Queridxs amigxs:
Reciban mis más sinceros saludos y afectos.
Hace años atrás, en mi alma mater se organizó una charla, en la cual, el tema a tratar era la “diversidad sexual”. Lo curioso fue, que de los diversos panelistas que expusieron sus ideas, ninguno se centro en el tema y más bien, se dedicaron a hablar de lo que hacían sus respectivas agrupaciones (gays todas). Por ello, me vi precisado, en la ronda de preguntas final, a interrogar, a aquellos panelistas, acerca de que entendía cada quien por “diversidad sexual”. Para mi sorpresa, solo uno dio nociones acerca del tema y dentro de sus explicaciones, uso como ejemplo de dicha diversidad sexual al voyerismo.
Confieso que la respuesta me fue satisfactoria, pues no solo fue directa y concisa, sino que además, el ejemplo usado por el panelista, fue dado en primera persona (yo voyeur).
El hecho de haberse puesto en primera persona, como practicante de dicha expresión sexual, resultaba muy grato para mí, ya que, en nuestro país, la mayoría tiende a negarla por temor a ser tildado de enfermo o pervertido.
Y es que, no solo en el imaginario popular, sino, también, la pseudo sexología, catalogan al voyeur como “miron” (con innegable connotación peyorativa), como “morboso”.
Pero el voyeur no es ni un enfermo, ni un pervertido, ni un morboso. Semejantes calificativos, provienen de una visión heterosexista, que llega al extremo de homogenizar el sexo, no solo en lo referente a los deseos y necesidades sexuales, sino, también, en lo referente a sus expresiones y prácticas. Así, las expresiones sexuales se ven limitadas únicamente al sexo coital, mientras que las demás expresiones sexuales, como el voyerismo, caen en la estigmatización y satanización.
Reciban mis más sinceros saludos y afectos.
Hace años atrás, en mi alma mater se organizó una charla, en la cual, el tema a tratar era la “diversidad sexual”. Lo curioso fue, que de los diversos panelistas que expusieron sus ideas, ninguno se centro en el tema y más bien, se dedicaron a hablar de lo que hacían sus respectivas agrupaciones (gays todas). Por ello, me vi precisado, en la ronda de preguntas final, a interrogar, a aquellos panelistas, acerca de que entendía cada quien por “diversidad sexual”. Para mi sorpresa, solo uno dio nociones acerca del tema y dentro de sus explicaciones, uso como ejemplo de dicha diversidad sexual al voyerismo.
Confieso que la respuesta me fue satisfactoria, pues no solo fue directa y concisa, sino que además, el ejemplo usado por el panelista, fue dado en primera persona (yo voyeur).
El hecho de haberse puesto en primera persona, como practicante de dicha expresión sexual, resultaba muy grato para mí, ya que, en nuestro país, la mayoría tiende a negarla por temor a ser tildado de enfermo o pervertido.
Y es que, no solo en el imaginario popular, sino, también, la pseudo sexología, catalogan al voyeur como “miron” (con innegable connotación peyorativa), como “morboso”.
Pero el voyeur no es ni un enfermo, ni un pervertido, ni un morboso. Semejantes calificativos, provienen de una visión heterosexista, que llega al extremo de homogenizar el sexo, no solo en lo referente a los deseos y necesidades sexuales, sino, también, en lo referente a sus expresiones y prácticas. Así, las expresiones sexuales se ven limitadas únicamente al sexo coital, mientras que las demás expresiones sexuales, como el voyerismo, caen en la estigmatización y satanización.
Sin embargo, el estudio sexológico, verdaderamente científico, no censura aquellas expresiones sexuales que se apartan de la heteronormativi-dad. Contrariamente, las revalora como parte de la rica variedad de expresiones personales, que caracterizan la irreductible diversidad humana.
Al respecto, se encuentra que los sexólogos Masters y Johnson definen al voyeur, utilizando, aproximadamente, los siguientes términos: individua o individuo que obtiene placer sexual, observando las prácticas y relaciones corporales de otrxs o atisbando a una persona semidesnuda o desnuda.
Cabria aclarar, aquí, aquello que denominan “placer sexual”. Más no me embarco en esa tarea, pues no es algo sobre lo que halla consensos claros. En su lugar, puedo afirmar que todas las personas obtenemos o logramos placer de diversas formas (por ejemplo, algunxs sienten mayor placer jugando y otrxs lo sienten comiendo) y lo mismo se puede decir del ámbito de lo sexual. Hay quienes logran placer sexual con la interacción directa y hay quienes lo obtienen, indirectamente, con solo mirar.
Lo único importante, en el ámbito de lo sexual, es el respeto a la persona y el disfrute del sexo.
En este amplio marco, la expresión voyeur puede manifestarse a través de una amplia gama de situaciones, que tienen como componente común: la observación del otrx y la no interacción directa, momentánea o permanente, con la o el sujeto observado.
De la mano con el prejuicio, el pensamiento común y ciertxs pseudo sexólogxs sostienen que: la o el voyeur, necesariamente, viola la intimidad ajena; la o el voyeur siempre se masturba; la o el voyeur es un(a) miron(a) compulsivx; que solo los varones son voyeristas; que lxs voyeristas tienen dificultad para relacionarse con otrxs, que jamás se relacionan en parejas, etc.
Es innegable que, como en todas las manifestaciones sexuales, dentro de la población voyeur hay de todo como en botica, hay personas nefastas y personas valiosas, y no se puede meter a todxs en el mismo saco.
Al respecto, se encuentra que los sexólogos Masters y Johnson definen al voyeur, utilizando, aproximadamente, los siguientes términos: individua o individuo que obtiene placer sexual, observando las prácticas y relaciones corporales de otrxs o atisbando a una persona semidesnuda o desnuda.
Cabria aclarar, aquí, aquello que denominan “placer sexual”. Más no me embarco en esa tarea, pues no es algo sobre lo que halla consensos claros. En su lugar, puedo afirmar que todas las personas obtenemos o logramos placer de diversas formas (por ejemplo, algunxs sienten mayor placer jugando y otrxs lo sienten comiendo) y lo mismo se puede decir del ámbito de lo sexual. Hay quienes logran placer sexual con la interacción directa y hay quienes lo obtienen, indirectamente, con solo mirar.
Lo único importante, en el ámbito de lo sexual, es el respeto a la persona y el disfrute del sexo.
En este amplio marco, la expresión voyeur puede manifestarse a través de una amplia gama de situaciones, que tienen como componente común: la observación del otrx y la no interacción directa, momentánea o permanente, con la o el sujeto observado.
De la mano con el prejuicio, el pensamiento común y ciertxs pseudo sexólogxs sostienen que: la o el voyeur, necesariamente, viola la intimidad ajena; la o el voyeur siempre se masturba; la o el voyeur es un(a) miron(a) compulsivx; que solo los varones son voyeristas; que lxs voyeristas tienen dificultad para relacionarse con otrxs, que jamás se relacionan en parejas, etc.
Es innegable que, como en todas las manifestaciones sexuales, dentro de la población voyeur hay de todo como en botica, hay personas nefastas y personas valiosas, y no se puede meter a todxs en el mismo saco.
Aclaremos aquí que, como en toda manifestación sexual, la voyeridad (para no usar el término voyerismo) se da en diversos niveles, desde lxs voyeurs exclusivos a lxs ocasionales (dentro de estos últimos, están aquellxs que gustan de mirar como complemento a sus demás prácticas sexuales); la voyeridad acusa, también, diversas posibilidades, desde la visión de pornografía hasta la contratación de personas para que se dejen mirar. Que les quede claro, entonces, que la gama de niveles y posibilidades voyeristas es verdaderamente amplia.
En tal sentido, al igual que sucede con las demás manifestaciones sexuales, cualquier persona puede tener una pisca de voyeur o puede ser una voyerista redomada, pero ello no, necesariamente, va en detrimento de la salud psicológica o física de nadie, ni mucho menos, atenta contra la sociedad.
La verdadera diversidad sexual, tolera y permite cualquier práctica sexual, que, dentro del marco del respeto a la persona y el disfrute del sexo, pueda enriquecer la infinita gama de usos, hábitos y costumbres que caracterizan a la humanidad.
En tal sentido, al igual que sucede con las demás manifestaciones sexuales, cualquier persona puede tener una pisca de voyeur o puede ser una voyerista redomada, pero ello no, necesariamente, va en detrimento de la salud psicológica o física de nadie, ni mucho menos, atenta contra la sociedad.
La verdadera diversidad sexual, tolera y permite cualquier práctica sexual, que, dentro del marco del respeto a la persona y el disfrute del sexo, pueda enriquecer la infinita gama de usos, hábitos y costumbres que caracterizan a la humanidad.
En consecuencia, ser voyerista es una expresion sexual tan respetable, como formar una pareja heterosexual.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Ho.
Como una variante mas dentro de la diversidad swxual me parece aceptable, pero tengo mis dudas, mas aun teniendo en cuenta que esta es una variedad poco conocida para mi. Como gay, para mi el sexo es consensuado, entonces podria diferir de cualquier otra situacion que no lo sea. Acepto el voyeurismo permitido, pagado, la pornografia, etc, pero no aceptaria un voyeur que mira "sin permiso". Ya antes me ha sucedido, y mi ocasional compañero lo agarro a golpes. Francamente me dio pena, pero supongo que esas son las consecuencias de las situaciones sin previo aviso, sin previo permiso. Tambien he estado en orgias donde las gente no solo sexea, sino tambien observa, todo previamente consensuado. Hasta sin querer yo lo he incluido en mis relatos. Si no me equivoco, se por oidas que el campo de marte y la costa verde son el paraiso de los voyeurs, y que para las parejas gozosas en esas instancias, sobre todo nocturnas, es una molestia cada miron sorpresa.
ResponderEliminarAtte. Santi.
Hola:
ResponderEliminarEl estereotipo sostiene que la o el homosexual es travesti, pervertido, acosador, pedófilo, violador, etc. Ciertamente hay homosexuales travestis, pervertidos, acosadores, pedófilos, violadores, etc., pero tenemos muy claro que esa no es la realidad de toda la población homosexual. Lamentablemente, la sociedad homofóbica privilegia estas imágenes de las y los homosexuales, imágenes que se publicitan al 100 %, imagenes como la travesti prostituta, la lesbiana acosadora, el gay pedófilo y violador, etc.
Igualmente, el estereotipo de la o el voyeur es la de violador de la intimidad ajena, es la imagen que se publicita al 100 %, es la imagen que muestran en periodicos, revistas, television y cine.
Más no todas y todos los homosexuales son violadores de infantes y no todas y todos los voyeristas son violadores de la intimidad ajenna.
No se puede condenar y satanizar las prácticas sexuales de las y los demas, generalizando la imagen del estereotipo a toda la población con diversidades sexuales.
Saludos. Ho.