martes, 25 de mayo de 2010

CIENCIA, SEXO Y GÉNERO.


Amistades mías:
Reciban mis más sinceros saludos y parabienes.

Hace poco leí un artículo acerca del tema que voy a tratar, ciencia, sexo y género, específicamente, acerca del rol que la ciencia ha tenido en la refrendación del prejuicio homofóbico y transfóbico.
Sin embargo y a pesar de lo interesante del artículo, me permito discrepar en relación a lo que ellos llaman ciencia y conocimiento científico.
Concuerdo con el hecho de que el prejuicio homofóbico y transfóbico apela a la palabra científica para invalidar la legitimidad de las diversidades sexuales y genéricas, pero discrepo en lo referente a que las justificaciones prejuiciosas articuladas a través de un discurso pretendidamente científico, pueda ser llamado conocimiento científico o ciencia.


Aclaremos el asunto. En nuestra sociedad occidental, cuando cualquier persona que se considere medianamente racional e informada, cuando diversas agrupaciones con discursos políticos y sociales pretendidamente serios, buscan validar y legitimar sus particulares ideas, creencias, costumbres, etc., mayormente apelan a la inteligencia, a la razón, y, se supone, que la última instancia a la que apelan dicha inteligencia y racionalidad, es a la ciencia.
En otras palabras, la ciencia es el principal discurso legitimador en la sociedad occidental, mas ello no sucede en otras sociedades y culturas.
Cada sociedad y cultura, a lo largo de la historia, posee una mentalidad propia, una forma particular de ver y entender la realidad, por ejemplo, las consideraciones acerca de cómo el ser humano se relaciona con su entorno, varían de una sociedad a otra, de una cultura a otra. Así, mientras que para las sociedades orientales el hombre y la naturaleza están íntimamente compenetrados (el ser humano se diluye ene la naturaleza), para la sociedad occidental hombre y naturaleza son instancias separadas, distintas entre si (de aquí la visión acerca de controlar la naturaleza).
En tales circunstancias, se encuentra que en cada sociedad y cultura, al tenerse diversas mentalidades, también se apela a particulares discursos sociales, con los que se valida y legitima las particulares ideas, creencias, costumbres, etc.
De entre todos estos discursos sociales, uno de ellos se decanta como principal, como hegemónico y en tal posición predominante, funge como ultima instancia, ante la cual se validan y legitiman las particulares ideas, creencias, costumbres, etc., propias de cada sociedad y cultura.
Así, entre las sociedades esclavistas de la antigüedad europea el principal discurso legitimador era uno de corte filosófico moral, en las sociedades feudales del medioevo el principal discurso legitimador era uno de tipo religioso (por ejemplo, el cristianismo en la Europa medieval) y en la sociedad burguesa contemporánea el principal discurso legitimador es uno de tipo científico.
Dichos discursos legitimadores no se caracterizan por ser precisos o exactos, sino, más bien, por justificar el orden social imperante (son discursos justificadores antes que esclarecedores). Por consiguiente, difícilmente se puede esperar que estos discursos se fundamenten en la realidad o en la “verdad”.
En nuestra sociedad, si se apela a la palabra científica para legitimar ideas, creencias, costumbres, etc. Así, los liberales asumen que su ideal social obedece a una estricta racionalidad científica, mientras que los socialistas asumen que su ideología es también estrictamente científica (el llamado socialismo científico).
Sin embargo, en la mayoría de los casos no se trata de ciencia, sino de pseudo ciencia, es decir, que se trata de un discurso que apela a ciertas metodologías, a cierto lenguaje de tipo científico, pero que difícilmente puede ser catalogado como CIENCIA.
Una de las principales diferenciaciones entre la pseudo ciencia y la ciencia proviene de su bagaje conceptual e informativo. Al respecto, se puede hablar de que hay un saber científico que corresponde a la pseudo ciencia y un conocimiento científico que proviene de la ciencia propiamente dicha. Ambos, saber científico y conocimiento científico son claramente diferenciables, puesto que, a grandes rasgos, el saber se basa en nociones transmitidas sin mayores explicaciones ni verificaciones experimentales, mientras que el conocimiento es el metódico resultado de la exanimación analítica, la racionalización y la comprobación experimental. Esto quiere decir, que mientras el saber es acrítico y formulado a priori, el conocimiento es crítico y mediatizado, por lo que su formulación es, siempre, a posteriori.


Con relación a la sexualidad, no se puede asumir que todas las opiniones, posturas o teorizaciones que se hacen en relación al sexo y al género, corresponden a la ciencia o al conocimiento científico.
Al respecto, difícilmente se pueden comparar sendos estudios de género, como los de Eve Sedgwick o Judith Butler, con los argumentos prejuiciosos que sustentan la llamada disforia de género. Igualmente, no se pueden comparar sendos estudios sobre sexualidad, como los de Michel Foucault o Jeffrey Weeks, con los argumentos que sustentan la llamada homosexualidad egodistónica. Más aún, equiparar los estudios queer o de género con el saber científico homofóbico y transfóbico seria como equiparar la evolucion con el creacionismo.
Se hace muy necesario, entonces, realizar aproximaciones serias a los estudios sobre sexo y género desde una perspectiva heurística, es decir, a partir de la crítica de las fuentes. Tratandose, específicamente, de dos tipos de crítica:
1- La exegesis o crítica externa, la cual, a grandes rasgos, se podría resumir en la pregunta: ¿Qué grado de confianza merece tal fuente?
2- La hermenéutica o crítica interna, la cual, a grandes rasgos, se podría resumir en la pregunta: ¿Qué grado de confianza merece lo consignado por tal o cual fuente?
La crítica permanente hacia las múltiples informaciones sobre sexo y género, hace, sin lugar a dudas, una gran e importante diferencia entre ciencia y pseudo ciencia, entre saber científico y conocimiento científico.
En suma, ni la ciencia, ni el conocimiento científico, han sido usados como dispositivos de control que refuerzan la homofobia y transfobia. Ni la ciencia, ni el conocimiento científico han fungido de instrumentos para invalidar o ilegitimizar las diversidades sexuales o genéricas.
Aprender a reconocer y dilucidar la diferencia entre ciencia y pseudo ciencia, entre saber científico y conocimiento científico es sumamente importante, pues solo así podremos luchar, efectivamente, contra el prejuicio y la discriminación hacia las muy validas y legítimas diversidades sexuales y genéricas.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Diosa griega de la sabiduria. Foto tomada de: taringa.net
2. Alegoria de la ciencia (vitral del paraninfo de la universidad de Zaragoza). Foto tomada de: unizar.es

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