martes, 29 de diciembre de 2009

CUESTIÓN DE FE.


Queridas amistades:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.
Año nuevo y mucha gente habla de cambios y propósitos nuevos para el futuro, sin embargo, la concreción de ello, en muchos casos, no pasa de ser un saludo a la bandera, pero para otros, es cuestión de fe (volveré sobre ello luego).



Recuerdo que cuando estaba saliendo de la universidad, llegue a la conclusión de que, de alguna u otra manera, todos tenemos nuestros propios dioses (o diosas).
Claro está que en esas épocas, esto lo veía como algo “malo”, negativo, pues mi ateísmo recién asumido me lo exigía (confieso que desde que tengo uso de razón, he variado mí postura en un par de ocasiones, de ateo en el colegio a agnóstico en la universidad y de ahí nuevamente a ateo hasta el presente).
Me explicare, mi alejamiento del ateísmo (y de las radicalidades en general) fue una respuesta a la movida terrorista que encontré en la universidad (tuve compañeros senderistas y emerretistas en mi escuela (historia) e, incluso, en mi promoción (algunos, actualmente, están muertos y otros en prisión).
Pero al entrar al activismo gay (yo se que para algunos eso es pecado, pero si se informaran mejor, no todas y todos somos pecadores), tuve que ordenar mis planteamientos en pos de una solución “dialéctica” (les juro que no puedo evitar reírme cada vez que uso ese término), una solución “dialéctica” a la sociedad injusta e inequitativa en la que vivimos (con su clasismo, racismo, machismo y heterosexismo).
Como activista gay, la iglesia (y, por extensión, la religión) se volvieron el enemigo. Su discursos clasista, patriarcal y homofóbico me llegó a enfermar, al extremo que toda noción de de sacralidad me resultaba “ofensiva”.
La clave de ello me la dieron unas viejas cucufatas que salieron en televisión, ofendidísimas porque algunos chamanes osaron bendecirlas. La relación es lógica, si uno no pides bendiciones y a uno no le piden permiso para dárselas, es poco respetuoso que nos las echen por más buena fe que tengan.
Aún hoy sigo pensando lo mismo (que hay una falta de respeto implícita en las acciones “evangelizadoras”, cuando estas no se hacen con permiso de la o él receptor), pero ahora soy más tolerante con la buenas intenciones ajenas (al extremo de que prefiero mil veces, aunque no es lo ideal, a una persona que considera que la homosexualidad es una enfermedad, pero que me trata como a un igual, es decir, con el respeto debido a toda persona, antes que a una fulana o un fulano que repita, vehementemente, que la homosexualidad es una opción válida y cada vez que abre la boca o hace algo, destila toda la homofobia que alberga en sí).
Con el tiempo, aprendí a ejercitar mi tolerancia (porque es algo que si no se ejercita, se oxida) y ello fue el resultado de acumular experiencias e información que me abrían nuevas perspectivas. Una de ellas fue la de reconocer que yo también tenía mis dioses.
Ojo, no estoy hablando de religión, sino de espiritualidad. Todos los seres humanos tenemos una intrínseca dimensión espiritual, la cual se traduce en creencias e ideas en las que confiamos como ciertas, como verdaderas. Son nuestras certezas, nuestras verdades, aquellas que dan sentido a nuestra vida y dan sentido a la forma en que vemos y comprendemos nuestro entorno.
Ellas no son científicas, no, necesariamente, son racionales o lógicas, son, más bien, sensibles o emocionales. Estamos hablando, entonces, de “FE” (No en vano reza el dicho popular que "la fe mueve montañas").



Ejemplos hay varios, las y los viajantes no se montarían sobre barcos, aviones o autobuses, sin tener fe en que sus naves les permitan llegar salvos a sus destinos; las personas no se embarcarían en negocios, sin tener fe en salir adelante con ellos; ninguna o ninguno de nosotros se ha involucrado emocionalmente con otras personas, sin tener fe que esas relaciones afectivas devengan en vínculos familiares; etc.
Pero la fe no se limita a cuestiones domesticas y mundanas, las utopías políticas y sociales son la mayor demostración de esa fe no religiosa. Así, John Locke, considerado el padre del “liberalismo político”, “creía” que la democracia, la libertad y la búsqueda de la felicidad, eran facultades inherentes a la naturaleza y no a la cultura de los seres humanos y “tenía fe” en que la sola voluntad de las personas, bastaba para velar por la consecución y el mantenimiento de dichos ideales. Por su parte, Carlos Marx, considerado el padre del “socialismo científico” y del “materialismo histórico”, “creía” en una sociedad sin clases, justa e igualitaria y “tenía fe” en el papel que jugaría la clase proletaria en la consecución de esa sociedad ideal.
Esas certezas y verdades, esas convicciones y creencias hacia las que todas y todos hacemos profesión de fe, son las que yo denomino “nuestros dioses o diosas personales”. Ósea, todos tenemos nuestros propios dioses o diosas, incluidos las y los ateos. Claro está, que si bien reconozco que tengo mis dioses particulares y personales, no les diré cuales son, pues ese es otro cantar.
Volviendo a los propósitos de cambio y redención que muchas y muchos hacen en cada año nuevo, repito, esa es cuestión de fe y como toda fe, dependerá de cuan fuertes sean sus convicciones y creencias.

Me despido con muchos buenos deseos para Uds. Su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Alegoría de la Fe, por L.S. Carmona (1752–53). Foto tomada de: es.wikipedia.org
2. Foto tomada de: tudiacomienzahoy.wordpress.com

1 comentario:

  1. Una epoca trabaje en una agencia publicitaria la cual odiaba porque odiaba al jefe por ciertos motivos, aun asi por necesidad trabajaba alli. Entonces en cierta oportunidad me pregunto si tenia fe en la agencia. Respondi muy firme que tenia fe en mi mismo. Desde entonces esa es la bandera que secretamente enarbolo hasta ahora, pese a los altibajos que he tenido en la vida. Por ello mismo tengo fe en el ser humano, en la humanidad, en sus logros, descubrimientos e inventos, por lo que tengo fe en el internet, capaz de intermediar en mi logro de objetivos. Mi conclusion es que no es necesaria la religion para la existencia de la fe.
    FELIZ AÑO URANISTA.
    Atte. SANTI.

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