uso del poder en pos de sus intereses y beneficios es innegablemente político, las iglesias cristianas en Latinoamérica hacen política, aunque lo nieguen con descaro. Uno de los ejemplos más claros al momento de hacer política, es cuando las iglesias quieren imponer su visión social, su cosmovisión, al conjunto de la sociedad. Bajo las directrices de un Estado laico (entendido como aquel Estado que no solo declara la separación de iglesia/Estado, política/religión, vida religiosa privada/vida ciudadana pública, sino también que hace militancia y proselitismo por el laicismo), ninguna iglesia cristiana o de cualquier fe debería hacer política. Sin embargo, la realidad es otra, cada fe religiosa, por medio de sus organizaciones institucionales, busca imponer su visión del mundo en aquellas sociedades a las cuales pertenece. En Latinoamérica las iglesias cristianas buscan imponer su cosmovisión, pues a través de su forma de ver la sociedad, adquieren influencia, adquieren poder. Si la iglesia pudiera lograr poder social sin imponer su cosmovisión, les importaría un bledo que haya gobiernos conservadores o liberales, que las mujeres aborten o que las personas homosexuales se casen.

1. Fotograma de video de la Marcha por la Vida, en Lima, en 2015 

¿Qué tan grande es el poder de las iglesias? El suficiente para obstaculizar el cumplimiento de leyes y normas, paralizar instituciones y condicionar el accionar de funcionarios y políticos. En muchos casos con ese poder pueden hasta influir sobre procesos electorales (las iglesias católica y evangélica haciendo campaña por el NO al proceso de paz en Colombia es un ejemplo de ello). En muchos casos, las iglesias actúan con dobles moral, sosteniendo públicamente algo que contravienen en privado (por ejemplo, en el referendo colombiano la iglesia católica declaraba públicamente neutralidad, mientras muchos curas se abocaban a hacer campaña por el NO y más cerca aun, aquí en Perú la iglesia católica en más de una ocasión declaró que no obliga a ningún estudiante de colegio religioso (o al alumnado del curso de religión en otros colegios) a participar de sus manifestaciones públicas, como procesiones o ceremonias rituales, y cada vez es mayor el número de madres y padres que salen a desmentir eso). Además, el poder usado para llevar a cabo estas acciones, la mayoría de las veces es soterrado, clandestino, no se ejerce públicamente, sino tras bambalinas (eso quedó demostrado con la declaración del cardenal peruano, Juan Luis Cipriani, reconociendo que el candidato Humala había acordado con él, no aprobar durante su, en ese entonces posible, mandato, leyes a favor del aborto o el reconocimiento de familias LGBT y también tómese en cuenta el asunto de corrupción del ahora ex asesor presidencial, en donde aquel funcionario público y un alto clérigo católico, el obispo auxiliar de Lima, y con supuesto conocimiento del cardenal, acordaban que no se realizaría la distribución gratuita del anticonceptivo oral de emergencia, conocido como “la píldora del día siguiente” en los establecimientos de salud pública). En suma, quieran aceptarlo o no, la iglesia es un poder fáctico en cualquier país latinoamericano.

Hay que reconocer que el poder que tienen las iglesias (la minoría de las veces) también es usado abiertamente de manera pública (como por ejemplo, la sacada fuera de temporada de las procesiones del Señor de los Milagros en Lima y la Virgen de Chapi en Arequipa, en 1990, para tratar de manipular la elección presidencial o las llamadas Marchas por la Vida y la Familia en Latinoamérica, organizadas conjuntamente por católicos y evangélicos, para oponerse al aborto y al reconocimiento de familias homoparentales). En este caso de uso abierto y público de poder, es innegable que se trata de demostraciones directas, demostraciones descaradamente políticas (y en estos casos ni se ruborizan por ese ejercicio público/político de su poder). De otro lado, hay igualmente demostraciones indirectas de poder, manifestaciones que si bien son ejercicios evidentes de poder, en apariencia no pretendan serlo. Se trata de demostraciones enmascaradas, encubiertas, asolapadas del poder de las iglesias cristianas en las sociedades latinoamericanas. Y precisamente de eso se tratan las procesiones (y de paso las misas evangélicas y católicas en las calles). Las procesiones de santos, vírgenes y cristos son puritito poder simbólico de la iglesia católica. Su presencia y permanencia es más que necesaria (para aquellas iglesias), ya que es en el espacio público donde se reafirma el poder público (su poder público). El equivalente o parangón más claro de lo que vale y significa una procesión para la iglesia, se haya en el fasto de los desfiles nazis y soviéticos. Nadie mejor que los regímenes totalitarios para demostrar cómo opera el control social y se logra el poder político a través del uso ceremonial y ritual del espacio público.

Las procesiones no son demostraciones inocentes de la piedad de las y los creyentes. La presencia de las manifestaciones religiosas en el ámbito público no es de ninguna manera natural. Así, las procesiones son el vestigio de un poder omnímodo que la iglesia católica tenía en el pasado. Hasta el siglo XIX, en la mayor parte de Latinoamérica, la iglesia papal ocupaba por completo el espacio público (y ello era pleno reflejo de su fuerte dominio público y poder político). Con la aparición de los movimientos laicos, la iglesia católica fue perdiendo poder, lo que se pudo verificar al compás de un retroceso del dominio eclesial sobre el ámbito público. Con el laicismo las leyes dejaron de basarse en los preceptos religiosos y para hacerse cumplir dichas leyes, dejó de necesitarse la participación de la iglesia. Se abolieron los tribunales religiosos y los castigos impuestos por la iglesia. Se abolieron los cortejos de humillación a las y los sentenciados por las calles de la ciudad y los autos de fe en las plazas públicas. Las actividades y manifestaciones ciudadanas en la vía pública, ya sea que tuvieran carácter político o de simple socialización, dejaron de realizarse en medio de ritos religiosos y dejaron de estar precedidas por clérigos. De la omnipresente ocupación eclesial del espacio público en la época virreinal, aún en nuestro presente, más laico y ciudadano, quedan vestigios significativos: los cortejos fúnebres, las misas católicas en las calles (y ahora evangélicas) y, sobre todo, las “benditas” procesiones. Junto al hecho de que las clases políticas deban independizarse por completo del tutelaje eclesial, la iglesia católica seguirá conservando sus elevadas cuotas de poder político, gracias en mucho al poder simbólico que proviene de las procesiones.

1. Vista nocturna de la Procesión del Señor de los Milagros

La completa expulsión de la religión del espacio público es más que necesaria, si se quiere aspirar verdaderamente a un Estado que no sea influido ni coaccionado por las iglesias cristianas. Sin presencia alguna en el espacio público, la iglesia perdería su poder político. Sin procesiones no habrían lobbys católicos. Una prueba, más que fehaciente, sobre este hecho, proviene de la situación en que se haya la cultura quechua en nuestro país. La cultura quechua fue expulsada por completo del ámbito público en el siglo XVIII. Actualmente dicha cultura se haya en estado de postración y ello se debe en gran medida a su exclusión social. La cultura quechua no tiene poder, ni siquiera para defenderse medianamente de la discriminación y marginación a las que se haya sometida. Alguien aquí me dirá que buscar someter a la religión a esa situación, es una falta de respeto y un atentado contra el derecho de la gente a profesar su fe. La realidad es que por más que se expulse a la religión del ámbito público, jamás ella correría la misma suerte de la cultura quechua. La religión está amparada por normas legales que protegen la libertad de conciencia y la libertad de cultos. La cultura quechua no está protegida por ninguna ley que se parangone a aquellas. Para peor, al considerarse la cultura un producto de mercado, ninguna cultura “minoritaria” tiene protección alguna y todas están a merced de las leyes del mercado salvaje. Y más aun, nadie en el mundo actual (ni siquiera la anarcada capitalista), considera la religión un producto de mercado. En consecuencia, mientras las manifestaciones religiosas, como las procesiones católicas o las misas cristianas callejeras, sigan ocupando el espacio público, las iglesias cristianas seguirán teniendo el poder para oponerse a todo aquello que no comulgue con la cosmovisión que promueven. Seguiremos viviendo al son que dictan los Ciprianis y los Rosas.

Se despide su amigo uranista.

Ho Amat y León Puño.

Imágenes:

1. Imagen tomada de: redaccion.lamula.pe
2. Imagen tomada de: youtube.com

martes, 2 de febrero de 2016

SUSCEPTIBILIDADES.

1. Mojigatería.
Semanas atrás tuve una discusión en Facebook a cuenta de  una expresión mía.  Lo que dije no fue del agrado de algunas personas y, además, de pedirme que no volviera a repetir lo que dije, alegaron que había herido susceptibilidades. Ciertamente no fue la gran cosa, el hecho se aclaró (no se tomó en cuenta el contexto de mi mención), pero si me pareció que el argumento de la susceptibilidad había salido fuera de toda proporción. Después de todo  susceptibilidad es una subjetividad bastante indeterminada.

Cuando en los 90’s participe en las primeras manifestaciones político públicas LGBT en el Lima y en el Perú, varias lesbianas y varios gays nos volcamos a la calle a visibilizarnos como lesbianas y gays. En ese entonces, salieron personas a cuestionar nuestra visibilización (en el primer plantón que participe en Plaza Francia en 1997 hubo una señora evangélica que, con biblia en mano, nos lanzaba sus anatemas y nadie le hizo caso). Hubo posteos en foros y cartas dirigidas a medios que hablaban de que la visibilización LGBT hería susceptibilidades, la mayoría de las veces se trataba de gente bien cucufata.

Cuando en los 2000 se realizaron las primeras Marchas del Orgullo LGBT, aparecieron primero las mujeres trans (el grueso de ellas proveniente de barrios y conos, lo que se dice estratos populares) y cuando se sumaron las discotecas, aparecieron los primeros calatos. En todo ese tiempo, no falto gente que comentaba que ver tracas cholas y ver maricones calatos hería susceptibilidades, especialmente la susceptibilidad infantil.

En general, la susceptibilidad ha sido mayormente usada como instrumento para oponerse a los cambios sociales. La imagen de la señora beata escandalizada por una minifalda o por dos gays besándose son referentes icónicos en la historia de las luchas de feministas y LGBT. Incluso en el caso de ciertas performances públicas transgresoras, que incomodan o molestan a los transeúntes, si bien hieren susceptibilidades, se trata precisamente de poner en evidencia taras como la ignorancia y el prejuicio y son plenamente válidas y legítimas en tanto se enmarquen en el derecho a la libre expresión y no violen el derecho ajeno.

2. Marcha homofóbica en Rusia.
En este contexto, el alegato sobre la susceptibilidad infantil terminaba evidenciando la ignorancia y prejuicio de las madres y los padres. Si una niña o un niño se trauma por ver a una persona trans o a una pareja homosexual besándose, es porque sus madres y padres le inculcaron una visión tan negativa de la diversidad, que las criaturas solo podían entrar en shock ante semejantes manifestaciones. Un ejemplo comparativo que deja en claro lo absurdo del alegato sobre la susceptibilidad infantil, sería el caso de hijas e hijos de madres y padres racistas, que se trauman al ser tocados por niñas o niños afrodescendientes. Actualmente nadie consideraría como sana la susceptibilidad de un niño que se trauma por entrar en contacto con niñas y niños afrodescendientes. En la misma línea, hoy en día en varias ciudades europeas millones de niñas y niños ven en su cotidianeidad, infantes y adultos LGBT y no entran a un psiquiátrico por ello.

Indudablemente, si una manifestación no busca implícita o explícitamente, directa o indirectamente agredir a nadie (digamos, violentar intencional y deliberadamente a alguien en sus derechos), recurrir a la susceptibilidad para censurar, prohibir o proscribir cualquier manifestación, supone un ejercicio autoritario y nada democrático de represión. En los casos arriba citados, quienes se oponían a ver lesbianas, gays y trans en el espacio público, recurrían a la susceptibilidad como un instrumento de represión homofóbica y transfóbica, en donde defender la susceptibilidad implicaba defender la ignorancia y el prejuicio.

3. Falsa susceptibilidad.
Ahora bien, lo dicho hasta aquí no supone una negación tajante de la susceptibilidad. Si se puede herir la susceptibilidad de una persona. Pero este sentir susceptible es un ámbito bastante subjetivo. En consecuencia, invocar la defensa de la susceptibilidad necesariamente tendría que estar basada en criterios genéricos (en el sentido de generales), “objetivos”, compartidos e identificados por toda persona. Legalmente se contemplan los criterios que sancionan la difamación, la injuria y la ofensa. Ello supone que para considerar, válidamente, que algo hiera susceptibilidades, se asume que haya una deliberada intención de difamar, ofender o injuriar, implícita o explícitamente, directa o indirectamente a una persona o a un grupo de personas. Si esa intención no existe, entonces la invocación de la susceptibilidad para no admitir o no permitir algo, es indefectiblemente una expresión de intolerancia. Es, a no dudarlo, una forma bastante perversa de imponer prejuicios e ignorancia.

Se despide su amigo uranista.

Ho Amat y León.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: raulsantoscaballero.blogspot.com
2. Imagen tomada de: alternet.org
3. Imagen tomada de: tuespacioemocional.wordpress.com

miércoles, 20 de enero de 2016

ALGUNOS APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA PROPIEDAD DEL SUBSUELO.

Un argumento medio anarco liberal, que subyace en el discurso que el periodista Mijael Garrido Lecca utiliza, en una entrevista que le hace al candidato presidencial Julio Guzmán (aquí el link: goo.gl/8jDHG5, 38’50”), aparte de que me resulta terrible y hasta peligroso, me sirve como excusa para dar una pequeña aproximación histórica a ciertas nociones de propiedad privada referidas al suelo, pero sobre todo al subsuelo. En la entrevista MGL le plantea a JG lo siguiente: “el artículo 66 de la constitución dice que los recursos minerales enterrados en el subsuelo son del estado, ese artículo es una resaca de las leyes de derecho de indias con las que España colonizó al Perú… yo le quiero hacer una pregunta muy simple ¿estaría usted dispuesto a promover, desde el poder ejecutivo, que los campesinos del Perú sean dueños de la riqueza enterrada en el subsuelo?”.

1. Mina Antamina, en Perú.
El planteamiento de MGL es peliagudo. Implica muchas cosas a considerar. Empezaré por lo que MGL lanza como una crítica social respecto a un modelo de propiedad vigente en el Perú. Me queda claro que cuando MGL habla de conceder la propiedad del subsuelo a un sujeto o grupo de sujetos particulares, tiene en mente el modelo de propiedad privada que rige en EE.UU. En el país norteamericano el propietario del suelo lo es también del subsuelo. Este modelo de propiedad estadounidense es visto por liberales y neoliberales de tendencias americanofilas como el modelo ideal de propiedad (en Europa otro es el discurso). Sin embargo, lo que parece desconocer MGL es que el modelo de propiedad que separa el suelo del subsuelo no se origina en el Perú con el virreinato, lo traen los españoles de Europa, y el modelo de propiedad que rige en EE.UU., que considera suelo y subsuelo como una unidad también fue importado de Europa.

En Europa, con el advenimiento de la sociedad moderna, se desarrolló una pugna entre el naciente estado nacional y la rancia aristocracia feudal. El estado nacional, encarnado por el rey absoluto, busco separar el suelo del subsuelo para hacerse con el control de la riqueza minera, mientras que la aristocracia feudal (ya fuera que se dedicara o no a algún tipo de actividad minera) jamás quiso cambiar sus derechos de propiedad, puesto que la propiedad eran el sustento de su situación de clase (su estatus de clase). En países como Inglaterra y España se impuso la visión separatista que le daba al estado el control del subsuelo, mientras que en Francia se mantuvo el fuero aristocrático y suelo y subsuelo no se separarían sino hasta después de la revolución de 1789. No pierdan de vista esto, pues es determinante en la explicación posterior, por mientras paso a otro asunto. Cuando surgió el capitalismo, este nuevo modo de producción no desarrolló un modelo de propiedad propio, original, sino que más bien asumió los modelos de propiedad privada preexistentes. Cuando la burguesía tomó el poder en Inglaterra y Francia, sus aliados contra otras clases sociales, en las luchas por el poder durante las revoluciones burguesas, fueron las viejas aristocracias feudales. Al no poder romper con el modelo de propiedad de sus aliados terratenientes, se contentaron con “aggiornarlo”.

Esta visión de propiedad burguesa no se mantuvo incólume, sino que tomó características particulares de aquellas realidades en donde se implantó, razón por la que, para hablar de la propiedad del suelo y subsuelo, hay que tomar en cuenta las realidades devenidas de la independencia estadounidense y latinoamericana. No es necesario abundar en el hecho de que la colonización inglesa fue muy diferente a la “colonización” española. A grandes rasgos, mientras en Norteamérica los colonos ingleses mantuvieron notables niveles de autonomía (tenían hasta parlamentos), la colonización española fue bastante estatista y centralizadora. Las colonias ingleses eran principalmente comerciales, mientras que los “colonias” españolas eran eminentemente mineras. A la corona Inglesa le interesaba beneficiarse del comercio mientras que a la corono española le interesaba beneficiarse de la minería. Para beneficiarse del comercio la corona inglesa no necesitaba ser propietaria titular de un predio, le bastaba la soberanía titular del territorio, mientras que para beneficiarse de la minería, la corona española si necesitaba no solo la soberanía del territorio, sino también la titularidad de la propiedad. Esto influyó mucho en cómo se veía a la propiedad luego de la independencia. 

Por otro lado, no es necesario abundar acerca del rol que jugó Francia en la independencia estadounidense y tampoco es necesario abundar en el rol que jugó la burguesía inglesa en la independencia latinoamericana. Para la independencia estadounidense la participación francesa fue capital, no sólo a nivel financiero, sino también ideológico, mientras que para la independencia latinoamericana la participación inglesa fue más que todo financiera. La independencia estadounidense, para buena parte de las clases ilustradas de Francia, representaba la materialización de sus ideales liberales (razón por la que no solo hubo aportaciones financieras del país galo, sino también hubo contingentes humanos de las propias clases ilustradas involucrados a distintos niveles en el proceso independentista), mientras que la independencia latinoamericana, para las clases burguesas de Inglaterra, representaba apenas el rompimiento del monopolio comercial español (razón por la que su participación financiera fue capital y su actuación militar fue nimia). Y si bien los ideales franceses influyeron tanto a estadounidenses como a latinoamericanos en sus respectivas independencias, esta influencia tuvo como techo las estructuras organizacionales de las colonias inglesa y española.

Siendo este el panorama, queda claro que la implantación de la propiedad privada en Estados Unidos y Latinoamérica sería bastante disímil. En Latinoamérica, con un régimen colonial sustentado en una infraestructura estatal fuerte, la independencia no supuso grandes transformaciones estructurales y sociales. Por ello, respecto a la propiedad, se siguió el modelo hispano y el subsuelo pasó de manos de la corona española a los estados nacionales independientes (Argentina, México, Perú, etc.). De otro lado, en Estados Unidos, con la independencia, si bien la propiedad de la tierra permaneció en manos de los antiguos colonos, ahora ciudadanos, respecto a la propiedad del subsuelo no primó la visión inglesa, sino la francesa. De acuerdo a la visión gala, el subsuelo era también propiedad del dueño del suelo. En Francia, el rey, había tratado de que la propiedad del subsuelo pasara de manos de los terratenientes al estado, pero, dado el poder de la aristocracia feudal en Francia, esto no se pudo. Los ilustrados franceses, por oposición al absolutismo monárquico, asumieron la noción feudal de la propiedad aristocrática del subsuelo y se la transmitieron a los independentistas estadounidenses. En consecuencia, mientras en Latinoamérica primó la visión moderna de la propiedad estatal del subsuelo, en EE.UU primó la visión feudal de la propiedad particular del subsuelo.

2. Estampa del medioevo.

El paso de la propiedad aristocrática del subsuelo a la propiedad estatal del subsuelo no solo suponía el fin del privilegio feudal, sino también un uso más racional del subsuelo en tanto medio de producción, ya que con la posible explotación no solo se beneficiaba un único propietario (que podía incluso no estar en condición de explotarlo), sino a toda la población a través de las regalías. El paso del subsuelo, de manos particulares a manos estatales, supone que este no se torne inútil o estéril (como ocurría con los suelos bajo el régimen feudal de "manos muertas"), sino que pueda estar a disposición de quien quiera y pueda explotarlo (en este caso el capitalista, bajo el sistema de concesiones). Para quien estudia el modelo de propiedad estadounidense, puede dar fe que la posesión del subsuelo en el país norteamericano, no siempre trajo desarrollo ni grandes beneficios para las comunidades o para el país. Todo lo contrario, beneficio únicamente al propietario (cuéntese el caso de la Standard Oil Company Inc.). Y fuera de EE.UU., en comunidades que no tenían medios para emprender grandes proyectos mineros, el modelo de propiedad particular del subsuelo sólo atrajo a capitalistas compradores, que se adueñaban de las propiedades a precios irrisorios, perjudicando a todas luces a los propietarios originarios.

Obviamente estoy casi seguro que el periodista Mijael Garrido Lecca no tenía nada de esto en mente al momento en que hizo su pregunta al candidato presidencial Julio Guzmán (para mayor abundancia el candidato JG tampoco tendría alguna noción sobre lo aquí expuesto). En todo caso, siempre es interesante repasar algunas nociones históricas cuando escuchas verter ideas a algunos periodistas, que pretender pasar por duchos cuando están en la luna.


Se despide su amigo uranista. 
Ho Amat y León.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: enfoquederecho.com 
2. Imagen tomada de: laalcazaba.org

lunes, 4 de enero de 2016

LA RAE FRENTE A LOS USOS NO SEXISTAS EN EL IDIOMA ESPAÑOL

1. El director de la RAE, José Manuel Blecua
Días atrás salió una noticia acerca de que la Real Academia de la Lengua Española había cuestionado algunas propuestas que rompían con los usos tradicionales de la lengua castellana (aquí un link de la noticia: goo.gl/g15L9y). Dichas propuestas venían siendo impulsadas por personas que afirman buscar un lenguaje menos sexista y más inclusivo. Este deseo partía de la consideración de la estructura del idioma español como marcadamente patriarcal y machista. Al respecto, la RAE cuestionaba no solo ciertos usos inclusivos (el uso de “las y los”, “todas y todos”, etcétera, que hace referencia simultánea a mujeres y varones), también cuestionaba los manuales y guías que se habían producido para introducir cambios idiomáticos que estuvieran más acorde con las aspiraciones de equidad e igualdad entre mujeres y varones (tales manuales y guías habían sido producidas por grupos feministas, centros educativos o gobiernos locales). Para plasmar estos cuestionamientos, la RAE lanzó su propio texto sobre el lenguaje sexista, donde argumenta en contra de las propuestas de cambios idiomáticos. Indudablemente la RAE está mortalmente equivocada.

2. Ñ arrobada
Empezando por el hecho de que el ámbito que maneja la RAE es la normativa, hay que dejar en claro que ese ámbito es el más cuestionado de la lingüística en tanto ciencia social. La RAE sigue viendo un idioma como si se tratara de una estructura fija, rígida, allende la vida social y sus cambios. A ello habría que sumarles que la mayoría de gente que integra la Academia (y no digo toda la gente porque no tengo información suficiente para que me conste), parece no haber tenido ni la más mínima aproximación a los estudios de género (lo que sí puedo afirmar es que ninguno de sus integrantes es feminista). Precisamente por esa falta de conocimiento sobre la esfera que abordan los estudios de género y el feminismo es que las y los miembros de la academia pueden sostener algo tan patriarcal y machista como: “los hispanohablantes no están discriminando cuando usan el masculino para designar a hombres y mujeres”. Si uno desconoce el uso de poder que se ejerce con el solo hecho de nominar o de omitir, entonces es obvio que no tendrán ni la más mínima idea del rol que ha jugado el idioma, tanto en la subordinación de lo femenino a lo masculino, como en la dominación de las mujeres por los varones. La gente de la RAE parece ignorar, que, a través de la historia, el minimizar e invisibilizar discursivamente ha sido una estrategia más de subordinación y de dominación. Eso es precisamente lo que ocurrió con lo quechua y lo andino, que terminó proscrito del ámbito público. Eso es precisamente lo que ocurrió con el homoerotismo, que terminó siendo desaparecido del ámbito público y eso es precisamente lo que ocurrió con la feminidad y las mujeres, que terminaron expulsadas del ámbito de lo público.

Y si el desconocimiento y la ignorancia de los estudios de género (ya ni se diga del feminismo) pone de manifiesto la insolvencia académica de las y los miembros de la RAE, el argumento principal que utilizan para sustentar su posición pone de manifiesto su talante conservador y hasta reaccionario. La RAE hace suyo un informe elaborado por uno de sus miembros, el lingüista español Ignacio Bosque, que lleva por título “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. En este informe el autor sostiene: “el uso genérico del masculino para designar los dos sexos está muy asentado en el sistema gramatical” español y que no tiene sentido “forzar las estructuras lingüísticas”. Por si nadie notó lo inmovilista y retardatario de ese argumento, haré un parangón, asumiendo la gramática como una estructura social. Lo dicho por Bosque se parece demasiado a lo que sostenía la aristocracia dieciochesca respecto al régimen feudal, algo más o menos como que si el antiguo régimen funcionaba de la manera en que venía haciendo desde tiempos inmemoriales, era porque así estaba dispuesto y no tenía sentido cambiarlo. Obviamente la aristocracia terrateniente, que se beneficiaba del antiguo régimen, no le veía nada malo a las estructuras del feudalismo, de la misma manera que un señor mayor de 64 años, y además varón y masculino, no le ve nada de malo a un idioma estructurado para reflejar el régimen patriarcal y machista en el que él es un sujeto privilegiado. Entonces, cuando digo que hay insolvencia académica en las y los miembros de la RAE, no es una exageración, es un hecho fáctico. Al respecto, resulta clamoroso que estas señoras y estos señores hablen de género, sin siquiera citar un estudio de género.


3. Edificio de la Real Academia Española
Para terminar, la noticia en cuestión informa también que la Academia Española, frente a las propuestas de cambio en el idioma, tomaría cartas en el asunto. Según los medios, la RAE había decidido ponerle, si no freno, al menos un límite a un modo de expresarse que considera artificial y derivado de la exposición pública. No sé ustedes pero son esta clase de declaraciones las que me llevan a pensar que las y los miembros de la Academia están bastante trasnochados. En mi paso por la universidad aprendí que si bien el habla es connatural al ser humano, los idiomas y sus gramáticas son “creaciones”, “artificios” usados por le gente para poder comunicarse. De algunos idiomas hasta sabemos el nombre del creador, así, el esperanto fue inventado por Zamenhof en 1876. Ahora bien, sabemos que estas creaciones humanas, los idiomas, no son estáticos e inmutables, han “mutado”, se han transformado con el tiempo. El español, junto con otros idiomas europeos, como el italiano, el portugués, el francés o el rumano, derivaron del latín vulgar y esa deriva solo fue posible gracias a la exposición de aquellos idiomas al intercambio social que se da en la esfera pública. Al parecer, las y los miembros de la academia deben pensar que el idioma, debe quedarse enclaustrado en el salón principal del edificio privado que alberga la RAE. 

Sin más nada que agregar, me despido, su amigo uranista.

Ho Amat y León

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1. Imagen tomada de: runrun.es
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