lunes, 17 de agosto de 2009

LA ABOLICIÓN DEL MATRIMONIO.

Queridxs amigxs:
Reciban mis saludos y parabienes.

Este último sábado, en una reunión de “trabajo”, salió a la conversación el tema del matrimonio homosexual, motivo por el que enmudecí, ya que las y los presentes sabían de mi postura contra el matrimonio en general.

Se que algunas personas están en contra del matrimonio, por considerar que este no es necesario para establecer relaciones afectivo sexuales, ese no es mi punto, ya que para mí, el asunto no pasa por querer o no casarse.
No se trata de una cuestión de derechos, sino de estructuras sociales.
Al respecto, vivimos bajo un orden social organizado en torno a ciertos lineamientos, dictados por el discurso liberal político (ojo, hablo de liberalismo y no del neoliberalismo). Ello es más que evidente, pues el andamiaje jurídico legal de los estados occidentales (los estados conocidos como “democrático liberales”) y, más aún, el ordenamiento jurídico legal internacional, se basan en planeamientos tomados de dicho discurso liberal (ejemplo: el reconocimiento del matrimonio como relación contractual, la separación de los poderes del estado en ejecutivo, legislativo y judicial o el sistema de derechos humanos y ciudadanos).
Otros principios de este discurso liberal son: a) que el ser humano es esencialmente libre, b) que la voluntad es la fuente del derecho, c) que los diversos ámbitos de la sociedad deben estar separados (lo político de lo económico, lo estatal de lo eclesial, lo público de los privado, etc.), etc.
Siguiendo estos lineamientos, lo público y lo privado son ámbitos disociados que no deben mezclarse (supuestamente son ámbitos autónomos). Siendo así, se supone que en cualquier país occidental u occidentalizado, el estado (identificado con lo público) no debe tener ninguna injerencia en la esfera personal de los particulares (es decir, en la esfera de lo privado).
Por tal motivo, la vida sexual, que corresponde a la esfera de lo privado, no debe tener ninguna relevancia, en el desenvolvimiento público de las personas. Ello supone que si, por ejemplo, uno es swinger u homosexual, el estado no tendría por qué inmiscuirse, no tendría por qué importarle.
Lo mismo sucede con la vida familiar. Sin embargo, el estado si interviene en la vida familiar a través del matrimonio.
¿Cómo? Se preguntaran. Pues, el estado, a través de la regencia y regulación de esta institución (que el liberalismo redujo a simple contrato), dictamina para que casarse, quienes deben casarse y como hacerlo.
Así, el estado occidental fuerza y obliga a lo siguiente:
¿Para que casarse?, para fundar familia. En occidente, solo se reconoce al matrimonio, como la única instancia legítima para fundar familia (así figura en la Declaración Universal de los Derechos Humanos). Según esta visión, si no hay matrimonio no hay familia (¿y las madres solteras con sus hijas y/o hijos y/o las y/o los hermanos huérfanos a cargo de la(s) o el(los) mayor(es), por ejemplo?)
¿Quienes deben casarse?, las y los heterosexuales (el casamiento, tal como se le concibe en occidente, es una relación heterosexista). Solo las mujeres con los varones y los varones con las mujeres están reconocidos como sujetas y sujetos, con derecho a contraer nupcias.
¿Como casarse?, en pareja monogámica. Los estados occidentales solo admiten como válidas, a nivel jurídico legal, las parejas monogámicas (aquí no hay de otra, pues una pareja abierta se ve amenazada, con la noción de adulterio como causal de divorcio y, peor aún, las personas que practiquen la poliandria o la poliginia no se ven reconocidas y hasta son penalizadas).

En consecuencia, el matrimonio debería ser abolido, pues el estado, a través de aquella instancia, decide por las y los ciudadanos, controla su vida privada, cuando, se supone, que el estado no debería inmiscuirse en esa esfera.
El matrimonio, al ser la única instancia reconocida, legal y jurídicamente, se torna en el único referente social, esto implica que la gente, se compenetre emocionalmente con el y no vea, ni reconozca, otras alternativas.
La llamada unión civil, que siempre he dicho que es la misma cosa con distinto nombre, sigue apelando al estado como instancia rectora de la vida privada e invisibiliza cualquier posibilidad de articular vínculos familiares alternativos a la pareja monogámica heterosexista.
El matrimonio, la unión civil o como quieran llamarla, es la única relación familiar regida y regulada por el estado (las otras solamente son reconocidas). Y mientras se siga permitiendo que el estado, rija y regule los diversos vínculos familiares existentes (ya sea que se trate de los vínculos familiares que fueran), se refuerza la visión conservadora de que la familia es la célula básica de la sociedad (visión de innegable origen cristiano medieval). Esta visión solo da poder, a aquellos grupos sociales, conservadores y reaccionarios, que la usan e imponen como único referente social, válido y legítimo (permitiendo, con ello, la discriminación y marginación de todas aquellas personas, que no pueden o no quieren identificarse con semejante referente monista).
El estado no debería regir, ni regular, la vida familiar de nadie, motivo por el que cada quien debería tener la libertad, de escoger la forma que mejor le plazca para vincularse familiarmente y, además, su decisión volitiva debería ser reconocida, a nivel jurídico legal, sin ningún problema (estos son los fundamentos ideológicos del llamado estado democrático liberal). En otras palabras, el estado deberia reconocer, en condición de plena igualdad, cualquier tipo de organización familiar que se manifieste socialmente.
Para ello, y por una cuestión elemental de respeto y tolerancia hacia la diversidad familiar, el matrimonio debería ser abolido.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

3 comentarios:

  1. Tenemos puntos de coincidencia, tu comentario y el mio "Soltero maduro, maricon seguro" en mi blog. Yo critico la hegemonia del matrimonio desde el punto de vista social y familiar, mientras que tu puntualizas el papel del estado, un papel hipocrita, en cuanto no democratico ni liberal, sobre todo al separar lo publico de lo privado. Sin embargo, no soy de la opinion de abolirlo, sino mas bien tolerar, respetar y reconocer las otras formas de crear familia. No destruir, sino construir mas, respetar las otras construcciones.
    Quizas no viene al tema, pero como ejemplo comparativo, pienso que, por mas anticlerical que yo sea, no sostengo la abolicion de la iglesia catolica, sino en la supresion de su injerencia, mas la igualdad y emparejamiento democratico con las otras iglesias y creencias. Del mismo modo pienso en el matrimonio.
    Atte.Santi.

    ResponderEliminar
  2. Hola:

    Gracias por leerme.
    Tu interpretación de mi última entrega refleja a la perfección, la falta de perspectiva a la que nos conduce, el hecho de que el matrimonio sea regido y regulado por el estado (al ser el único referente promovido por el estado, la gente no logra una mejor perspectiva).
    Cuando yo hablo de abolir el matrimonio, me refiero a que solo la institución controlada por el estado desaparezca. La relación parental, familiar, de alianza/casamiento no desaparecería por ello (prueba de esto, es que mucha gente se sigue casando por las iglesias cristianas, a pesar de que esas uniones no tienen ningún valor jurídico legal).
    La gente debería tener la libertad y el derecho, a establecer los vínculos parentales, familiares, que mejor crea conveniente, así, sean parejas monogámicas o parejas abiertas; entre parejas del mismo sexo o de sexo distinto; entre dos, tres, cuatro o los que quieran, etc.
    La gente debería tener el derecho, a redactar a redactar el contrato familiar que mejor crea conveniente y poder registrarlo ante las autoridades, tal como se registran las partidas de nacimiento (aquí hablo de reconocimiento, no de control).
    Lamentablemente esto solo será posible, si el matrimonio es abolido.

    Saludos. Ho.

    ResponderEliminar
  3. De acuerdo en este tema, Ho, y es interesante encontrarte después de tantos años de no compartir un espacio virtual.

    El tema del matrimonio tiene su matiz religioso en el que prima la necesidad del show y "reconocimiento" por parte de la sociedad y la iglesia; mas siendo el hombre un animal de naturaleza polígama, los lazos (cadenas) matrimoniales tienden cada vez más a romperse y degenerar en situaciones de infidelidad y abandono.

    Mas, abolir el matrimonio supondría un reseteo total del cerebro de la sociedad. Yo propondría mejor, una concientización de que se vive mejor si ataduras.

    ResponderEliminar