domingo, 12 de abril de 2009

NEOLOGISMOS.

Queridxs amigxs:
Los saludo y espero que se encuentren bien.
Aquí nuevamente les escribo, esta vez sobre una cuestión que para muchos quizás sea frívola y superficial, pero no lo es.
La noción de homofobia ha quedado clamorosamente desfasada, ocasionando con ello, un problema discursivo para el movimiento en pro de los derechos de las personas homosexuales.
No se trata de que a los integrantes de dicho movimiento se les haya antojado, caprichosamente, cambiar de nociones, sino más bien, se trata de una necesidad de renovación discursiva.

No es la primera vez que los movimientos sociales, como el obrero, el feminista, el antirracista, etc., cambian de términos, nociones, conceptos, etc. Así, el movimiento feminista superó, sin descartar, la vieja noción de patriarcado e implemento la noción de género, pues esta ultima era mas omnicomprensiva y ventajosa para su lucha.
La etimología de la palabra homofobia viene de la raíz “homo”, que hace referencia a la preferencia sexual homoerótica y a las personas homosexuales, y de la raíz griega phobia (fobia), que significa horror. Homofobia, entonces, es el horror y rechazo a la homosexualidad y a las personas homosexuales.
El uso de este término se dio en el contexto de una permanente medicalización de la homosexualidad, por parte de diversas instancias de poder (como el saber científico al servicio del statu quo burgués), la respuesta del movimiento guei lésbico fue clara, la homosexualidad no es una enfermedad, el horror y rechazo a las personas homosexuales si. En este contexto, la palabra homofobia hacia referencia a una patología.
Esta situación política cambió, cuando el movimiento guei lésbico logró que importantes organismos médicos internacionales (como la OMS), sacaran a la homosexualidad de sus listas de enfermedades. De ese entonces a la fecha otro es el escenario político.

Hoy por hoy, la violencia y discriminación ha cambiado de sino. En el pasado, la violencia y discriminación hacia las personas homosexuales era considerada legítima, pues la homosexualidad era tenida como una patología peligrosa. En la actualidad, la violencia y discriminación hacia personas homosexuales se tratan de justificar, presentándolas como problemas médicos. Según esto, el asesinato de gueis o lesbianas no obedecerían al odio y no se sancionarían con cárcel, sino que son considerados como patologías que merecen tratamiento (es decir, hospitalización y no encarcelamiento). Aquí la palabra homofobia resulta contraproducente, pues ayuda a reforzar la última postura, muy difundida en los Estados Unidos y en Europa y con importantes ecos en Latinoamérica.
Para mucha gente, este asunto no pasa de ser una banalidad, sin embargo, el escaso desarrollo de nociones y términos referidos a la sexualidad, en general, y a la homosexualidad, en particular, solo revelan los niveles de prejuicio y rechazo que existen hacia el sexo y la homosexualidad. El ejemplo mas patente sobre esta situación, es la mismísima noción de sexo, que cuando designa a la copula, es la única acción humana que no se puede conjugar como verbo. Más aún, los intentos por “expandir” el vocabulario sexual con frases como “tener sexo” o “hacer sexo”, son rechazados por muchos lingüistas e incluso por la RAE (al respecto, la academia de la lengua solo acepta frases como: la pudibunda “hacer el amor”, la imprecisa “relaciones sexuales”, la cristiana negativa “fornicar” o los inapropiados arcaismos "copular" y "ayuntar").
Con relación a la homosexualidad, el rechazo a ampliar el vocabulario y las nociones referidas a ella, solo revela cuan profundo es el prejuicio anti homosexual. Otra prueba de esta pobreza lingüística es la referida a las identidades trans (transgéneros y transexuales), ámbito en el que se señala el prejuicio y rechazo hacia las personas trans bajo el termino “transfobia”, palabra que, lamentablemente, es un vulgar remedo de la palabra homofobia (lo mismo se puede aplicar para el termino “bifobia”, alusivo a la bisexualidad).
 
Ante esta miseria terminológica y conceptual es políticamente necesario, que las personas lesbianas, gueis, bisexuales y trans, amplíen su vocabulario y extiendan sus conceptualizacio-nes, hacia construcciones más científicas.
Si lo que se quiere es denominar el odio hacia personas homosexuales, bisexuales y trans, es necesario articular prontamente consensos sobre terminologías nuevas, si es que no se quiere quedar a la zaga ideología de los movimientos sociales.
Planteadas las cosas así, quedo obligado a intentar algunas sugerencias, las cuales apunto a continuación:
- Mishomía (se leería misomía): del prefijo mis(o) que significa odio y de la raiz homo, que se refiere a la homosexualidad y/o a las personas homosexuales (otra posibilidad sería Misohomía).
- Generismo: que hace referencia al odio por cuestiones de género (así como los términos clasismo y racismo aluden al odio clasista y racial).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

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