lunes, 5 de abril de 2010

MATRIMONIO E HISTORIA.

Queridas amistades:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.

Hace poco participe en una reunión, en la que tuve la oportunidad de exponer, en persona, mis puntos de vista contra el matrimonio, y reforcé una percepción que tengo de diversas conversaciones, foros, mails, etc.
La mayoría de las gentes no visualiza un estado que no regule el matrimonio, es decir, que el matrimonio, así sea que no se aspire a él, es visto como parte constitutiva del estado.
El común de los mortales considera que si hay una instancia como el matrimonio, imbricada en el andamiaje jurídico legal del estado, ello se debe a que la organización estructural del estado es intrínsecamente así.
En consecuencia, el común de los mortales es incapaz de ver un estado sin matrimonio o un matrimonio que no esté bajo el control del estatal.
Mas el matrimonio tal como lo conocemos, como institución estatal, no es más que el último vestigio del control estatal sobre las vidas privadas de las personas.
Al parecer, la gente supone que en el pasado, existía, de alguna forma, la misma separación que existe actualmente entre la vida privada y el estado.
Sin embargo, en el pasado, en sociedades estatales premodernas, la intervención del estado en la vida privada de las y los individuos, llegó a abarcar, prácticamente, todos y cada uno de sus aspectos.
En el extremo, el estado decidía, volitivamente, sobre la vida y muerte de cada integrante de la sociedad, algo que perduró hasta el establecimiento de un sistema legal que fuera cortapisa al poder antes omnímodo del estado.
En el pasado, el estado no solo ha controlado las nupcias, sino, también, el tránsito de la minoridad a la mayoría de edad e incluso reglaba los nacimientos.
Claro está que estamos hablando de sociedades donde la religión, la economía o la judiciatura estaban vinculadas al poder político. Precisamente, en estas sociedades la mayoría de las gentes no vislumbraban un poder político no asociado a la religión, la economía o la judiciatura (tal como hoy muchas gentes no vislumbran un matrimonio no regulado por el estado).
Ejemplos de este intervencionismo estatal son:
En las sociedades cristianas, el control sobre la iniciación religiosa. Si las gentes no se bautizaban no eran considerados como integrantes de la sociedad (hoy nadie necesita bautizarse para ser considerado ciudadano).
En sociedades de la antigüedad (como la asiria, la espartana, la inca, etc.), el tránsito de la mocedad a la adultez. A través de ciertos ritos socio religiosos, las autoridades decidían quien era apto y quien no para el cumplimiento de sus funciones sociales (en el presente esto es tan irrelevante que el último vestigio de estos rituales de transito son las ñoñas fiestas de dieciocho y quince años).
En sociedades latinoamericanas, en la colonia, las gentes solo tenían facultades sociopolíticas, de acuerdo al estatus jurídico que el estado les reconocía (en el presente, el estatus jurídico de las personas es fijado por la ley y no por el poder político).
Han habido estados que decidían con quien se debía casar cada quien (como los mesopotámicos, los incas o los plebeyos y nobles del medioevo, quienes tenían recibir autorización para contraer nupcias).


Entonces, no hay sociedad premoderna del pasado, que no haya intervenido, en menor o mayor medida, en la vida privada de las personas. Más aún, esta intervención era considerada como válida, legítima, como parte integral e incuestionable de la institucionalidad del estado (los ejemplos podrían multiplicarse hacia áreas como el trabajo, las fiestas o hasta los ritos funerarios).
En el presente, el matrimonio es una pervivencia de aquel intervencionismo estatal sobre la vida privada de las personas y así como en el pasado, muchas gentes consideraban legítimo y válido que el estado intervenga en sus vidas privadas, en el presente hay mucha gente que considera legítimo y válido que el estado regule los vínculos familiares a través del matrimonio.
Cabe anotar que tras el paso del régimen feudal al régimen capitalista (entre los siglos XVIII y XIX), si el estado no abolió el matrimonio fue por que dicha institucionalidad le permitió sustentar su orden heterosexista, orden que implicaba, entre otras cosas, pareja y monogamia obligatoria para toda la población.
El matrimonio se convirtió así, no en el núcleo fuerte del heterosexismo (pues ese núcleo era la identidad sexual), sino en el “corsé” que forzaba a toda la población a relacionarse de acuerdo a identidades sexuales supuestamente “complementarias”, en conjuntos de a dos personas y manteniendo un vinculo de fidelidad (recuérdese que la infidelidad es causal legal de divorcio).
En consecuencia, el matrimonio, al ser el único vínculo reconocido legalmente para la conformación de familias, validaba y reforzaba el orden heterosexista y las personas que se casan, no hacen sino convalidar este orden de cosas. Más aún, el acceso de las y los marginales (lesbianas, gueis, bisexuales y trans) al matrimonio, no debilitaría la institución, sino que, contrariamente, la reforzaría.
Pero el matrimonio no ha sido el único vínculo familiar controlado por el estado. En las sociedades europeas, desde el medioevo, y en las latinoamericanas, durante la colonia, el estado también le exigía a la población, en determinadas circunstancias, probanzas de filiación.
Contextualicemos. Se trata de estados que tenían control sobre la economía y, en cierta medida, sobre la iglesia. En estos estados (donde existía el mayorazgo), muchas personas tenían que probar su ascendencia familiar, para poder acceder a determinada posición social.
Así, lograr un alto cargo eclesiástico requería de la probanza de un rancio abolengo o una ascendencia cristiana pura (libre de herejías). Alcanzar una oficialía en el ejército o un importante cargo burocrático también requería de las probanzas del linaje. E incluso si se quería producir o comerciar determinados bienes, se necesitaban las probatorias de ascendientes familiares.
En suma, las probanzas de filiación eran, en cierto modo, como el matrimonio en la actualidad. Tanto el matrimonio como las probanzas de filiación concedían a los involucrados una situación jurídica privilegiada, frente al resto de la población.
La abolición de las probanzas de filiación, es decir, la desaparición de la intervención estatal sobre las relaciones familiares de filiación, no ocasiono la desaparición de este tipo de relaciones parentales, sino que permitió ampliar los vínculos filiales, reconocidos legalmente, a todas y todos los descendientes.
Ya no solo a los hijos mayores (abolición del mayorazgo), sino, también, a las y los demás hijos del matrimonio, a las y los hijos no matrimoniales, a las y los hijos no reconocidos y a las y los adoptados.
La igualdad de las gentes se logró reconociendo los derechos de todas y todos los descendientes y no manteniendo los privilegios de filiación. Igualmente, la igualdad de las gentes se lograra reconociendo los derechos y la voluntad de todas las gentes que quieran vincularse familiarmente y no manteniendo los privilegios del matrimonio.
El acceso de los marginales al matrimonio (léase lesbianas, gueis, bisexuales y trans) no va a debilitar el matrimonio, sino que reafirmaría el control del estado sobre dicha institución, bajo los parámetros que disponga legal y jurídicamente.


Mientras tanto, las personas que no quieran o no puedan casarse seguirán tan marginadas, como las y los descendientes marginados (léase hijas e hijos fuera del matrimonio, no reconocidos o adoptados) en la Europa anterior al siglo XVIII o en la Latinoamérica colonial.
Solo cuando el matrimonio este fuera del control estatal, es que se diversificaran, verdaderamente, las formas de vinculación familiar (con uniones o casamientos cerrados o abiertos, amicales, homosexuales, tríadico-bisexuales, poligámicos, grupales, etc.).

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: traditioninaction.org
2. Foto tomada de: perfil.com

2 comentarios:

  1. Sólo aclaración de un punto. Quienes sustentamos la posicion de defender el matrimonio en la reunion en que participaste, no es que no sepamos toda esta historia y que no nos demos cuenta de que sí, el matrimonio ha sido una institución por la que el Estado, es decir el derecho -como antes lo hizo la religión)- norma la vida privada de las personas, y esto porque lo que interesa en el fondo es la propiedad y la herencia.
    La cuestión que se puso sobre el tapete es la relación entre matrimonio y discriminación de la población lgbt, no que si estamos a favor o en contra de reformar el matrimonio, que tiene que ver pero es cosa distinta. La pregunta es entonces, "proclamando una sociedad sin matrimonio se extingue inmediatamente la discriminación lgbt?" pues ya varios anarquistas y utópicos del siglo XVIII plantearon dicha abolición, sobre todo para eliminar la dominación de hombres sobre mujeres, pero sin que necesariamente hubiera una intención anti homófoba…Y al revés, proclamando el matrimonio lgbt se extingue la discriminación lgbt?
    Luego, totalmente de acuerdo en reformar todo lo que haya que reformar en cuanto a derecho, familia y propiedad, inventar uniones múltiples, aumentar causales de divorcio, etc...pero partiendo de la igualdad.

    V.

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  2. Es un gusto que me leas.
    Tan solo aclaro que si lees bien, no generalizo, uso frases como la mayoria de la gente o el comun de los mortales.
    Ademas, si lees bien, no escribo sobre lo que se dijo en la reunion (y ello, aunque no es explicito, si se puede deducir de la lectura), sino que gracias a ese conversatorio, reforce una percepcion que venia no solo de la reunion, sino tambien de conversaciones, foros, mails, etc., y esa percepcion se refiere a lo que aparentemente piensan la mayoria de las gentes o el comun de los mortales.
    Sobre las otras cuestiones. Estamos hablando de niveles distintos.
    Si bien es cierto que la cuestion del matrimonio se cruza con la cuestion LGBT, no estan en el mismo plano. La cuestion matrimonial tiene que ver con la organizacion familiar, tiene que ver con discriminacion si, pero centrada en lo referente a la vision conservadora de familia (el ver como familia solamente a un grupo nuclear y heteronormativo). La cuestion LGBT tiene que ver con discriminacion por razones de preferencia sexual (identidad sexual) e identidad de genero.
    Claramente si se acaba con una, no necesariamente se acaba la otra. Seria como pretender que si se acaba el racismo, se acaba la discriminacion hacia las personas LGBT.
    Por otro lado, mi vision tien que ver mas con el cumplimiento estricto del modelo estatal en el que vivimos, el democratico liberal, que con las propuestas anarquistas.
    Segun el paradigma liberal, la voluntad es la fuente de la ley y que el estado no intervenga en la esfera de lo privado.
    El anarquismo pide la desaparicion del estado y de sus instituciones, yo solo exijo que las relaciones familiares que cada quien decida tener, sean reconocidas en plan de igualdad, algo que solo seria posible con la abolicion del matrimonio.
    El matrimonio impide la diversidad familiar y eso no lo ven aquellas y aquellos que centran la cuestion del matrimonio como una cuestion unicamente LGBT.
    El ideal es que el estado acepte los contratos familiares que las personas dispongan y eso solo es posible, si el estado deja de imponer un unico modelo de contrato familiar para todos (o sea, el matrimonio).

    Saludos. Ho.

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