miércoles, 6 de octubre de 2010

DE PENES Y COPULAS.

Queridas amistades:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.

De penes.
En una anterior entrega, escribí acerca del tamaño del pene y afirme, categóricamente, que no se puede hablar de un tamaño promedio en su longitud, que no hay tamaños estándar en relación al pene.
Más no tardaron en plantearme cuestionamientos a tal aserción bajo dos criterios. El primero era que hay varias y varios autores y sexólogos que hablan de tamaños promedio o estándar y segundo, que a partir de una supuesta “constatación” experimental o vivencial, la realidad demostraría lo contrario.
Sobre el primer punto. Yo plantee la existencia de una relación de proporcionalidad entre el tamaño del pene y el tamaño de la persona. Así, si mayormente las personas altas tienen extremidades grandes y manos y pies grandes y las personas bajas mayormente tienen las extremidades chicas y las manos y pies chicos, por correlación, el pene de los primeros será mayormente grande y el de los segundos será mayormente pequeño. Indudablemente se dan excepciones: altos con manos y pies pequeños y bajos con manos y pies grandes, altos con penes pequeños y bajos con penes grandes.


Ciertamente hay diversas y diversos autores y sexólogos que hablan de tamaños promedio o estándar, pero la mayor parte de estas y estos estudiosos, no explican la fuente de sus datos. Es más, no tengo conocimiento de algún estudio científico serio y critico que sirva de base a las afirmaciones sobre el tamaño promedio o estándar del pene.
Aquí con todo derecho me preguntaría: ¿en qué baso entonces mis afirmaciones? Mi respuesta es simple. Siendo el pene una regularidad más del cuerpo humano, al igual que otras partes de la morfología corporal, este no tendría por qué tener medidas no proporcionales con el resto del cuerpo.
Más aún, los diversos estudios sobre “razas” apuntan a que existe una correlación de proporcionalidad entre la estatura, el tronco y las extremidades. Y a ello habría que agregar, que los estudios más actualizados sobre la estatura humana, descartan, por completo, el que haya una estatura humana promedio o estándar, algo que se fundamenta en el hecho de que a través de diversos estudios, se ha probado que la estatura no depende únicamente de la genética, sino también de la alimentación tanto del individuo, como del grupo poblacional a través de varias generaciones.
Si los estudios apuntan a que hay una estrecha relación entre el tamaño de la persona y las proporciones del cuerpo y que además, no hay una estatura humana promedio o estándar, entonces no hay base científica para plantear: por un lado, que una parte del cuerpo (en este caso el pene), no guarde relación de proporcionalidad con las demás partes de la morfología corporal y por otro lado, que dicha parte del cuerpo (el pene) deba ser promediada o estandarizada en forma particular.
Sobre el segundo punto, se me ha planteado que, en base a la constatación experimental o vivencial de ciertas personas (constatación que tendría que ver con la observación de muchos penes), no habría relación de proporcionalidad entre el tamaño del pene y las demás dimensiones corporales.
Confieso que el asunto me resulta bastante cómico, pues si muchas personas cayeran en plena cuenta de todas las implicancias de su error de percepción, quizás no hablarían del asunto con tanta pretendida autoridad.
Al respecto, los estudios sobre razas, para llegar a la conclusión de que hay una relación entre el tamaño y las proporciones del cuerpo, tuvieron que hacer miles y miles de mediciones de antropometría, sobre miles y miles de individuos “representativos”.
Tomemos como referencia el estudio Kinsey. En este estudio, para arribar a sus conclusiones, se tomo una muestra aproximativa de poco menos del 0.01 % de la población estadounidense de aquel entonces (aproximadamente 150 millones de personas en 1948). De la misma forma, para poder hablar de la longitud del pene a partir de la constatación experimental (ya no de la vivencial), se tendría que tener una muestra de cerca del 0.01 % de la población varonil, para poder hablar con cierta autoridad. Es decir, que si hablamos de la población mundial, de un aproximado de más de 6 mil millones de gentes, de entre las cuales la mitad serian varones, para poder hablar de una muestra seria, se tendría que haber medido más de 300 mil penes, de varones de todas las clase sociales, razas y orientaciones sexuales, para recién poder hablar con cierta autoridad de constatación experimental o ¡vivencial!
Por lo tanto, como la posibilidad de demostrar que se han medido siquiera 3 mil penes (aproximadamente la mitad de la cifra de varones que uso Kinsey), es muy improbable, resulta bastante increíble que se hable, tan alegremente, de la constatación experimental o ¡vivencial! de las dimensiones del pene.

De copulas.
Pasando a la otra cuestión, hace poco nuevamente se me presento, en forma indirecta, el tema de la importancia de la duración en la copula (ya sea coital o anal) y me parece o me queda la impresión, de que mucha gente cree que hay una estrecha relación entre la duración y la satisfacción sexual, es decir, que mucha gente esta creyendo que la satisfacción sexual depende en mucho de la duración de la copula (ya sea coital o anal).
Aquí me temo que la visión televisiva y cinematográfica del sexo se está imponiendo a la realidad. Así, desde las series y películas (y especialmente la pornografía), se está difundiendo la creencia de que el sexo es bueno solo si es maratónico y que quien dura más es quien lo hace mejor.
A todas luces, esta visión tiene como principal referente a la pornografía, pero también está relacionada con la cultura del gimnasio.


Por un lado, y obviando el hecho de que la pornografía es ficción, mucha gente parece asumir que las performances de los actores porno, son sinónimo de buen sexo. Por otro lado, por un perverso juego de mimesis, se visualiza el sexo como un ejercicio y si el ejercicio para mantenerse en forma, solo es efectivo si es prolongado, entonces, el sexo solo es bueno si es igualmente prolongado.
Sobre la pornografía, parece que a mucha gente no le entre en la cabeza que la pornografía no es real y que las maravillosas performances de algunos actores o actrices son solo actuación y están respaldadas por un fantástico trabajo de edición (de ahí la ilusión de horas y horas consecutivas de sexo).
Con relación al ejercicio, los paralelos que se establecen entre el ejercitarse y el tener sexo no pasan de ser superficiales, pues si bien se suda y hay aumento del ritmo cardiaco, hay cansancio posterior y ciertos beneficios a la salud, los parangones no van más allá.
Así, el sexo es parte de nuestra necesidad de placer, el ejercicio no. La práctica sexual es placentera por donde se le mire, mientras que el ejercicio es una forma de tortura autoinflingida. El ejercicio es parte de un estilo de vida, mientras que el sexo es inherente a nuestro ser y trasciende la cultura (o sea, los estilos de vida entre otras cosas). La falta de ejercicio puede ir en detrimento a la salud, mientras que la no tenencia de sexo no resulta perjudicial bajo ninguna circunstancia.
En suma el ejercicio físico y la práctica sexual no son comparables, ni necesariamente asimilables. Son dos ámbitos claramente distinguibles. Suponer, entonces, que se encuentran en el mismo plano no es, de ninguna manera, razonable.
La duración, bajo ninguna circunstancia, es sinónimo de buen sexo. Inclusive muchas y muchos sexólogos sostienen que la preocupación por la sola duración, puede conllevar a que muchas personas terminen, no por satisfacción, sino por cansancio.
Durar no es sinónimo de quedar satisfechos, de ahí que lo importante no sea lo prolongado de la “faena”, sino la conexión que se establezca. Ojo, cuando hablo aquí de conexión, me refiero a que las personas involucradas en la práctica sexual, han alcanzado cierta empatía sexual, que les permita satisfacerse mutuamente.
Ello supone que no se necesita durar largas horas, para tener buen sexo, sino que se necesita tener práctica, experiencia o “maña” para saber hacerlo. En otras palabras, el sexo puede durar pocos minutos o varias horas, pero lo único importante es que las y los involucrados queden satisfechos. El buen sexo, entonces, implica práctica y experiencia antes que duración.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: mele-lasexualidadenlosadolescentes.blogspot.com
2. Foto tomada de: noelandia1987.spaces.live.com

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