lunes, 23 de marzo de 2009

VIAJE A TRAVÉS DE LOS SEXOS.

Queridxs amigxs:
Nos encontramos aquí nuevamente y espero que todxs estén con buena salud.

El sábado pasado salió en algunos medios, la noticia sobre una actriz peruana, Ana María Varela, quien se había hecho un tratamiento hormonal y se encontraba a la espera de una operación de reasignación de sexo. Como tituló en su portada el tabloide peruano “Ojo”: “Ana María Varela se confiesa transexual”. Varios años atrás, Sergio Cava, el vocalista del grupo rockero “Jas” (banda musical peruana bastante exitosa en la década de los 80’s), hizo lo propio, aunque causando un mayor revuelo mediático. Ellos son, por estos días, Ariel y Fiorella respectivamente.
Sobre estos cambios leí en diversos medios, desde periódicos hasta internet, comentarios de toda índole, de apoyo y solidaridad, de rechazo y repudio, siendo la característica que los antagonizaba, la aceptación o negación de la nueva condición de aquellas personas. La gente discutía sobre si: ¿Ariel es varón o mujer?, ¿Fiorella es mujer o varón?
A mi el asunto me resultó mas bizantino, que discutir acerca de cual huevo es mas alimenticio ¿el blanco o el rosado? Y claro esta, que el nivel intelectual de muchos que participan en estos dilemas, es, a todas luces, el mismo.
Empecemos por el principio, la categoría sexo, como instrumento de clasificación de los seres humanos, es tan artificial como las plantas de plástico, que abundan solo por obra y gracia del mal gusto.
Si quieren continuar leyendo, espero que digieran lo que viene.
La división de la sociedad en mujeres y varones fue establecida por el patriarcado, como una forma de ordenamiento y organización del grupo humano, allá en la lejanísima edad de piedra. Lo cual nos convierte, a todxs nosotrxs, que seguimos aferrándonos al uso de la primitiva distinción mujer/varón, en legítimxs cavernarixs.
Como sostienen todxs lxs feministas y marxistas, si las diferencias entre los géneros perduran, es por que con ella el grupo dominante, los varones, mantienen su posición jerárquica y de poder sobre las mujeres. Es principalmente por ello, que la separación genérica de la sociedad en mujeres y varones, aún tras el fin de la edad de piedra, y con todos los avances del conocimiento científico, no logra ser abolida.
Con el transcurrir de los milenios, uno de los tantos saberes humanos, que asumió ciertas pretensiones científicas (llamémosle saber científico), tomo esta patriarcal diferenciación mujer/varón y le puso el nombre de “SEXO”. Según este mismo saber científico, todos los seres humanos podemos ser clasificados por una sola característica de nuestros cuerpos. En tal sentido, la humanidad se clasificó por un lado, en razas, a partir de un solo órgano del cuerpo, la piel (o más específicamente, su color), y por el otro lado, en sexos, a partir de una sola parte del cuerpo, los genitales.


Si tratamos de mirar el asunto de la transexualidad en la forma mas objetiva posible, nos daremos cuenta que el cuerpo humano tiene muchas características morfológicas, anatómicas, y que, de entre todas ellas, el saber científico, solamente desde la llamada edad moderna, escogió prejuiciadamente los genitales y a partir de ellos, ordeno los demás caracteres corporales. Es de este modo, que a partir de la vagina se definió a las mujeres y a partir del pene se definió a los varones. Con anterioridad a ello, las diversas sociedades y culturas del mundo jamás centraron su definición del cuerpo en la vagina o el pene, sino más bien, visualizando al cuerpo como un conjunto global. Al respecto, la palabra latina “sexus”, hasta la edad media, se refería a la totalidad del cuerpo y no a los genitales.
Por consiguiente, las diversas sociedades y culturas que han existido y que existen en el mundo, jamás limitaron sus sujetos sociales a mujeres y varones. Al respecto en la antigüedad, allí donde existieron dioses hermafroditas o asexuados, se considero a las personas que mostraban dichas características (el hermafroditismo o intersexualidad y la asexualidad o ausencia de genitales), como sujetos legítimos y distintos a la mujer y al varón (ojo, ni la intersexualidad o la asexualidad son anormalidades y se estima que ellxs son, aproximadamente, el 5 % de la población).
Más aún, dado que muchas sociedades y culturas humanas jamás limitaron su visión del cuerpo a los genitales, tampoco limitaron el género de las personas a solo dos posibilidades (la feminidad y la masculinidad), encontrándose así, en muchas sociedades y culturas, tres, cuatro, cinco y hasta mas géneros.
La ciencia, la verdadera ciencia (llamémosle conocimiento científico), jamás limitaría su definición del cuerpo a los genitales, sino que definiría el cuerpo tomando en cuenta todas sus partes, es decir, que el cuerpo solo puede ser definido como una totalidad.
Nos encontramos entonces, con un estira y afloje que se remonta al siglo XIX. Desde aquella centuria, diversos científicos vienen cuestionando la diferenciación sexual varón/mujer, por lo que en la actualidad, la disputa se centra en dos polos. De un lado, el saber científico, respaldado por lxs reaccionarixs, quienes sostienen que la diferencia sexual es una esencia humana, y de otro lado, el conocimiento científico, respaldado por lxs progresistas, quienes sostienen que la diferencia sexual es una construcción social. Para lxs primerxs, las personas transexuales jamás dejarán de ser del sexo con el que nacieron, para lxs segundxs, las personas transexuales son del sexo que quisieron ser.
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Dentro del primer grupo, están lxs que se refugian en la genética, y sostienen que los cromosomas son, indefectiblemente, la base que fundamenta la división de la humanidad entre dos únicos sexos: el de hembra y el de macho. Sin embargo, no todos las personas son XX y XY, encontrándose mcuha gente con cromosomas XYY, XXY, XXXY, XO, XO/XY, etc., (se encuentra además, que el numero de genes entre un cromosoma y otro, es bastante reducido, lo que significa que los cromosomas distintos, tienen en común la mayor parte de su carga genética).
Acabemos de una vez. ¡Vive y deja vivir! es un buen lema para una sociedad civilizada (como la que pretendemos ¿o no?), lamentablemente siempre encontramos a algún(a) fanáticx recalcitrante, que sale con aquello de que el sexo con el que nacen las personas transexuales es lo único que cuenta.
Frente a esto, como personas civilizadas que somos, solo nos queda tratar de convencerlos de que en pleno siglo XXI, su añoranza del paleolítico superior es, verdaderamente, lo único que no importa.
Fiorella es una mujer y Ariel es un varón y lo único verdaderamente importante, es el respeto a las personas, sin importar su posición económica, su raza o su cambio de sexo.

Saludos de su amigo uranista.

Ho.

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