lunes, 27 de abril de 2009

SOBRE EL RELATIVISMO.

Queridxs amigxs:
Saludos con todxs y buenos deseos (espero que sepan disculpar la largueza de esta entrega).

Este último viernes llegue temprano a la reunión de una comisión de trabajo y mientras esperaba a que llegara la gente, me puse a conversar con una de las participantes que se encontraban presentes y llegamos a enfrascarnos en un debate, acerca de lo que me pareció una defensa de la “pureza cultural”.
No entrare en detalles sobre el tema, por que me interesa más el trasfondo de sus argumentaciones.
Empezare por desglosar lo que parece ser el marco teórico de la compañera, el cual, si no me equivoco, es el discurso relativista, hijo de la ideología postmoderna. Dicho discurso parte del supuesto (y recalco lo de supuesto) previo de que todas las sociedades y culturas tienen el igual valía epistemológica.

Mi principal punto de discrepancia con la postura relativista, es, precisamente, esa puesta en valor igualitario de toda producción cultural, que mina toda posibilidad de fundamentar y validar alternativas a las desigualdades sociales. Aunque suene paradójico, la relación es muy simple, si no hay ningún principio, criterio o valor absoluto, fundamental o universal, simplemente primaran los principios, criterios o valores del poder, de quienes tienen el poder para imponer sus principios, criterios o valores particulares, pues no habría principios éticos, criterios de veracidad o valores morales que se puedan invocar o a los cuales se pueda apelar como superiores. Peor aun, dado que la relación entre poder y dominio es, en gran medida, complementaria, si el poder es morfogenético (que se genera de diversas formas), el abuso de poder resulta cambiante y multidimensional, imperecedero y omnipresente.
En este sentido, el discurso relativista, llevado a sus extremos, deviene en una postura eminentemente reaccionaria (todo queda igual, pues nada es mejor).
Uno de los principales postulados del discurso relativista, es el de que las diversas sociedades existentes, al ser valiosísima su producción cultural, tendrían la potestad de mantener su pureza cultural, permaneciendo aisladas de toda influencia, condicionamiento o determinación externa (ya sea esta positiva o negativa).
El inconveniente con este planteamiento discursivo es que, entre otras cosas, es el sustento ideológico de las políticas de gueto, donde los diversos grupos sociales, para mantener sus rasgos culturales intactos, deben vivir como islas, sin la obligación de conocer o comprender lo foráneo a su entorno. Bajo este planteamiento, la integración social es improcedente, pues ella conlleva, necesariamente, a ciertos niveles de estandarización cultural.
Históricamente, el desarrollo, desenvolvimiento e integración de las sociedades, se ha dado, invariablemente, a través de sendos procesos de estandarización cultural. Anótese aquí, que no pretendo pasar por alto, los costos sociales que suelen acompañar a estos procesos de estandarización, tan solo quiero recalcar que aquello que conocemos, en el mundo occidental y occidentalizado, como proceso civilizatorio, no es más que un innegable proceso de estandarización cultural. Ello quiere decir, que, a través de la historia, el devenir de la humanidad ha pasado, necesariamente, por la superación de ciertos caracteres culturales a favor de otros.
Hoy por hoy podemos encontrar, que muchos de los planteamientos que defienden la mayoría de los movimientos sociales (el obrero, el antirracista, el feminista, el guei lésbico, etc.), no son más que intentos de estandarización cultural. Se encuentra así:
- La defensa de la democracia obedece a la visión de un estado organizado a la manera occidental, con división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y separación de ámbitos (lo político de lo económico, lo estatal de lo eclesial, lo público de lo privado, etc.).
- La laicidad del estado es un planteamiento de origen netamente liberal y occidental.
- Los derechos humanos, su defensa e implantación, obedece a políticas de corte liberal y occidental.
- El principio feminista de equidad de género se origina, inequívocamente, en principios liberales y occidentales.
- La articulación de identidades sexuales, como la hetero o la homosexual, obedece, indefectiblemente, a instancias de poder occidentales (como la del ámbito de la sexualidad).
- El mismo discurso relativista es de origen occidental y antitético, es decir, que surge, hasta cierto punto, en oposición a los discursos etnocentristas y fundamentalistas (lo que lo inscribe en la lógica binaria de los opuestos, que es producto de la cultura occidental).

Estos y otros ejemplos se pueden enmarcar, sin lugar a dudas, dentro del proceso de estandarización vivido por la sociedad occidental, aunque dicha sociedad no es la única que ha pasado por ineludibles procesos de estandarización cultural, por ejemplo, el establecimiento, a lo largo de la historia, de innumerables sociedades estatales, implicó, necesariamente, sendos procesos de uniformización política y diversos grados de estandarización cultural.
Ello significa que la conformación de cada sociedad, no se hace sobre un vacio, de la nada, sino sobre cierta base de caracteres culturales preexistentes, en muchos casos, disimiles entre sí. Semejante sumatoria de caracteres culturales diversos, implica, entonces, que todas las culturas existentes no son prístinas, no son completamente originales, sino que son, en mucho, el producto de muchas innumerables “innovaciones” y “prestamos”.
Esto apunta, indefectiblemente, a que toda cultura, es, en gran medida, una amalgama de caracteres culturales de diverso origen, por lo que, de ninguna manera, se puede hablar de pureza cultural. Todas las culturas del mundo son producto de la hibridación, son híbridos resultantes del sincretismo, de la aculturación, de la imposición, etc., pero jamás son el resultado de un desarrollo aislado, autárquico.
Más aún, se puede decir que una cultura está viva, cuando es dinámica, cuando está en constante cambio, en constante renovacion de sus caracteres distintivos, por lo que jamás se mantienen en una situación de pureza virginal.
Con relacion a los llamados "préstamos culturales" (resultado de la inevitable transferencia de información, que ha existido, siempre, entre todas las sociedades), esto suena a herejía para muchxs relativistas, quienes parecen soñar con la inmutabilidad de las sociedades, y en el remoto caso de considerar la posibilidad de que se dé un nuevo rasgo, éste tiene que haberse producido al interior mismo de la cultura, o de lo contrario no debería ser incorporado jamás, pues se corre el riesgo de contaminar lo inmaculado de su ser.

Pareciera que muchxs de aquellos que esgrimen el discurso relativista, quisieran que las diversas sociedades y culturas existentes, permanecieran en un estado de ensoñacion, de letargo, en una situación cuasi sagrada de quietud estática (prácticamente como muertas).
Para finalizar, la postura relativista, esgrimida por muchxs en forma por demás superficial, debe ser cuestionada en varios de sus planteamientos, pues su equiparación indiscriminada de toda producción cultural, resulta, en gran medida, inaceptable e insostenible en todos los sentidos.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

2 comentarios:

  1. Comentare solo sobre el primer articulo sobre el relativismo, ya que hay muchos otros, me dare tiempo de leerlos. Lo resumiria en mis terminos : transculturizacion. No sabia que los relativistas podrian llegar a ese dogmatismo de querer ver a las sociedades como muertas, pero el comportamiento humano civilizatorio es tan obvio, somos tan inquietos, tan expansivos, tan nomadas, que lo puro no puede existir. De todos modos me parecen interesantes las "purezas" culturales en el sentido que estan predispuestas a la hibridacion, un claro ejemplo son el folklore, la musica.
    El segundo punto paralelo a la transculturizacion es la estandarizacion proveniente del grupo de poder. En nuestro caso peruano es demasiado obvio, basta mencionar que los primeros padres de la patria querian un estado monarquico. Luego, seguimos conservando una iglesia importada que amparo la conquista, y bajando al llano, costumbres y folklore hibridos post-conquista. Desde entonces vivimos a la sombra de lo occidental, como si esperasemos que sucede afuera para imitarlo, por eso no autodenominamos como alienados. Incluso la guerra de emancipacion vino de afuera, sin despreciar las revueltas precursoras. Ahora, imitamos por imitar? O imitamos lo que nos conviene? Quizas porque lo occidental es un respaldo, como el oro a la moneda? Por un lado los derechos civiles que en su evolucion historica vienen desde roma, son parte de una estandarizacion que decimos nos conviene, pero seguro hay otros aspectos de la occidentalizacion que hacemos nuestra por puro gusto. Habria que ver en nuestro pais cuales aspectos son "puramente" nuestros y cuales los de fuera, como se trocan, se mezclan, se hibridan. Como nos transculturizamos.
    Atte. Santi.

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  2. Hola:

    Gracias por tu comentario.
    No he hablado de dogmaticos relativistas, aquí sostengo que el relativismo, llevado a sus limites, nos lleva a un callejón sin salida.
    Por otro lado, no existen culturas puras y mucho menos, que se mantengan inmutables por siempre. Pero si considero que una tradición cultural, puede tener ciertos lineamientos flexibles, que permiten su reconocimiento y pervivencia en el tiempo. Aún así, ese mismo tiempo será testigo de cambios notables en cualquier cultura, al extremo que lo que se encuentre en sus respectivos devenires, podrá considerársele como una cultura distinta a la originaria (por ejemplo, la tradición cultural de occidente posee ciertos lineamientos que se remontan a la época de griegos y romanos, más no por ello se puede decir, que los occidentales son griegos y romanos). Históricamente así ha sido siempre, y las culturas que no cambian, desaparecen, mueren.

    Saludos. Ho.

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