lunes, 4 de enero de 2010

SEXO CON ADOLESCENTES.


Queridas amistades:
Primeramente los saludo y les envió mis mejores deseos.
Segundamente, les escribo de un tema sobre el que, mayormente, leo y escucho, en el mejor de los casos, o posiciones conservadoras o silencios invisivilizadores.
Al respecto, la mayoría de las gentes en Latinoamérica no gustan de reconocer, que las y los adolescentes tienen vida sexual, aunque la realidad sea otra.

Las y los adolescentes tienen sexo y en el pasado, la prueba provenía de innumerables centros médicos, en los que se encontraba a mujeres menores de edad en estado de gestación. Más en el presente, basta leer chats, listas y foros de internet, donde miles y miles de menores de edad reconocen y pregonan, abiertamente, tener vida sexual activa.
El no reconocimiento y negación de esta realidad genera problemas verdaderamente alarmantes, pues, partiendo del supuesto de que las y los menores de edad no tienen vida sexual, no se les brinda información pertinente y adecuada sobre sexo, no existen programas educativos sobre sexualidad (y si existen no son muy serios que digamos), y hay una carencia total de instrucción general sobre estos temas (por lo que madres y padres se encuentran tan o más desinformados que sus hijas e hijos). Estas carencias conllevarían a situaciones que van desde embarazos no deseados y abortos mal practicados hasta la infección y contagio masivo de enfermedades de transmisión sexual y VIH, sobre las que no existirían registros y, consiguientemente, posibilidades de tratamiento.
El desconocimiento de la vida sexual de las y los adolescentes invisibiliza, también, otra realidad innegable, la existencia de prácticas sexuales y relaciones afectivo sexuales entre adultos y adolescentes.
Aquí, se me hace necesario precisar siquiera someramente, a quienes denomino como adultos y adolescentes. En el primer caso, no hay mayor controversia. Adulto es un mayor de edad, un ciudadano plenamente capaz y responsable en lo jurídico y lo legal, mientras que un adolescente seria un menor de edad, una persona que, por razones etáreas, está sometido a la patria potestad de las y los adultos. Más si hacia “arriba” hay un límite de edad, que fija un cambio de estatus de menor a mayor y que es reconocido por toda la población, hacia “abajo” la cuestión no es tan clara. Por ello, escojo, arbitrariamente, los (12) doce años, dado que en muchos países (incluidos varios de Latinoamérica) se admite ese límite, como el rango etáreo mínimo sobre el cual se reconoce el sexo, con consentimiento, entre adultos y adolescentes.
Desde los sectores más conservadores de la sociedad, se estigmatiza y sataniza este tipo de sexo intergeneracional, sin ningún tipo de argumentación racional o científica. Basándose, únicamente, en el prejuicio de que toda persona adulta que gusta de adolescentes es, intrínsecamente, pervertida (se les llama pedófilas y pedófilos), mientras que la o el menor que experimenta o práctica sexo con sus mayores es, intrínsecamente, una víctima, pues carece de toda capacidad de discernimiento para salvaguardar su integridad.
Ambas posturas prejuiciosas son insostenibles y ridículas. En el primer caso, en Europa antes del siglo XVIII y en diversas sociedades y culturas del orbe, se admitía el sexo intergeneracional entre adultos y adolescentes, sin que ello supusiera abuso o perversión de ningún tipo. Además, si se parte de la noción de que la atracción sexual no responde a la voluntad de las personas, es decir que nadie controla la atracción sexual por un determinado sujeto de deseo, ello supondría que toda y todo adulto que ve atractiva o atractivo a cualquier adolescente es, intrínsecamente, un pervertido y peor aún, la o le adulto que concreta esa atracción en una relación afectivo sexual, es, indefectiblemente, un degenerado. Ello no pasa de ser una vulgar generalización, que ignora, intencionadamente, el que virtudes como la bondad, la nobleza, la decencia o la justicia son volitivas y que, por tanto, si es posible que las y los adultos puedan albergar buenas intenciones, al relacionarse, afectiva y sexualmente, con cualquier adolescente.

En cuanto al segundo caso, las y los adolescentes si tiene capacidad de discernimiento entre el bien y el mal, entre lo que es bueno o malo para ellas y/o ellos. Claro está que ello depende y dependerá, siempre, de la formación moral y educativa que hayan recibido las y los adolescentes. Esto quiere decir, que si a las y los adolescentes se les niega información, instrucción y educación sobre su seguridad, sobre auto respeto y sobre sexualidad, las y los adolescentes no tendrían, recién, capacidad de discernimiento.
Se pueden dar varios ejemplos de lo dicho arriba, pero me limitare a uno que a algunos les podrá parecer forzado, pero a mí me resulta bastante ilustrativo. A las y los adolescentes se les informa, instruye y educa acerca de lo que es la propiedad, por consiguiente, es poco probable que cualquier persona adulta las o los engatuse y engañe en esa cuestión. Así, en sectores clase medieros y populares en los que no se tiene dinero suficiente para pagar vigilancia o cuidado de menores (las o los niñeros), son las y los adolescentes los que quedan encargados de cuidar las casas, sin que ninguna persona adulta les desvalije la residencia en su presencia y con su consentimiento.
De la misma forma, si una o un adolescentes es informado, instruido y educado sobre sexualidad, sobre el respeto que se debe uno mismo y el respeto que nos deben los demás, las posibilidades de que cualquier adulta o adulto engatuse y engañe (seduzca) a una o un adolescente, se volverán nimias.
El origen de esta visión, que supone que las y los adolescentes son incapaces de asumir consiente y responsablemente su vida sexual, es, a todas luces, paternalista. Según dicha visión paternalista, algunas personas, por pretextos de diversa índole, son incapaces de valerse por sí mismos.
Al respecto, en el siglo XIX, en Latinoamérica, las élites euroamericanas (“las y los blancos”) restringían y recortaban los derechos y libertades (como el derecho al sufragio) de las poblaciones indoamericanas (“indias e indios”), pues asumían que sus autoridades, jefes y patrones podían manipularlos y alienar sus conciencias. Igualmente, a principios del siglo XX, las mujeres veían restringidos y recortados sus derechos y libertades (como el derecho al sufragio), pues se asumía que sus padres, maridos y demás familiares varones, podían manipularlas y alienar sus conciencias. En la actualidad, ningún movimiento político o social serio, sostiene semejantes criterios prejuiciosos. Más en el presente, ese mismo argumente de la falta de capacidad, es sostenido por los sectores más conservadores de nuestras sociedades en relación a las y los adolescentes.
Sin embargo, actualmente, en muchas legislaciones del mundo, si se reconoce la capacidad de las y los adolescentes para asumir deberes y responsabilidades (y, por ende, derechos y libertades). Así, en diversos países del mundo, se reconoce la capacidad de las y los adolescentes para trabajar (desde los catorce años según la organización internacional del trabajo [OIT]), es decir, para asumir responsablemente un trabajo y administrar con madures sus ingresos. También se encuentra que en varios países del mundo (como en EE.UU.), las y los adolescentes pueden manejar automóviles, pues se considera que no solo pueden cuidar de esa propiedad, sino, también, velar por su seguridad y la de las y los demás.

Igualmente, en diversos países del mundo, si se reconoce la capacidad de las y los adolescentes para asumir, consiente y responsablemente, su vida sexual. Es por ello que diversas legislaciones de varios países reconocen la capacidad de las y los adolescentes, de doce, trece, catorce, quince, dieciséis o diecisiete (dieciocho es la mayoría de edad en la mayoría de países del mundo), de tener sexo (incluido el consentido con adultos).
En suma no todas y todos los adultos que tiene sexo o vida afectivo sexual con adolescentes son, necesariamente, pervertidos o degenerados y no todas o todos los adolescentes que tienen sexo con personas adultas son, necesariamente, abusados o víctimas.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Foto tomada de: media.photobucket.com
2. Foto tomada de: elmorsa.blogspot.com
3. Foto tomada de: alsolikelife.com

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