lunes, 15 de noviembre de 2010

ADOLESCENTES Y SEXO.

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Queridas amistades:
Las y los saludo y les hago llegar mis mejores deseos.

Recientemente, tanto en Bolivia como en Perú se hablo de despenalizar y legalizar las prácticas sexuales entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, algo que motivo la inmediata movilización de los grupos conservadores, en pos de tratar de impedir dichas iniciativas legales.

Pese a que en varios países latinoamericanos el reconocimiento del derecho de las y los adolescentes al disfrute de su vida sexual, ya es un hecho admitido a nivel jurídico legal, los grupos conservadores se siguen oponiendo a ello, en base a una línea argumental, básicamente, patriarcal y opresiva.
Precisamente, los argumentos de los grupos conservadores se pueden englobar en dos planteamientos consonantes e interdependientes.
El primero consiste en ver a las y los adolescentes como minusválidos sociales. Aquí se parte de la consideración de las y los adolescentes como incapaces de velar por sí mismos, razón por la que serian engañados, manipulados y, consecuentemente, utilizados y abusados.
El segundo argumento consiste en que las y los adolescentes no son vistos como sujetos de derechos. Aquí al no reconocerse a las y los adolescentes como capaces de afrontar su vida sexual, se les asume como potenciales víctimas necesitadas de protección, razón por la que deben estar sometidos a las decisiones y a la voluntad de las y los adultos.
Ahora, contrariamente a lo que sostienen los grupos conservadores, esta visión no es natural sino que tienen un claro origen histórico, que se remonta al siglo XIX. Esta visión tampoco es el resultado del progreso social, como sostienen los grupos conservadores desde un punto de vista maniqueamente evolucionista (punto de vista que considera que en el pasado, en tiempos barbáricos, reinaba el desorden sexual, mientras que en el presente, en tiempos más civilizados, se había progresado a vidas sexualmente ordenadas).
Lo cierto es que en muchas sociedades y culturas, especialmente en las sociedades tribales, se preparaba a las personas desde su infancia, para ir asumiendo su vida sexual, en la medida en que se crecía y se asumían responsabilidades sociales. Por tal razón, en muchas sociedades y culturas si se practicaba el sexo desde la adolescencia, más aún, en muchas de estas sociedades y culturas, el que las y los adolescentes no ejercieran su vida sexual hubiera sido visto como antinatural.
En la sociedad occidental y contemporánea, la visión que niega a las y los adolescentes la capacidad de ejercer su vida sexual, va de la mano con un proceso de “naturalización” de la llamada sexualidad, proceso en el que, con el tiempo, se fue restando autonomía a lo sexual.
Al respecto, hasta bien entrada la llamada edad moderna, se consideraba que las vivencias y prácticas sexuales estaban sujetas, en gran medida, a la voluntad de las personas (ello es lo que permitió, entre otras cosas, que las vivencias y prácticas sexuales consideradas como ilegitimas, fueran consideradas como pecados).

Para el siglo XIX, la pérdida de autonomía de lo sexual se tradujó en la consideracion de lo sexual como algo ajeno a la voluntad de las personas, como algo biológico y natual, visión que se extendió a todos los ámbitos de la llamada sexualidad: al de lo vivencial (a los estilos de vida), al de las prácticas, al de los deseos (las preferencias sexuales), al de las necesidades, al de los sexos, al de las edades, etc.
El resultado de esta pérdida de autonomía condujo a un modelo de lo sexual, considerado como normal y natural, siempre y cuando se desenvolviera entre los parámetros estipulados (matrimonio, monogamia, sexo reproductivo, heterosexualidad, moderación y adultez). Lo que quedaba fuera de este marco era considerado como sexualidad antinatural, contranatural, perversa, desviada, enferma, etc.).
Siguiendo los parámetros considerados como legítimos (matrimonio, monogamia, sexo reproductivo, heterosexualidad, moderación y adultez), el sexo entre adolescentes fue visto como intrínsecamente precoz e inmaduro, mientras que el sexo intergeneracional entre adolescentes y adultos fue visto como intrínsecamente inapropiado y anormal (aquí las y los adultos se convirtieron, automáticamente, en pedófilos o pederastas).
En el presente toda esta visión que sataniza el sexo entre adolescente y entre adolescentes y adultos no pasa de ser una postura harto prejuiciada, sostenida, principalmente, por los grupos conservadores y antiderechos.
Pero al margen de esta visión que minusvalora a las y los adolescentes, no hay un estudio serio, contundente y concluyente que sostenga la incapacidad de las y los adolescentes para afrontar su vida sexual. Es más, la realidad demuestra que varias y varios adolescentes no solo ejercen conscientemente su sexualidad, sino que, también, lo hacen con mucha responsabilidad (con lo que el mito de su incapacidad se va por el drenaje).
La realidad igualmente demuestra, que los problemas que se suscitan del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, se debe, principalmente, a la falta de formación e información sexual, negada a estos no adultos.
Entonces, el problema no radica en la legalización del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos, ni tampoco en la despenalización del sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos (la despenalización y legalización son solo el reconocimiento de una realidad, en la que las y los adolescentes no solo tienen sexo, sino que, además, tienen la capacidad y el derecho para hacerlo).

El problema radica en que las leyes que prohíben y penalizan sexo entre adolescentes y entre adolescentes y adultos son expresión clara de la abdicación que hacen las y los adultos, a sus responsabilidades de formar e instruir social y sexualmente a las y los menores de edad.
En otras palabras, las leyes que proscriben y penalizan tanto el sexo entre adolescentes, como el sexo entre adolescentes y adultos, solo sirven para que las familias en particular y la sociedad en general, no asuman a cabalidad sus deberes y obligaciones para con los menores de edad.
Las prohibiciones y sanciones legales que controlan la vida personal de las y los adolescentes, son solo la forma más fácil y conveniente en la que las y los adultos (las madres, los padres, las y los maestros, las autoridades, etc.), transfieran al estado sus deberes y obligaciones sociales con las y los menores de edad.
Por lo tanto en la legalización y la despenalización del sexo entre adolescente y entre adolescentes y adultos es una medida necesaria, para que las y los adultos (las madres, los padres, las y los maestros, las autoridades, etc.), las familias en particular y la sociedad en general, asuman sus roles respectivos en la formación e instrucción de las y los adolescentes en torno a su sexualidad.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: crisalida.org.ar
2. Foto tomada de: agmagazine.info
3. Foto tomada de latinoamericajoven.com

1 comentario:

  1. me parece bien la despenalizacion siempre y cuando la educacion sexual acompañe al adoslescente desde la cuna. Es ultra peligroso desentenderse de los hijos en materia sexual, el indice de contagio de enfermedades de transmision sexual es terrorifico!!!! Les comparto esta nota super interesante sobre sexo adolescente --> http://www.entremujeres.com/hogar-y-familia/hijos/adolescentes-sexo-sexualidad-its-infecciones-transmision-sexual-hiv-vih-sida-sifilis_0_371962801.html

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