Amistades mías:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.
En el presente, se vienen realizando diversos congresos mundiales de familias, que en realidad son reuniones de grupos conservadores, que se congregan para defender y promover su particular ideal de familia, el nuclear, conformado por un matrimonio heterosexual monogámico con una obligatoria descendencia consanguínea.
Sin embargo, este modelo ideal de familia no necesariamente se corresponde con la realidad. Tan solo en occidente hay familias de hijas y/o hijos con madres y padres solteros, matrimonios o convivientes sin descendencia, hermanas y/o hermanos sin padres, parejas homosexuales, etc.
Y si salimos de occidente, a otras sociedades o épocas, se encuentran otros modelos como el de la familia poligámica, la familia poliándrica, familias no consanguíneas, familias extensas, etc. Precisamente este último tipo de familia, el extenso (y no el nuclear), ha sido, a lo largo de la historia, el modelo de familia hegemónico.
Recién con la revolución industrial surge el modelo nuclear, es decir, que este modelo de familia tiene un origen eminentemente social, pues responde a circunstancias históricas determinadas.
Una de esas circunstancias tiene que ver, con la perdida de relevancia de la familia en el contexto social. Así, en distintas sociedades y épocas, la familia fue, a la vez, unidad de convivencia y unidad de producción (por lo que su relevancia socioeconómica era notable), pero en el presente la familia es solo una unidad de convivencia (por lo que su peso socioeconómico es mínimo).
Esta pérdida de relevancia social ha llevado a que la familia sea circunscrita al ámbito privado, en donde las relaciones familiares se confunden con otras relaciones sociales.
Ello ha conllevado a que un sector importante de la población, no reconoce algunas relaciones familiares como tales. Al respecto, es bastante común que mucha gente no considere el vincularse afectivamente a otra persona como el inicio de una familia, sino que empiecen a “contar” a partir de la tenencia de un hijo o hija (lo que refuerza, de paso, una visión heteronormativa de la familia).
Indudablemente el modelo nuclear y heteronormativo de familia es promovido, como modelo único, desde diversas instancias de poder, desde la familia al estado, razón por la que muchas personas, se identifican emocionalmente con él y lo reclaman como aspiración legítima.
Siendo el modelo nuclear y heteronormativo el único modelo de familia reconocido socialmente, se encuentra inscrito en la normatividad jurídico legal de los diversos estados del mundo, lo que lo convierte en un modelo inamovible y, hasta, anquilosado.
En tales circunstancias, las posibilidades de diversificación familiar se vuelven harto dificultosas, pues no solo la carencia de referentes sobre diversidades familiares se torna un obstáculo complicadísimo de afrontar, sino que la normatividad, elevada al rango de ley, la hace prácticamente inmutable.
Hablar de inmutabilidad no es una exageración, ya que si los cambios en las leyes dependen, entre otras cosas, de la masificación de las costumbres, entonces el reconocimiento de las diversidades familiares pasaría a depender de la proliferación de familias alternas al modelo nuclear y heteronormativo.
Sin embargo, siendo este modelo oficial de familia el único referente social y legal existente, las posibilidades de que las personas aspiren a otras alternativas se tornan bastante limitadas. Y si a ello le sumamos el hecho de que, no habiendo otras posibilidades, la gente no explore ni experimente al modelo familiar oficial y único (dándose la situación de que si las necesidades o querencias personales no se realizan dentro de este modelo, no se atribuye tal “frustración” a la no correspondencia de la diversidad humana con dicho modelo único, sino que se asume como un fracaso personal).
Mas la familia, tener una o formar una, no tendría por qué limitarse a una pareja heterosexual, monogámica, casada y con descendencia consanguínea, pues las posibilidades de articulación familiar son realmente infinitas. Así, a lo largo de la historia, y en cada sociedad y cultura, se encuentra familias con constituciones internas diversas, variadas formas de concebir las estructuras de parentesco y hasta diversos tipos de relaciones familiares.
Aquí algunos ejemplos de diversidades familiares: en muchas sociedades tribales las relaciones de parentesco son relaciones sociales antes que consanguíneas; en otras tantas sociedades tribales la descendencia se da por línea materna (y no siguiendo el apellido paterno como ocurre en occidente); en la antigua Grecia los bienes materiales eran parte integral de la familia, razón por la que los esclavos eran parte integral del grupo en tanto propiedades privadas; entre los incas el antepasado familiar era el jefe vivo de la familia y no un lejano antecesor como se considera en occidente; en el Japón medieval la posición de cada familiar variaba en relación a los miembros familiares de mayor rango, de menor rango o los iguales (mientras que en occidente dependían únicamente del jefe de la familia); en la mayoría de las socidades con familias extensas el principal vínculo familiar era el de filiación (y no el matrimonial como ocurre en occidente), etc.
En el presente, si bien se puede hablar de cierta apertura hacia las diversidades, los contadísimos casos de alternativas familiares admitidas socialmente se deben a circunstancias varias. Cuéntese aquí a parejas heteros con hijos adoptivos, a hijas y/o hijos con madres o padres solteros, a parejas homosexuales reconocidas o sin reconocer legalmente, etc. Pero es innegable que su progresiva admisión se debe, principalmente, a su proximidad al modelo oficial y único de familia.
Aquí algunos ejemplos de diversidades familiares: en muchas sociedades tribales las relaciones de parentesco son relaciones sociales antes que consanguíneas; en otras tantas sociedades tribales la descendencia se da por línea materna (y no siguiendo el apellido paterno como ocurre en occidente); en la antigua Grecia los bienes materiales eran parte integral de la familia, razón por la que los esclavos eran parte integral del grupo en tanto propiedades privadas; entre los incas el antepasado familiar era el jefe vivo de la familia y no un lejano antecesor como se considera en occidente; en el Japón medieval la posición de cada familiar variaba en relación a los miembros familiares de mayor rango, de menor rango o los iguales (mientras que en occidente dependían únicamente del jefe de la familia); en la mayoría de las socidades con familias extensas el principal vínculo familiar era el de filiación (y no el matrimonial como ocurre en occidente), etc.
En el presente, si bien se puede hablar de cierta apertura hacia las diversidades, los contadísimos casos de alternativas familiares admitidas socialmente se deben a circunstancias varias. Cuéntese aquí a parejas heteros con hijos adoptivos, a hijas y/o hijos con madres o padres solteros, a parejas homosexuales reconocidas o sin reconocer legalmente, etc. Pero es innegable que su progresiva admisión se debe, principalmente, a su proximidad al modelo oficial y único de familia.
La admisión de otros modelos familiares, más alejados al modelo oficial y único, como en el caso de las familias poligámicas, las relaciones tríadicas, los grupos afectivos no sexuales, etc., dependería, entre otras cosas, del quiebre de la normatividad legal vigente, pues ello, hasta cierto punto, permitiría el reconocimiento legal de familias alternativas y la progresiva aparición y consolidación de nuevos referente familiares.
La lucha por una verdadera diversidad familiar no pasa por tratar de que todas las personas, encajen, de una u otra manera, dentro del modelo de familia nuclear y heteronormativo, sino porque ese modelo oficial deje de ser presentado y refrendado como único y que, además, dejen de promoverse sus vinculaciones, la de la pareja y la de la descendencia consanguínea, como únicos medios posibles de constituir una familia.
La lucha por una verdadera diversidad familiar no pasa por tratar de que todas las personas, encajen, de una u otra manera, dentro del modelo de familia nuclear y heteronormativo, sino porque ese modelo oficial deje de ser presentado y refrendado como único y que, además, dejen de promoverse sus vinculaciones, la de la pareja y la de la descendencia consanguínea, como únicos medios posibles de constituir una familia.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1. Familia nuclear. Imagen tomada de: picses.eu
2. Familia extensa. Foto tomada de: es.wikipedia.org
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