jueves, 25 de noviembre de 2010

LA COSIFICACIÓN DE LA PERSONA Y LA BANALIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD.


Amistades mías:
Reciban mis parabienes y mis mejores deseos.

En estos días, varios diarios conservadores titulaban en sus portadas, una frase atribuida al monarca del Vaticano y jefe de la iglesia católica: Benedicto decimo sexto, que decía: “Hay que humanizar la sexualidad”.
Esta frase es parte de un libro de reciente edición, en el que el pastor alemán se despacha con su consabida visión retrograda de la sexualidad humana, aunque para muchas y muchos creyentes el reconocimiento papal del uso del preservativo, sería un primer paso hacia un cambio mayor dentro de la iglesia.


Si digo que es retrograda es porque aún, tras varios siglos de existencia, la iglesia sigue postulando la represión como la manera verdadera de vivir la sexualidad, represión que se expresa a través del marco: sexo/matrimonio, sexo/heterosexualidad, sexo/reproducción y sexo/amor (aquí ese amor solo es “verdadero” si se conduce dentro de los otros tres parámetros).
Todo aquello que escapa a estos límites, es claramente considerado como inmoral, por no encontrarse dentro de la propuesta moral católica (y la solución moral católica para aquellas personas que no pueden o no quieren encajar en dichos parámetros, es la de reprimirse).
Sin embargo, algo que me resulta alarmante de todo esto, es que si bien la argumentación que da sustento a sus planteamientos es retrograda, algunos de sus enunciados no dejan de ser relevantes y hasta atendibles.
Expresiones como la de que “hay que humanizar la sexualidad” o la de que “la sexualidad se está banalizando”, no dejan de ser reales, a pesar de ser enunciadas por uno de los líderes del conservadurismo antiderechos en el mundo.
Lo alarmante del asunto es que sea precisamente el conservadurismo, quien se apropie de estas nociones y las flamee y esgrima como exclusivamente propias, cuando son cuestiones que trascienden las posturas de los grupos religiosos y conservadores.
Ni la humanización de la sexualidad, ni oponerse a la banalización del sexo son tareas exclusivas de la clerecía cristiana o del conservadurismo organizado, son tareas que le competen a todas aquellas personas que luchan por hacer de este mundo un lugar mejor y más humano.
Tenemos que reconocer que el capitalismo salvaje ha impuesto un mercado igualmente salvaje, en donde todo se compra y todo se vende (incluidas las personas) y donde el valor de uso ha reemplazado toda moral y ética.
Bajo este capitalismo salvaje se ha operado un proceso de deshumanización de la persona, cuyo principal objetivo era hacer de toda persona, un fácil sujeto de explotación.
El resultado de esta deshumanización de la persona se puede vislumbrar, en diversos ámbitos que van desde la economía a la cultura. Así, se encuentra que en los análisis macroeconómicos que hace los grupos de poder, la persona ha sido reducida a la condición de simple cifra estadística, mientras que en el plano cultural, el respeto hacia la persona sigue disminuido, frente a la discriminación y marginación que siempre haya nuevas formas de manifestarse.
En el extremo, este proceso de deshumanización ha llevado a la cosificación de la persona, hecho que también se manifiesta en diversas instancias que van desde la del conocimiento a la del consumismo. Así, la ciencia, bajo un ideal de abstracción, ha pretendido objetivar a la persona (donde objetivar tiene una doble acepción: la de aproximarse a la persona a través de una supuesta objetividad y la de tratar a la persona como objeto, objeto de estudio), por su parte, bajo el consumismo capitalista, la mujer primero, y luego el varón, son vistos como simples mercancías, a las cuales se exhiben como piezas de carnicería (objetos de deseo).
Más este proceso de deshumanización, que ha convertido a las personas en solo números, en solo cuerpos, en mercancías, en cosas, etcétera, no termina allí. Como consecuencia a la deshumanización de la persona, y en un proceso que se desenvuelve paralelamente, se da un proceso que banaliza muchas de las manifestaciones humanas, especialmente aquellas que han sido restringidas al ámbito privado y personal.
Es en el terreno de lo privado y lo personal donde los grupos religiosos y conservadores se ha parapetado en posiciones fundamentalistas, siendo la familia y la sexualidad los puntos más desarrollados en sus agendas.
En el caso de la sexualidad, frente al capitalismo salvaje, no resulta difícil encontrar puntos de confluencia con la clerecía religiosa y el conservadurismo organizado. Algo que solo es posible dado que el consumismo capitalista, ha desprovisto a la sexualidad humana de cualquier sentido ontológico, ético y moral (de ahí que se pueda hablar de la banalización de la sexualidad). Más aún, la sexualidad se ha visto reducida a la simpleza del placer por el placer, sin ningún tipo de implicancias o significado (en el extremo, la sexualidad ha sido convertida en un producto más del mercado).
Lo lamentable es que sean los grupos religiosos y conservadores, los que hayan iniciado una lucha por revalorizar la sexualidad humana (con discursos castrantes y antilibertarios), mientras que la progresía organizada y el activismo pro libertades sexuales aún no repara en la importancia de esta lucha.
La banalización de la sexualidad ha tenido innegables consecuencias en la sociedad humana. Al respecto, la descontrolada propagación de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y la “pandemización” del VIH SIDA, son algunos de los efectos de dicha banalización de la sexualidad. Aunque también hay que contar la dificultad que tienen los programas de información y prevención de ETS y VIH SIDA para calar masivamente entre la población.
El problema surge en el hecho de que, el desarrollo de las libertades y voliciones sexuales no ha ido aparejado con un desarrollo de las obligaciones y responsabilidades sexuales, hacia los demás y hacia uno mismo.


Precisamente los grupos religiosos y conservadores si cuentan con una ética de la sexualidad, con la discrepo rotundamente, pero que les ha permitido aglutinar y formar frentes consolidados de acción y proselitismo. Por su parte, la progresía organizada y el activismo pro libertades sexuales no han desarrollado una ética de la sexualidad, que no solo de sentido ontológico a su lucha, sino que, además, le genere sinceras adhesiones.
Trágicamente es esta falta de una ética de la sexualidad (de raigambre colectiva), la que pone (muy a su pesar) a la progresía organizada y al activismo pro libertades sexuales del lado de lo peor del consumismo capitalista y su norma mercantilista del placer por el prurito del placer.
La tarea de la progresía organizada y al activismo pro libertades sexuales pasa, necesariamente, por no ignorar la deshumanización y cosificación de la persona y la banalización y mercantilización de la sexualidad. La lucha por una sociedad más justa e inclusiva no puede seguir ignorando estos tópicos y dejando que sean los grupos religiosos y conservadores, los que sigan teniendo un papel protagónico en la lucha por la revalorización de la persona y, sobre todo, de la sexualidad.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Benedicto XVI. Foto tomada de: ensentidocontrario.com
2. Imagen tomada de: enkidumagazine.com

lunes, 15 de noviembre de 2010

ADOLESCENTES Y SEXO.

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Queridas amistades:
Las y los saludo y les hago llegar mis mejores deseos.

Recientemente, tanto en Bolivia como en Perú se hablo de despenalizar y legalizar las prácticas sexuales entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, algo que motivo la inmediata movilización de los grupos conservadores, en pos de tratar de impedir dichas iniciativas legales.

Pese a que en varios países latinoamericanos el reconocimiento del derecho de las y los adolescentes al disfrute de su vida sexual, ya es un hecho admitido a nivel jurídico legal, los grupos conservadores se siguen oponiendo a ello, en base a una línea argumental, básicamente, patriarcal y opresiva.
Precisamente, los argumentos de los grupos conservadores se pueden englobar en dos planteamientos consonantes e interdependientes.
El primero consiste en ver a las y los adolescentes como minusválidos sociales. Aquí se parte de la consideración de las y los adolescentes como incapaces de velar por sí mismos, razón por la que serian engañados, manipulados y, consecuentemente, utilizados y abusados.
El segundo argumento consiste en que las y los adolescentes no son vistos como sujetos de derechos. Aquí al no reconocerse a las y los adolescentes como capaces de afrontar su vida sexual, se les asume como potenciales víctimas necesitadas de protección, razón por la que deben estar sometidos a las decisiones y a la voluntad de las y los adultos.
Ahora, contrariamente a lo que sostienen los grupos conservadores, esta visión no es natural sino que tienen un claro origen histórico, que se remonta al siglo XIX. Esta visión tampoco es el resultado del progreso social, como sostienen los grupos conservadores desde un punto de vista maniqueamente evolucionista (punto de vista que considera que en el pasado, en tiempos barbáricos, reinaba el desorden sexual, mientras que en el presente, en tiempos más civilizados, se había progresado a vidas sexualmente ordenadas).
Lo cierto es que en muchas sociedades y culturas, especialmente en las sociedades tribales, se preparaba a las personas desde su infancia, para ir asumiendo su vida sexual, en la medida en que se crecía y se asumían responsabilidades sociales. Por tal razón, en muchas sociedades y culturas si se practicaba el sexo desde la adolescencia, más aún, en muchas de estas sociedades y culturas, el que las y los adolescentes no ejercieran su vida sexual hubiera sido visto como antinatural.
En la sociedad occidental y contemporánea, la visión que niega a las y los adolescentes la capacidad de ejercer su vida sexual, va de la mano con un proceso de “naturalización” de la llamada sexualidad, proceso en el que, con el tiempo, se fue restando autonomía a lo sexual.
Al respecto, hasta bien entrada la llamada edad moderna, se consideraba que las vivencias y prácticas sexuales estaban sujetas, en gran medida, a la voluntad de las personas (ello es lo que permitió, entre otras cosas, que las vivencias y prácticas sexuales consideradas como ilegitimas, fueran consideradas como pecados).

Para el siglo XIX, la pérdida de autonomía de lo sexual se tradujó en la consideracion de lo sexual como algo ajeno a la voluntad de las personas, como algo biológico y natual, visión que se extendió a todos los ámbitos de la llamada sexualidad: al de lo vivencial (a los estilos de vida), al de las prácticas, al de los deseos (las preferencias sexuales), al de las necesidades, al de los sexos, al de las edades, etc.
El resultado de esta pérdida de autonomía condujo a un modelo de lo sexual, considerado como normal y natural, siempre y cuando se desenvolviera entre los parámetros estipulados (matrimonio, monogamia, sexo reproductivo, heterosexualidad, moderación y adultez). Lo que quedaba fuera de este marco era considerado como sexualidad antinatural, contranatural, perversa, desviada, enferma, etc.).
Siguiendo los parámetros considerados como legítimos (matrimonio, monogamia, sexo reproductivo, heterosexualidad, moderación y adultez), el sexo entre adolescentes fue visto como intrínsecamente precoz e inmaduro, mientras que el sexo intergeneracional entre adolescentes y adultos fue visto como intrínsecamente inapropiado y anormal (aquí las y los adultos se convirtieron, automáticamente, en pedófilos o pederastas).
En el presente toda esta visión que sataniza el sexo entre adolescente y entre adolescentes y adultos no pasa de ser una postura harto prejuiciada, sostenida, principalmente, por los grupos conservadores y antiderechos.
Pero al margen de esta visión que minusvalora a las y los adolescentes, no hay un estudio serio, contundente y concluyente que sostenga la incapacidad de las y los adolescentes para afrontar su vida sexual. Es más, la realidad demuestra que varias y varios adolescentes no solo ejercen conscientemente su sexualidad, sino que, también, lo hacen con mucha responsabilidad (con lo que el mito de su incapacidad se va por el drenaje).
La realidad igualmente demuestra, que los problemas que se suscitan del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, se debe, principalmente, a la falta de formación e información sexual, negada a estos no adultos.
Entonces, el problema no radica en la legalización del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, ni tampoco en la despenalización del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos (la despenalización y legalización son solo el reconocimiento de una realidad, en la que las y los adolescentes no solo tienen sexo, sino que, además, tienen la capacidad y el derecho para hacerlo).

El problema radica en que las leyes que prohíben y penalizan sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos son expresión clara de la abdicación que hacen las y los adultos, a sus responsabilidades de formar e instruir social y sexualmente a las y los menores de edad.
En otras palabras, las leyes que proscriben y penalizan tanto el sexo entre adolescentes, como el sexo entre adolescentes y adultos, solo sirven para que las familias en particular y la sociedad en general, no asuman a cabalidad sus deberes y obligaciones para con los menores de edad.
Las prohibiciones y sanciones legales que controlan la vida personal de las y los adolescentes, son solo la forma más fácil y conveniente en la que las y los adultos (las madres, los padres, las y los maestros, las autoridades, etc.), transfieran al estado sus deberes y obligaciones sociales con las y los menores de edad.
Por lo tanto en la legalización y la despenalización del sexo entre adolescente y entre adolescentes y adultos es una medida necesaria, para que las y los adultos (las madres, los padres, las y los maestros, las autoridades, etc.), las familias en particular y la sociedad en general, asuman sus roles respectivos en la formación e instrucción de las y los adolescentes en torno a su sexualidad.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: crisalida.org.ar
2. Foto tomada de: agmagazine.info
3. Foto tomada de latinoamericajoven.com

martes, 9 de noviembre de 2010

CONTRA LOS DERECHOS DE AUTOR Y LAS PATENTES.


Queridas amistades:
Les saludo y les envió mis mejores deseos.

Días atrás, algunos diarios limeños reportaban, que el último libro de Vargas Llosa, “El Sueño del Celta”, recientemente editado en el Perú, ya había sido pirateado.
Para mí esto era algo de esperarse, pues la expectativa que generó la concesión del premio nobel al escritor peruano, había suscitado la curiosidad de muchas gentes, que esperaban, con ansias, leer la nueva novela del galardonado escritor.
Pero esta demanda no se vio atendida ni mucho menos satisfecha, ya que la casa editorial que publicaba la novela en cuestión, prefirió lanzar, primero, una edición “costosa” en vez de una edición popular. Por ello era obvio que la piratería no se iba a hacer esperar.
En tal situación, y siguiendo las leyes del mercado, una demanda siempre encontrara un proveedor que la satisfaga, en este caso, la necesidad popular fue atendida por el mercado negro.
El problema aquí no fue el mercado negro, sino los intermediarios, pues sabiendo cómo son las reglas del mercado, prefirieron aspirar a una edición que, en teoría, les reportara un amplio margen de ganancias (la mencionada edición “costosa”), que lanzar una edición popular que, a todas luces, rendiría un menor margen de ganancias.
Sin lugar a dudas, la piratería es un “mal” que aqueja a las grandes empresas que fungen de intermediarias entre quien produce y quienes consumen, ya que sus políticas empresariales van encaminadas a la consecución del máximo lucro posible.
Ahora, desde cierto punto de vista (para mi codicioso y mercenario) esta aspiración al máximo lucro es plenamente legítima, sin embargo, no por ello está exenta de sendos cuestionamientos.
Al respecto, por diversos motivos, ciertos negocios, por su carácter humanitario y social, no pueden ser asumidos como simples comercios de superfluidades (la salud pública y la cultura por ejemplo). En otros casos, ciertos negocios, a cuenta del privilegio de unos pocos, no puede ir en detrimento de las más elementales reglas del mercado (que a corto, mediano o largo plazo generan alteraciones y restricciones a la economía y al progreso).
Aquí los cuestionamientos se refieren, explícitamente, a las circunstancias, que, en el presente, rodean a los derechos de autor (el llamado copyright) y a las patentes, que en algunos casos, distorsionan el mercado y en otros casos, impiden el desarrollo tecnológico y científico.


En un principio, las leyes de derechos de autor y de patentes se dieron para reconocer el trabajo de las y los creadores, inventores y productores, es decir, que estas leyes de protección servían para que las y los creadores, inventores y productores pudieran recibir el reconocimiento y las remuneraciones por su trabajo.
Más con el tiempo, dichas leyes han dejado de proteger a las y los directamente interesados y empezaron a favorecer a los intermediarios (en gran numero grandes empresas), los cuales, en el presente, son los que más ganan y se benefician de las leyes de derechos de autor y de patentes. Tales intermediarios llegan a tener, sin lugar a dudas, una posición hegemónica y hasta dominante en la economía, ya que no solo controlan a las y los creadores, inventores y productores a través de obligatorias relaciones contractuales, sino que, también, tienen un gran poder sobre la economía, al disponer, a su voluntad, de las obras, inventos y productos a ofertarse y venderse en los mercados.


En sí mismos los derechos de autor y las patentes son normas legales proteccionistas, que conceden un monopolio a las y los propietarios de dichos derechos de autor y patentes. Por otro lado, tenemos que las medidas proteccionistas y los monopolios son completamente contrarios a una economía de libre mercado.
En consecuencia, tales normas legales dificultan la libre difusión de la cultura y las innovaciones tecnológico científicas (frenando el desarrollo cultural, tecnológico y científico); suponen sendos obstáculos a la libre competencia; desincentivan la investigación tecnológica y científica (tras establecer períodos de utilización exclusiva de las tecnologías y los logros científicos sin necesidad de mejorarlos) y dificultan el acceso de los países con menores recursos a la producción cultural extranjera y a las nuevas tecnologías.
Lamentablemente estas medidas proteccionistas y monopólicas, que en su momento salvaguardaron a creadores, inventores y productores, hoy por hoy se yerguen como privilegios que benefician, básicamente, a grandes corporaciones empresariales, que usufructúan estas medidas proteccionistas y monopólicas, en detrimento de las y los creadores, inventores y productores de un lado y del público consumidor del otro.
Son las y los creadores, inventores y productores y el público consumidor en general, los mayores perjudicados por estas desvirtuadas leyes de derechos de autor y de patentes, pues tales leyes dejan a creadores, inventores, productores y público consumidor a merced de la codicia mercenaria de las grandes compañías intermediarias, quienes ignoran y desconocen, adrede, no solo las más elementales reglas que rigen el libre mercado, sino, también, los requerimientos y necesidades de las y los creadores, inventores, productores y del público consumidor, todo ello, sin contemplaciones, a cambio de pingües ganancias.
No es casual, entonces, que una serie de músicos, cineastas, literatos, inventores y científicos en general sean las y los abanderados de una seria movida contra los derechos de autor y las patentes y que, además, apoyen a la piratería como una práctica válida y alternativa ante los abusos, arbitrariedades e injusticias de unas desvirtuadas, explotadoras y nada libertarias leyes de derechos de autor y de patentes.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: losclubpenguins.wordpress.com
2. Imagen tomada de: noticiastech.com

miércoles, 3 de noviembre de 2010

PARTIDOS POLÍTICOS.


Queridas amistades:
Les saludo y les envió mis mejores deseos.

Hace unas semanas atrás, un periodista de un programa de cable hablaba acerca de por qué en nuestro país, los partidos políticos se hallaban tan poco consolidados. Claro está, su mirada era “liberal” y por lo tanto, sus conclusiones eran las de un idealismo propio del liberalismo político, más no necesariamente se ajustaban a la realidad.

Al respecto, hay que acotar que en el sistema político democrático liberal, los partidos surgieron en la medida que la representatividad, se fue haciendo cada vez más universal. Esto quiere decir, que, en sus inicios, la democracia liberal no contaba con partidos políticos, ya que el sistema era de tipo censitario.
El sistema democrático liberal, que nació en Gran Bretaña y EE.UU. (entre los siglos XVIII y XIX), no era el populoso sistema del presente, sino un sistema restringido a los grandes propietarios, quienes eran los que tenían derechos a elegir y ser elegidos.
Siendo el grupo de electores bastante limitado, sus intereses de clase, ya sean políticos, económicos, culturales, no eran muy disimiles, por lo que no había necesidad de un aparato político que los aglutinara.
Pero en la medida que el sistema se fue abriendo a los pequeños propietarios, a los varones de diversas clases sociales, a las minorías raciales, femeninas, etc., se fue gestando la necesidad de canalizar tan creciente número de intereses disimiles entre si, a través de aparatos que puedan armonizarlos.

Aparecen así los partidos que, con el tiempo, derivaron en elites políticas, las cuales, a fin de cuentas, pueden o no representar verdaderamente los intereses de sus representados.
Desde una perspectiva liberal, los partidos son organizaciones necesarias e imprescindibles para el funcionamiento de los sistemas democráticos, pues no solo permiten, con su participación, la integración de las instituciones de representación y de gobierno, sino que además, son intermediarios entre el gobierno y la sociedad civil.
Más la realidad da cuenta de que los partidos, en muchos países, han representado y representan más bien intereses particulares de empoderados grupos sociales, que se encaraman al estado para imponer dichos intereses a las poblaciones en general.
Fuera de todo esto, lo cierto es que los partidos no necesariamente han funcionado de la manera idealista que propugnan los liberales y en muchos casos, el sistema de partidos no ha sido para nada operativo.
Situación que me lleva a plantear, si verdaderamente ese sistema partidista, surgido en el siglo XIX, puede mantenerse vigente en una sociedad como la presente, con todos los cambios sociales que han ocurrido y que están por ocurrir.
Me explico, los partidos políticos fungieron en los siglos XIX y XX, de organizaciones que, entre otras cosas, canalizaran las preocupaciones y peticiones de la población hacia los poderes del estado. Pero en el presente, con el extraordinario desarrollo de los medios de transportes y comunicaciones, que no solo han achicado las distancia y salvado los obstáculos, sino que pueden servir y han servido como instrumentos, que permiten empoderarse directamente a la población, cabe preguntar si el papel de dichos partidos puede seguir vigente (por lo menos a la manera decimonónica en que los ven algunas y algunos políticos e ideólogos liberales).

Mi impresión es que no, algo que se hace más clamoroso, frente al hecho de que en países donde la institucionalidad democrática es aún precaria, las posibilidades y alternativas de representatividades, empoderamientos y autoritarismos se multiplican notablemente. Amén del descrédito en el que caen, en muchas ocasiones, estas agrupaciones partidarias, por su politiquería, su demagogia, sus malas prácticas, su desconección con sus bases o las corruptelas que no se aclaran o se apañan, etc.  
Con ello no pretendo negar la necesidad de un sistema democrático, tan solo dejar en claro que a diferencia de las y los ideólogos y políticos liberales, a estas alturas no me resulta tan claro o tan evidente, que los partidos políticos sean el requisito esencial, imprescindible o indispensable, para que el sistema democrático necesariamente sea operativo o funcione.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: aucayacu.wordpress.com
2. Imagen tomada de: erepublik.com
3. Imagen tomada de: lancocultural.blogspot.com