lunes, 30 de agosto de 2010

APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LAS PERSONAS TRANS (TRANSVESTIS, TRANSGÉNEROS Y TRANSEXUALES).

Queridas amistades:
Ante todo las y los saludo y les envió mis parabienes.

A través de la historia, en diversas sociedades y culturas las manifestaciones de género no limitadas a la feminidad mujeril y la masculinidad varonil se han presentado, en todas las épocas, a lo largo y ancho de los cinco continentes.
Una de las pocas sociedades y culturas que ha polarizado el género, reduciéndolo a dos posibilidades, a lo femenino para las mujeres y lo masculino para los varones, ha sido la sociedad occidental, de tal manera que las personas que no se sintieran identificadas emocionalmente, con el género que se les asignaba al nacer, su única opción era cambiar, transfigurarse, al otro género (es por ello que se habla de transgeneridad).
Pero en muchas otras sociedades y culturas no había esa dicotomía de género presente en occidente, sino, más bien, una diversidad de géneros. En dichas sociedades y culturas las personas, en la medida que se desarrollaban, crecían, eran “asignadas” al género hacia el que demostraran mayor “afinidad”.
Es por ello que en muchas sociedades y culturas, mayormente existía (y aún existe) más de un género para cada persona (por ejemplo, dos géneros para la mujer: uno femenino y otro masculino y dos géneros para el varón: uno masculino y otro femenino).
Ya entre los antiguos babilonios, en el código de Hamurabi, que data del siglo XVIII a.C., queda registrado un género masculino para las mujeres. En este caso, se da noticia de mujeres con rasgos masculinos, a las cuales se denominaba “Salzikrum”. Por otro lado, se tienen referencias de que los sacerdotes de la diosa asiria Artagatis, eran emasculados y femeninos.


Siglos después, entre los griegos, los seguidores varones de algunas diosas como Hécate o Artemisa asumían roles femeninos con el fin de servir como “sacerdotisas” en los templos. En el caso de Hécate, algunas de dichas “sacerdotisas” llegaban a castrarse. Por su parte, entre los romanos se encontraban los gallis, sacerdotes de la diosa Cibeles, quienes adoptaban la indumentaria y los modeles de las mujeres, pero o bien podían conservar sus genitales varoniles, o bien podían emascularse para alcanzar mayor jerarquía.
Pero si entre los griegos y romanos la diversidad genérica estaba vinculada al mundo espiritual, en el mundo arábigo preislámico se encuentran diversidad de género en el mundo secular. Los Mukhannathun eran varones que usaban ropa, maquillaje, peinados, gestos y habla femenina, tenían una alta reputación como cantantes y animadores y, en los años anteriores a la introducción del Islam, fueron vistos como el pináculo de talento artístico.
Con la llegada del cristianismo, la diversidad de géneros fue no solo vista con hostilidad, sino que hasta fue sancionada, razón por la cual los géneros se restringieron a dos (a lo masculino para el varón y lo femenino para la mujer). Sin embargo, como dato curioso, muchas santas cristianas como: Pelagia, Margarita, Marinus (Marina), Athanasia (Alexandria), Eugenia, Appollinaria, Euphrosyne, Matrona, Theodora, Anastasia, etc., fueron admiradas y canonizadas aún cuando vivían como varones.
En relación al mundo secular, durante la alta y plena la edad media, aún con los anatemas cristianos, la transgeneridad se mantuvo con cierta tolerancia entre la población y con relativa indiferencia de parte de las autoridades, especialmente en el contexto de las fiestas, como en la de carnavales.
En el siglo XV, cuando los españoles llegaron a América, encontraron, a lo largo de todo el continente, diversidad de géneros. En el Perú, el cronista Cieza relata que en la zona norte, varios de estos varones femeninos eran venerados como “sagrados”. Por su parte, los colonizadores ingleses encontraron diversas y diversos genéricos en muchas tribus indígenas de norte América, a quienes llamaron “bardaches” (aunque entre los pueblos indígenas se llamaban “Dos almas”), las cuales eran tanto varones femeninos, como a mujeres masculinas. Actualmente entre EE.UU. y Canadá se encuentran a estos hombres femeninos entre los pueblos indios Zuñi, Lakota y Mohave y a mujeres masculinas en el pueblo Mohave.
En diversas sociedades de Asia, se dieron igualmente innumerables ejemplos de diversas y diversos genéricos, los que, en algunos casos, incluso perduran hasta hoy. Así, en India se llaman Hijra, en Tailandia y Laos se llaman Kathoey y en Indonesia, en la isla de Célebes, los varones femeninos se llaman Calabai, mientras que las mujeres masculinas se llamaban Calalai. Por su parte, en los antiguos imperios chino y japonés, la transgeneridad estuvo ligada, mayormente, a las artes escénicas, a la opera en China (donde los varones femeninos se llamaban Fanchuan) y al kabuki en Japón.
De vuelta en Europa, la relativa tolerancia que la sociedad alto y pleno medieval tuvo hacia las personas trans, dio paso, a partir del siglo XIII, a un creciente rechazo, que se tradujo en una serie de disposiciones y normas que prohibían los cambios de género (los castigos fueron desde las mutilaciones de miembros a la pena de muerte).
Desde el siglo XIII al XVII, las referencias a las personas trans se conocen, mayormente, a través de procesos judiciales, en los que se asume su “identidades”, apenas como expresiones de mal vivir (así, las mujeres masculinas eran tildadas de hombrunas y los varones femeninos eran llamados afeminados o mujeriles). Esto implica que las personas trans no desaparecieron, sino que vivían en la clandestinidad y la marginalidad.
Para mediados del siglo XVII y durante el siglo XVIII, las clases altas (especialmente las aristocracias), se tornaron más liberales y tolerantes. Por ello, en países como Francia, Holanda o Inglaterra, muchas personas de la aristocracia, con cierta holgura, se permitieron, asumir cierta transgeneridad como si fuera un nuevo género (así, en Inglaterra las mujeres masculinas eran conocidas como Sapphists y los varones femeninos como Mollys).
Para el siglo XIX, las cosas cambiaron nuevamente. Las revoluciones de 1789, 1829, 1830 y 1848, las guerras napoleónicas y otras crisis sociales conllevaron a una época de conservadurismo (la llamada época Victoriana), en la que se volvió a perseguir a las diversidades genéricas.
En esta época se vincula la transgeneridad con la homosexualidad, lo que es englobado bajo la noción de “inversión sexual”. Es, entonces, recién a partir del siglo XIX, que se vincula a homosexuales y trans, como si se tratase de una misma identidad (o sea, que es recién en esta época, que se homosexualiza la transgeneridad).
Durante el siglo XIX, los primeros activistas homosexuales dan referencias contradictorias de lo trans. Así, Karl Heinrich Ulrichs (considerado no solo como el primer activista, sino, también, como el primer teórico de la homosexualidad) admitía a las personas trans, llamándolas Zwitter. Por su parte, otro teórico y activista homosexual, Magnus Hirschfeld, las consideraba una perversión clínica (aunque jamás recomendó tratamientos curativos, sino tolerancia humanitaria). Fue Hirschfeld, quien en su obra “Conductas Sexuales Humanas”, acuña la palabra travestismo en 1910.
En 1932, Lili Elbe (mujer), nacida como Einar Mogens Wegener (varon), se convierte en la primera persona que cambia de sexo, vía operaciones quirúrgicas (dicho proceso de cambio fue supervisado por Hirschfeld).
Ese mismo año, Hirschfeld acuña el término transexual, aunque se popularizaría gracias al sexólogo Harry Benjamin, a partir de 1954. Benjamin fue el primer doctor en no considerar lo trans como problema psiquiátrico.
En 1960, Virginia Prince, una de las pioneras del activismo trans, publica la revista Transvestia, una de las primeras revistas sobre la transgeneridad. Precisamente, a ella se le atribuye el acuñar el término transgénero en 1978.


En 1966, en la “Compton’s Cafeteria” del distrito de Tenderloin (San Francisco), un intento de detención arbitraria de una persona trans, deriva en la primera revuelta de las diversidades genéricas y sexuales contra el abuso policiaco, siendo un claro e importante precedente de lo que vendría años después en Stonewall.
A raíz de los disturbios en Compton, diversas organizaciones trans levantan cabeza. En EE.UU., en 1968, se crea la “National Transsexual Counseling Unit”, la primera organización trans de apoyo y de defensa en el mundo y en 1970, se funda la “STAR” (Street Transvestite Action Revolutionaries).


Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. La "Faraon" Hatshepsut (siglo XV a.C.), primera persona trans (de mujer a varón) que registra la historia. Foto tomada de: arthistory.about.com
2. Placa conmemoratoria por el cuadragesimo aniversario de la revuelta de la Compton’s Cafeteria. Foto tomada de: en.wikipedia.org

2 comentarios:

  1. Has cometido dos graves errores en tu texto:
    1 confundir traxexualidad y transgeneridad
    Y 2 hablar de diversidad de generos señalando solo 2 y los mismos: masculino y femenino.

    1.- Los transexuales no son transgéneros no se identifican con otro genero sino con otro sexo. El genero no se asigna al nacer se construye poco a poco. El sexo se asigna al nacer

    2.- En todos esos ejemplos ( Salzikrum, griegos, romanos, gallis Mukhannathun, Zuñi, Lakota, Mohave, Hijra, Kathoey, Célebes, Calabai, Calalai, Fanchuan, Sapphists, Mollys) solo hay 2 géneros.
    Es errado que hables de diversidad de géneros si solo hay 2
    El género femenino por ejemplo es un solo genero, este en hombre, mujer o bestia.
    Lucho Arbaiza

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