jueves, 6 de enero de 2011

HIJAS/HIJOS: UN ALEGATO EN FAVOR DE LA ADOPCIÓN (Primera parte).

Amistades mías:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.

En este 2011 la población mundial alcanzara la exorbitante cifra de 7 mil millones (7,000’000,000) de gentes sobre la faz de la tierra, cifra que aunque para muchos no signifique nada, es, ciertamente, muy alarmante.
Esta cifra es la expresión viva de la sobrepoblación mundial (la cual, todo indica, que seguirá creciendo desmesuradamente).
Lo alarmante del asunto es que el mundo no se da abasto para albergar a tanta gente sobre su faz. La cantidad de recursos y espacio necesarios para cubrir las necesidades de esta creciente población, es, ecológicamente hablando, insustentable.
La alimentación de esta creciente población implica la ampliación de los terrenos dedicados a la agricultura y la ganadería, ampliación que se hace a costa de la depredación de diversos ecosistemas. Por su parte, las necesidades de alojamiento de la creciente población ocasiona la expansión de las zonas habitables a costa de la destrucción de más ecosistemas.
Desde otro punto de vista, el mundo no puede con tanta poblacion, pues no hay recursos (alimentos, agua, energéticos, etc.) ni espacio para sustentar a la cada vez más creciente humanidad.
Es por estas y otras razones que el control de la poblacion, a través del la planificación familiar, va aumentando, progresivamente, su importancia.

Contener la explosión demográfica se está convirtiendo en un objetivo político prioritario, ya que el futuro que se nos avecina, según muchas y muchos estudiosos y analistas, es que, de seguir las cosas como están, se producirán, en unas cuantas décadas, profundas crisis y hasta guerras por el control del agua, de las fuentes de alimentación, de los recursos energéticos, etc.
Frente a este panorama tan lóbrego, se viene haciendo necesario replantear muchas nociones, que aunque inveteradas y a veces arcaicas, aún mantienen vigencia en una sociedad que apela a la racionalidad y a la ciencia como discursos legitimadores.
Al respecto, nociones como la descendencia, la reproducción y la tenencia de hijas y/o hijos, tal como las entendemos actualmente, se han vuelto cuestionables desde el punto de vista de la sobrepoblación mundial y sus consecuencias.
Primeramente, la descendencia, entendida como génesis, procedencia y filiación consanguínea, es, en la cultura occidental, una noción de origen medieval. Más aún, es una noción de origen aristocrático.
Precisamente, es a la aristocracia feudal y medieval a la que le preocupo la pervivencia y la perpetuación de su descendencia a través de la continuidad de su sangre. Contrariamente, en la antigüedad esclavista romana la descendencia valida y legítima se transmitía, principalmente, a través del apellido familiar (no por la sangre), razón por la que la adopción era vista como plenamente fidedigna (inclusive la adoración a los dioses familiares y el culto a los antepasados no perdían su efectividad en manos de las y los hijos adoptados).
Para otras sociedades y culturas, especialmente para muchas sociedades tribales, la descendencia tampoco era sinónimo de consanguinidad. Pero bajo la contemporánea sociedad burguesa capitalista, descendencia y consanguinidad se hicieron prácticamente lo mismo.
Segundamente, la visión que se tiene de la reproducción en la contemporánea sociedad burguesa capitalista, es también heredada de la tradición medieval, en este caso, específicamente, de la sociedad cristiano medieval. Según esta cristianísima visión, el fin ontológico del sexo es la reproducción y más aún, el fin ontológico de la humanidad era, igualmente, la reproducción. E influenciado por esta visión, es que cierto saber científico concluye que el fin de la vida es dar vida.
Sin embargo, para otras sociedades y culturas, como la hindú y la romana, el fin connatural del sexo es el placer y la reproducción es tan solo una consecuencia colateral (algo que el conocimiento científico ha asumido, es decir, que para la rigurosidad científica el fin teleológico del sexo es el placer).
Consecuentemente, contrariamente a lo que se cree en la sociedad occidental, descendencia consanguínea y reproducción biológica no son llamados instintivos de una naturalidad humana, sino simple y llanamente nociones y mandatos sociales susceptibles de cambio, desuso y abolición.
Con todo, para la sociedad burguesa capitalista descendencia consanguínea y reproducción como fin ontológico de la humanidad se han vuelto un binomio indisoluble, que no solo ha entrado a formar parte de la mentalidad occidental, sino, también, del sentido común del común de las gentes.

En tal circunstancia, la mayoría de las personas, bajo la sociedad burguesa capitalista, solo concibe la tenencia de hijas y/o hijos en términos de descendencia consanguínea y reproducción biológica.
Indudablemente habrá muchas gentes que consideren la descendencia consanguínea y la reproducción biológica como derechos y prerrogativas plenamente validas y legítimas. Sin embargo, en el contexto contemporáneo ello empieza a tornarse hartamente cuestionable.
Ahora, si tomamos en cuenta que los juicios y las valoraciones humanas no son imperecederas, sino que responden a las necesidades y circunstancias existenciales de cada época, de cada sociedad y cultura, entonces necesariamente tendríamos que concluir que la descendencia consanguínea y la reproducción biológica son valoraciones culturales cada vez mas desfasadas y arcaizantes en el contexto de las necesidades y circunstancias de nuestro mundo contemporáneo.
Sin lugar a dudas, esto sonara casi como herejía para muchas personas, pero habida cuenta de que la descendencia consanguínea y la reproducción biológica son valoraciones sociales de origen medieval, es necesario contemporizar dichas valoraciones para demostrar cómo es que son de desfasadas y arcaicas.
Primeramente, la descendencia consanguínea solo se hizo un valor importante en la sociedad medieval, en tanto se convirtió en elemento de demostración de estatus e instrumento de exclusión, ya que solamente la rica aristocracia tenía los recursos para “probar” la antigüedad de su linaje y la pureza de su sangre (para el estamento popular, con contados recursos, estas “probanzas” quedaban fuera de su alcance y no tenían mayor importancia).
Segundamente, la reproducción biológica solo alcanzó gran relevancia social tras la hecatombe poblacional que se dio en el bajo medioevo, época en la que las enfermedades, la hambruna y las guerras diezmaron a la poblacion europea (se estima que murieron entre el 30 y el 40 % de la poblacion).
La inmensa mortandad de esta época hizo cobrar notable importancia a la recuperación demográfica poblacional, lo que encumbro a la reproducción biológica como principal valor en la sociedad medieval europea (ello también que hizo eco en la valoración cristiana de que el fin de la humanidad era la reproducción).
Obviamente para este siglo XXI, las necesidades y circunstancias sociales son otras. Así, no hay necesidad de aumentar la poblacion, sino todo lo contrario (la explosión demográfica está imponiendo como valor el control de la natalidad). Por su parte la consanguinidad de la descendencia como valor carece de relevancia social y solo responde al capricho emocional de las personas (capricho que, a su vez, responde a una impronta cultural romanticista).

Para el siglo XXI, la explosión demográfica se ha tornado un problema mundial y una de sus consecuencias más desastrosas, es la de que una inmensa cantidad de infantes que, alrededor del mundo, se encuentra viviendo en condiciones infrahumanas. Así, decenas de millones de niñas y niños viven abandonados y, peor aún, millones y millones de niñas y niños mueren a consecuencia de su situación de abandono.
Lo más preocupante es que esta realidad conmueve a pocas y pocos, mientras que los valores desfasados y arcaizantes de la descendencia consanguínea y la reproducción biológica producen identificaciones emocionales masivas (CONTINUARÁ).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: turcon.blogia.com
2. Imagen tomada de: sonpareja.com
3. Foto tomada de: voxpublica.org

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