Queridxs amigxs:
Reciban mis más sinceros saludos y parabienes.
Me resulta cansado escribirles sobre algo, que pensé había dejado atrás. Sin embargo, leo, cada cierto tiempo, la misma machacona idea desinformada, de que hay que respetar las ideas de los demás.
Mi respuesta, ante ello, es invariable, se respeta a las personas, se respeta su derecho a opinar, pero, de ningún modo, se respetan sus opiniones.
La razón es muy simple, si semejante premisa fuera cierta, las opiniones de antidemócratas, racistas, misóginxs, homofóbicxs, etc., tendrían que ser respetadas y eso es sencillamente intolerable.
Ante tal planteamiento, para seguir adelante, daré una pequeña definición de lo que es una opinión. Según Word Reference, una opinión es la: "idea, juicio o concepto que se tiene sobre alguien o algo" y según la RAE, una opinión es un: "dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable".
Reciban mis más sinceros saludos y parabienes.
Me resulta cansado escribirles sobre algo, que pensé había dejado atrás. Sin embargo, leo, cada cierto tiempo, la misma machacona idea desinformada, de que hay que respetar las ideas de los demás.
Mi respuesta, ante ello, es invariable, se respeta a las personas, se respeta su derecho a opinar, pero, de ningún modo, se respetan sus opiniones.
La razón es muy simple, si semejante premisa fuera cierta, las opiniones de antidemócratas, racistas, misóginxs, homofóbicxs, etc., tendrían que ser respetadas y eso es sencillamente intolerable.
Ante tal planteamiento, para seguir adelante, daré una pequeña definición de lo que es una opinión. Según Word Reference, una opinión es la: "idea, juicio o concepto que se tiene sobre alguien o algo" y según la RAE, una opinión es un: "dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable".
Notaran que una opinión es algo elaborado, no un simple parecer o sentir. En otras palabras, una opinión implica, necesariamente, una argumentación. Y añado, una bien fundada argumentación. Más aún, la definición de la RAE sostiene que, una opinión es algo cuestionable, o sea, algo que se puede poner en duda, algo sobre lo que se puede discutir, disputar o polemizar.
Lamentablemente, a pesar de que la tradición cultural de occidente nos ha legado la impronta, de que todo conocimiento humano se enriquece con la controversia, parece haberse asentado, sobre la mentalidad de mucha gente, la idea de que discutir, debatir, cuestionar las opiniones ajenas, es una falta de respeto, es una demostración de intolerancia.
Nada más alejado de la realidad. Al respecto, en sociedades que pasan por procesos de crisis y/o cambios, la anomia social crece, es decir, que se desarticulan los viejos moldes sociales, se produce la caducidad de las normas y valores tradicionales. Por este motivo, mucha gente se refugia en sus ideas y creencias consuetudinarias, pues ellas pasan a convertirse, en las únicas certezas que quedan en sus vidas.
Ello explicaría, hasta cierto punto, que en algunas sociedades latinoamericanas, algunas personas se obstinen y obcequen con que se “respeten” y no se contravengan sus ideas u opiniones, aún cuando dichas personas tengan cierta conciencia, de que ellas no sean cabales o correctas. Agregamos a ello, que, por nuestra mirada etnocéntrica y egocéntrica, muy pocas personas llegan a reconocer, abierta y sinceramente, que su manera de ser o su pensamiento sea imperfecto, erróneo o equivoco, a pesar de que la humanidad no se caracterice por su perfección.
Reconocer nuestra humana imperfección, nos obligaría, forzosamente, a tener que aceptar, que nuestras ideas y opiniones no solo son imperfectas, sino que, además, pueden ser corregidas.
En consecuencia, ya que todas las ideas u opiniones son imperfectas o perfectibles, ello significa que, también, son susceptibles de quedar sometidas a discusión, a debate o polémica, lo cual destierra, por completo, cualquier noción acerca de que las ideas u opiniones deban ser respetadas.
Lamentablemente, a pesar de que la tradición cultural de occidente nos ha legado la impronta, de que todo conocimiento humano se enriquece con la controversia, parece haberse asentado, sobre la mentalidad de mucha gente, la idea de que discutir, debatir, cuestionar las opiniones ajenas, es una falta de respeto, es una demostración de intolerancia.
Nada más alejado de la realidad. Al respecto, en sociedades que pasan por procesos de crisis y/o cambios, la anomia social crece, es decir, que se desarticulan los viejos moldes sociales, se produce la caducidad de las normas y valores tradicionales. Por este motivo, mucha gente se refugia en sus ideas y creencias consuetudinarias, pues ellas pasan a convertirse, en las únicas certezas que quedan en sus vidas.
Ello explicaría, hasta cierto punto, que en algunas sociedades latinoamericanas, algunas personas se obstinen y obcequen con que se “respeten” y no se contravengan sus ideas u opiniones, aún cuando dichas personas tengan cierta conciencia, de que ellas no sean cabales o correctas. Agregamos a ello, que, por nuestra mirada etnocéntrica y egocéntrica, muy pocas personas llegan a reconocer, abierta y sinceramente, que su manera de ser o su pensamiento sea imperfecto, erróneo o equivoco, a pesar de que la humanidad no se caracterice por su perfección.
Reconocer nuestra humana imperfección, nos obligaría, forzosamente, a tener que aceptar, que nuestras ideas y opiniones no solo son imperfectas, sino que, además, pueden ser corregidas.
En consecuencia, ya que todas las ideas u opiniones son imperfectas o perfectibles, ello significa que, también, son susceptibles de quedar sometidas a discusión, a debate o polémica, lo cual destierra, por completo, cualquier noción acerca de que las ideas u opiniones deban ser respetadas.
Esta situación es reconocida a nivel de derechos y libertades, pues ateniéndonos a las leyes de los estados democráticos, no hay en ellas nada que nos obligue a tener que estar de acuerdo, con todo lo que sostengan o sustenten lo demás, es más, tenemos derecho a disentir, a discrepar, a contradecir, todo aquello que difiera, se oponga o vaya en contra de nuestras costumbres, creencias o ideas. Por extensión, tenemos derecho a no respetar lo que hagan, crean o digan los demás. Ello implica, indefectiblemente, que podemos criticar, rechazar, humillar, desprestigiar, aplastar, etc. todas las ideas u opiniones que creamos equivocadas según nuestro propio criterio.
Para finalizar, según la tradición ideológica y jurídico legal de occidente, en stricto sensu, sólo la persona humana es realmente merecedora de respeto.
Por consiguiente, repito lo que vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo atrás: se respeta a las personas, se respeta su derecho a expresarse, (ya que expresarse es una manifestación inherente a la condición de persona), pero, de ningún modo, se respetan las opiniones.
Para finalizar, según la tradición ideológica y jurídico legal de occidente, en stricto sensu, sólo la persona humana es realmente merecedora de respeto.
Por consiguiente, repito lo que vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo atrás: se respeta a las personas, se respeta su derecho a expresarse, (ya que expresarse es una manifestación inherente a la condición de persona), pero, de ningún modo, se respetan las opiniones.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
tienes razon, ya varias veces me han tocado homofobos que me exigen que respete sus opiniones
ResponderEliminar