Amistades mías:
Les deseo muy felices fiestas patrias.
Hace tiempo, una empresa peruana de insecticidas lanzo una serie de reclames televisivos, hablando sobre las bondades de su producto. En uno de esos reclames, se mostraba a la mascota de la marca, una ranita, ataviada de charra mexicana.
Coincidentemente, en esos momentos arreciaba en el Perú, una ola nacionalista y patriótica de reivindicación y revaloración de lo peruano. Y si bien esta ola de peruanidad no ataco a la marca de insecticidas, la empresa de insecticidas lanzó un nuevo reclame, en el que se posicionaba como una marca netamente peruana.
Lo curioso del asunto es que la empresa de insecticidas, no tuvo mejor idea que mostrar a la mascota de la marca, la bendita ranita, vestida como soldada y marchando como militar. Es decir, que a la empresa peruana de insecticidas, y de paso a la empresa de publicidad, no se les ocurrió otra imagen de peruanidad, que no tuviera relación con lo militar.
Hago hincapié a esta anécdota, debido a que en el Perú, las celebraciones de fiestas patrias, hasta la fecha, tienen un cariz militarizado que no se condice con el carácter civil, que debiera tener cualquier estado que se precie de democrático.
Las ceremonias oficiales de fiestas patrias en el Perú, se dan entre escoltas y saludos militares. Hay, también, un desfile militar en el que, si bien participan algunos civiles (incluso hay un desfile escolar militarizado), lo hacen ordenados y/o marchando como si trataran de ser militares.
A ello sumémosle que nuestros principales héroes nacionales, son, igualmente, militares (Grau, Bolognesi, Quiñones, etc.) y si no lo son, tuvieron que ver en hechos de armas (Túpac Amaru, Pumacahua, Olaya, etc.). Incluso las principales heroínas nacionales están también vinculadas, de uno u otro modo, a asuntos de guerras (Micaela Bastidas, María Parado de Bellido, Antonia Moreno de Cáceres, etc.).
La cuestión alcanza ribetes de espanto, cuando caemos en cuenta que la mayoría de las y los héroes del país, han sido muertos en guerra y, mayormente, han sido vencidos. En tal sentido, no se salvan ni los “héroes” más recientes, como Enrique López Albujar, María Elena Moyano, Juan Valer Sandoval, etc., que fueron muertos en la guerra contra el terrorismo (si me pusiera freudiano diría que la idiosincrasia peruana tiene un regusto morboso por lo tanático).
En suma, carecemos, prácticamente, de referentes civiles y “vencedores”, lo cual explicaría, en parte, nuestra carencia de ritos y ceremonias civiles para celebrar no solo fiestas patrias, sino, también, cualquier fiesta cívica.
Las pocas ceremonias civiles oficiales de importancia, tienen que ver con las autoridades gubernamentales (como el mensaje presidencial en el congreso) y el Te Deum. Sobre esta última ceremonia, la misa de acción de gracias de la iglesia católica (Te Deum), resulta bastante insólita, en un estado donde, se supone, hay separación de la iglesia y el estado. Más aún, resulta bastante curioso que la “heroína” peruana de mayor proyección universal, sea una figura católica, Isabel Flores de Oliva, alias Santa Rosa de Lima, y que encima, si bien no fue una mártir, si se martirizaba.
Todo esto debería cambiar.
En primer lugar, es necesario que busquemos referentes de “heroicidad” más asertivos y propositivos, puesto que, aunque muchas y muchos lo duden, los referentes nacionales de “heroicidad” si contribuyen a moldear nuestra idiosincrasia, no solo de peruanos, sino, también, de ciudadanos.
Si es importante que nuestros referentes de “heroicidad”, dejen de presentar, únicamente, sacrifico y abnegación (y derrota) y empiecen a contemplarse referentes más afirmativos y triunfales (créanlo o no, ello repercute, también, en nuestra visión sobre nuestro empoderamiento como ciudadanos).
Busquemos, además, heroínas y héroes civiles y posicionémoslos por encima de la o el soldado heroico, pues ello incide, igualmente, en como nos vemos y valoramos como civiles y, sobre todo, como ciudadanos (así, es un hecho que la o el civil heroico representa mejor los valores democráticos y ciudadanos que la o el soldado heroico).
En segundo lugar, que no teniendo referentes civiles de celebración de fiestas patrias, que tengan tradición y raigambre popular, debemos buscarlos y posicionarlos, pues su carencia resulta alarmante si se trata de demostrar conciencia cívica y ciudadana entre la población.
Es de vital importancia que generemos esas ceremonias y ritos cívicos no vinculados al gobierno, al ejército o a la iglesia, pues aunque para muchas y muchos resulte trivial, ayudan no solo a crear conciencia cívica entre la población, sino que, además, contribuyen a que las y los peruanos nos identifiquemos, con mayor profundidad, con nuestro Perú.
Alternativas existen varias, desde celebrar con fuegos artificiales, como se hace en navidad y año nuevo, hasta realizar corsos y pasacalles, como hacían nuestras y nuestros abuelos y bisabuelos en carnavales; desde pasear la bandera como se hace en Tacna, en conmemoración al retorno de dicha provincia al territorio nacional, hasta la realización de festivales folklóricos a lo largo y ancho de todo el Perú.
Al final, lo importante es que generemos, nosotras y nosotros la población civil, nuestros propios referentes cívicos. Lo importante es que nos libremos de esa tutela patriarcal, que viene del gobierno, del ejército y la iglesia, y empecemos a reconocernos como lo que somos, CIUDADANOS.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1. Imagen tomada de: peru-ahora.blogspot.com
2. Imagen tomada de: reportperu.files.wordpress.com
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