lunes, 12 de abril de 2010

LO PÚBLICO Y LAS PREFERENCIAS SEXUALES.


Amistades mías:
Reciban todas y todos mis saludos y parabienes.

En las últimas semanas, la noticia sobre un cantante famoso aceptando públicamente su homosexualidad, ha sido manoseada hasta el hartazgo.

Las reacciones frente a esta noticia fueron desde la aprobación al rechazo, aunque ciertamente este último no recibió mucha cobertura.
El prejuicio antiguei, presente entre aquellas y aquellos que vieron con malos ojos la “salida del armario” del cantante, resulto más que patente.
Con todo, parece que el último reducto en el que se refugian las y los homofóbicos, es el de la defensa cerrada de una noción de vida privada, que es asumida como obligatoria y forzosa para toda la población.
Según esta noción de privacidad, las preferencias y gustos sexuales son parte de la vida íntima de cada persona, razón por la que su exposición en el ámbito público, es una transgresión que, en el mejor de los casos, es considerada como impropia, inapropiada, para una buena convivencia en sociedad.
El supuesto que subyace a estas creencias, es que habiendo sensibilidades diversas, algunas cuestiones como ciertas funciones fisiológicas (pedos eructos, etc.), las demostraciones afectivas en general (besos, caricias, etc.) o la sola mención de los gustos y/o las preferencias sexuales, pueden herir la susceptibilidad de algunas gentes.
Supuestamente, la buena convivencia social se lograría, manteniendo estas “intimidades” en privado.
Sin embargo, esta visión, surgida en el siglo XIX, y conocida como moral burguesa, parte de la consideración de aquellas “intimidades”, como intrínsecamente malas, de ahí que hieran susceptibilidades.
Aquí el prejuicio se hace más que evidente, pues en la sociedad “democrático liberal” en la que vivimos, la consideración de cualquier manifestación humana como negativa, como mala, no tiene mayor asidero racional, en tanto no se violente la voluntad de las gentes o las leyes del estado.
Más aún, existe un principio fundamental del sistema “democrático liberal”, consagrada en diversas constituciones del mundo, que consiste en que toda persona tiene derecho, a realizar o hacer todo aquello que la ley no le prohíba expresamente.
En ese sentido, no hay ley alguna que prohíba hacer de la vida privada una vitrina de exhibición y la prueba más palmaria de ello, es la actual moda televisiva de los reality shows (donde la gente exhibe su vida privada a voluntad y placer).
Nos guste o no, y contando aún con el libertinaje y los excesos (pues para las y los liberales el libertinaje y los excesos son mil veces preferibles a la censura y la represión), el ejercicio de nuestros derechos no puede ser restringido, invocando ciertas susceptibilidades, que, en muchos casos, son el resultado de una socialización basada en el desconocimiento del derecho ajeno, algo que, sin lugar a dudas, se traduce en intolerancia e irrespeto, hacia aquellas y/o aquellos que son distintos a una o uno.

Siendo así, lesbianas, gueis, bisexuales, etc., tienen la libertad y el derecho de hacer confesión publica de sus preferencias sexuales. Más las y los conservadores aducen, que tales proclamaciones atentan contra la justa y necesaria separación de lo público y lo privado. Según las y los conservadores, es justa pues protege a las gentes de todo tipo de exhibicionismos (especialmente de aquellos que hieren la susceptibilidad infantil) y es necesaria pues evita el debilitamiento del derecho a la privacidad.
Sobre esto último, las y los conservadores suponen que sus preferencias y gustos sexuales son completamente del dominio privado y que las exhibiciones (tales como la asunción publica de las preferencias sexuales), es, en cierto sentido, un debilitamiento del orden establecido de intimidad/ privacidad (algo así como si los derechos a la intimidad/privacidad, se pusieran en riesgo).
Claramente las y los conservadores olvidan o pretende ignorar, que la preferencia heterosexual es pública y muchas de sus manifestaciones son parte integral del ámbito de lo público.
Al respecto, desde la cotidianidad a la institucionalidad de la sociedad, desde los referentes sociales al andamiaje jurídico legal del estado, la heterosexualidad esta “escandalosamente” presente.
Cada vez que una chica confiesa que tal chico le gusta o viceversa, cada vez que un varón presenta a su enamorada o viceversa, cada vez que se publica el edicto para un matrimonio, la heterosexualidad está presente.
Desde nuestra infancia la heterosexualidad nos rodea, como cuando vemos a mami y a papi, al tío y a la tía, a la vecina y al vecino, a las autoridades y sus cónyuges (como el presidente y su consorte o viceversa), a las y los artistas con sus esposos y esposas y un largo etcétera.
Casi siempre, cuando escuchamos canciones de amor (o vemos el video de la misma en tv), cuando leemos un libro (de literatura romántica por ejemplo), cuando vemos una telenovela (una serie o miniserie) o una película de cine (sobre todo las llamadas películas “aptas para todos”), nos encontramos indefectiblemente con heterosexuales.
Cuando nuestras madres o padres hablan de que al crecer, los chicos tendrán novia o las chicas esposo, cuando las y los compañeros de clase o de trabajo nos hablan de parejas, cuando nuestras y nuestros amigos hacen mención a nuestras y nuestros amores, las referencias siempre son heterosexuales.
Sumémosle a las parejas del parque, a las de las bodas civiles y eclesiásticas, la institución matrimonial, el aseguramiento medico de cónyuges, la tenencia de hijas y/o hijos y hasta los entierros en espacios compartidos o contiguos, son también muestras de heterosexualidad (y ojo, los ejemplos pueden multiplicarse, sin problemas, hasta el infinito).
En suma, la heterosexualidad no es de ninguna manera privada y su consideración positiva y normalizada”, es, en gran medida, el resultado de su publicitación.

De ello se deduce, que la consideración positiva y “normalizada” de las preferencias e identidades no heterosexuales, (como la lésbica, la guei, la bisexual o la trans) solo será posible, si reciben la misma publicitación que tiene la heterosexualidad (lo que se resume en la consigna "Lo personal es político").
En consecuencia, los intentos por restringir las preferencias e identidades no heterosexuales al ámbito de lo privado, solo revela una postura de prejuicio antilésbico, antiguei, antibisexual y/o antitrans.
La verdadera igualdad solo se dará, cuando las diversidades genéricas y sexuales ocupen el lugar que legítimamente les corresponde, en ese parnaso privilegiado llamado ámbito público.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Ricky Martin salió del closet a traves de su pagina web. Foto tomada de: rickymartin.com
2. Ellen DeGeneres salio del closet en 1997. Foto tomada de: revistaglosschile.ning.com
3. Imagen tomada de: plataformasinc.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario