Reciban mis saludos y mis mejores deseos.
Al finalizar la primera guerra mundial en 1918, sobre lo que fuera el vasto imperio ruso se irguió un nuevo estado, que a partir de 1922 de llamaría Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El proceso revolucionario que llevó a la instauración de aquel nuevo estado (conjuntamente con las ideas que llevaron a dicho proceso revolucionario), conmociono al mundo, al extremo que en varios países del orbe, se concitaron una serie de movimientos simpatizantes, en el seno de diversos sectores sociales y/o políticos.
Incluso en algunos países, como en Alemania y Hungría, se dieron levantamientos revolucionarios que a la postre fracasarían, aunque no sin dejar hondas huellas en sus respectivas sociedades.
La propagación de este fantasma revolucionario conllevó a que las potencias occidentales, vencedoras de la primera guerra mundial, buscaran constreñirlo estableciendo un verdadero “cordón sanitario” alrededor de la Unión Soviética.
Décadas después, tras la segunda guerra mundial, el mundo quedo dividido entre dos bloques contendientes (la llamada “Guerra Fría”). En occidente, el bloque capitalista quedo liderado por los Estados Unidos, mientras que en oriente, el bloque soviético quedo liderado por la Unión Soviética.
Este contexto social debe tenerse muy presente, pues desde la primera guerra mundial las potencias occidentales realizaron una permanente campaña de satanización de las ideas socialistas, distorsionándolas, tergiversándolas y hasta alterándolas según sus intereses y conveniencias.
Una primera muestra de este oscurantismo hacia el socialismo, es el referido al desconocimiento de la capacidad intelectual de Carlos Marx. Este pensador alemán no solo era filósofo y político, también era sociólogo e historiador, es decir, que Marx era un científico social y su impronta en las ciencias sociales, es tan importante como la de Newton en las ciencias naturales.
A partir del sustrato científico sociológico e histórico, Carlos Marx elaboro su visión filosófica y sus teorías políticas (el llamado socialismo científico) y he aquí una de las ventajas del socialismo frente a otras ideologías (como el liberalismo, el posmodernismo, etc.), su sustrato científico no solo le permite un análisis crítico de la realidad, sino que, además, le permite reelaborar permanentemente sus planteamientos filosóficos y políticos.
Ello significa, a despecho de muchos de sus detractores, que el socialismo no es solamente pura ideología.
Surge aquí la primera diferenciación entre socialistas y pseudo socialistas o socialistoides. Mientras los primeros son críticos con sus ideas y se permiten reformular sus planteamientos filosóficos y políticos, los segundos son dogmaticos, es decir, que asumen sus ideas filosóficas y políticas como verdades apodícticas.
Más las diferenciaciones no quedan allí. Durante toda la “Guerra Fría” y hasta después de ella, el socialismo ha sido vinculado con los peores regímenes dictatoriales y totalitarios del siglo XX.
La Unión Soviética de Stalin, la China Popular de Mao, la Corea del Norte de Kim Il Sung y Kim Jong Il, la Cuba roja de los Castro, la Kampuchea Democrática de Pol Pot, los “Afro Comunismos” de Angola, Etiopia y Mozambique, la Bolivariana Venezuela de Hugo Chávez, etc., ninguno de estos regímenes han sido o son socialistas, aunque sus dictadores denominaran y denominen a sus estados como tales y sus adalides y defensores juren y perjuren que ello es así.
Surge aquí la segunda diferenciación entre socialistas y pseudo socialistas o socialistoides. Aquellos que consideran los regímenes soviético, chino, cubano, etc., como socialistas, pasan por alto que el socialismo jamás postulo las dictaduras personalistas de “líderes” que se presentaron o presentan como salvadores de sus sociedades (el culto a la personalidad del "lider" es un ejemplo de esto último). El socialismo propugna, en principio, la toma de poder de los grupos sociales trabajadores, oprimidos y explotados, grupos que se organizarían como partidos para autogobernarse (esto desembocaría, tras un proceso de transformaciones y cambios, en un gobierno popular sin diferenciaciones sociales, de clase, etnia, género, etc.).
Entonces, para los socialistas el gobierno debe pasar, a fin de cuentas, a manos del pueblo; mientras que los pseudo socialistas o socialistoides aplauden las dictaduras unipersonales.
En esa misma línea, mientras que los socialistas aspiran a que las competencias del estado pasaran a manos del pueblo (con lo cual el estado se reduciría); para los pseudo socialistas o socialistoides el engrandecimiento y burocratización de los estados soviético, chino, cubano, etc., no merecían ningún cuestionamiento.
Otro punto más de diferenciación entre socialistas y pseudo socialistas o socialistoides proviene de la influencia (¿contaminación?) de ciertas ideas filosóficas posmodernas (que en tanto ideas filosóficas no son verdades científicas), que son asumidas como si fuesen compatibles con el socialismo.
Se trata aquí del relativismo posmoderno, que entre otras cosas, sostiene que no existen conocimientos de carácter universal y alcances generales (todo es relativo) y, en consecuencia, todos los sistemas culturales merecerían tomarse en cuenta, ya que tendrían intrínsecamente igual valor.
Aquí surge la confusión de muchas y muchos que se dice socialistas, pues confunden el principio de igualdad de todos los seres humanos, propugnado por el socialismo, con la igualación de todas las manifestaciones y sistemas culturales humanos, algo propugnado por el posmodernismo relativista y que, a todas luces, resulta inadmisible.
Para el socialismo, el progreso supone la superación de ordenamientos y organizaciones dominantes, opresivas y explotadoras. Esto significa que las estructuras económicas, jurídico políticas e ideológicas necesariamente se transformarían, cambiarían, si la constitución y el funcionamiento de los diversos ordenamientos y organizaciones sociales cambia.
En buen romance, la igualdad a al que conduciría la abolición de la dominación, opresión y explotación, necesariamente haría desaparecer muchas manifestaciones y sistemas culturales. Contrariamente, la igualación de las diversas manifestaciones y sistemas culturales, deriva, inevitablemente, en la aceptación y defensa, implícita y/o explícita, de ordenamientos y organizaciones dominantes, opresivas y explotadoras, como la patriarcal, la clasista, etc.
Así que mientras los socialistas si consideran conocimientos de carácter universal y alcances generales, con lo cual si se plantean diversos niveles de uniformización cultural y estandarización poblacional; los pseudo socialistas o socialistoides creen en relativismos, con lo cual estarian aceptando y defiendendo, implícita y/o explícitamente, no solo los ordenamientos y organizaciones dominantes, opresivas y explotadoras, sino, también, la fragmentación social.
Podría explayarme en otras consideraciones, pero creo que con estas bastan por el momento. Al final, espero que estas cuantas consideraciones sirvan de luz, al momento de trazar distinciones entre socialistas y pseudo socialistas o socialistoides.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1. Carlos Marx. Imagen tomada de: ccla.org.pe
2. Mao por Andy Warhol. Imagen tomada de: postershop-espana.com
3. Imagen tomada de: mesabemal.blogia.com
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