martes, 29 de enero de 2013

BELL@ CUANDO DELGAD@.

Queridas amistades:
Les envió mis saludos y mis mejores deseos.
1. Marilyn Monroe en "The Prince and the Showgirl". 
En 1957, en la película “The Prince and the Showgirl”, una despampanante Marilyn Monroe aparece enfundada en un llamativo vestido de noche blanco, que generó, en su época, incontables halagos y alabanzas. Más, actualmente, alguna gente desubicada sostiene que la bomba sexy del cine lucia “gorda”. Para 1984, en la primera premiación de MTV, una provocadora Madonna se contorsionaba en el piso del escenario, vistiendo un llamativo traje de novia de sedas y encajes (y con un cinturón que decía Boy Toy), performance por la que, en ese entonces, se la elevo al rango de sex simbol. Sin embargo, hoy por hoy, hay gente desubicada que dice que se la veía “regordeta”. Para los 00’s, en la premiación de MTV del 2007, una descuidada Britney Spears causó revuelo con su figura. La cantante no lucia su habitual cuerpo atlético, razón por la que mucha gente, inmediatamente, la tildo de “gorda”. Y si bien no se la veía firme y tonificada, como habitualmente se mostraba, llamarla gorda resultaba desproporcionado.
En los tres casos se evidencia una distorsión preocupante del ideal de belleza, distorsión que se ha convertido en la pauta estética dominante en occidente. Dicha distorsión, que apela a cierto tipo de delgadez como norma social general, se proyecta, en el presente, de forma preocupantemente sobre los cuerpos de las personas (tanto sobre los cuerpos de mujeres como los de varones). En tal sentido, mujeres y varones se ven altamente afectados, por una visión que distorsiona la percepción sobre lo que debe ser su cuerpo.
Ciertamente esta visión distorsionada afecta de distintas maneras a mujeres y varones. Así, por ejemplo, el común de las mujeres se sienten gordas con tan solo  mirarse al espejo, mientras que el común de los varones se asumen gordos, cuando sus pares les sacan en cara su contextura.
Todo esto obedece a que en occidente, se ha instalado, a todo nivel, una desbordante satanización de todo tipo de “gordura” y una desbordante exaltación de cierto tipo de delgadez.
La exaltación de la delgadez es un producto reciente en la historia de la humanidad. Antes del siglo XIX, el cuerpo robusto e incluso gordo era el referente dominante de belleza. Las razones para ello eran simples. En las sociedades del pasado, la pauta sobre lo que era bello en la sociedad, era establecida por las clases dominantes. Y sobre la estética del cuerpo la situación era la misma. Por ejemplo, en la sociedad aristocrático feudal el cuerpo bello era el de una persona aristocrática (o, mejor dicho, el cuerpo bello era el que respondía a los cánones que reflejaban el estilo de vida aristocrático).
De esta manera, dado que la aristocracia era la clase que vivía en relativa abundancia, su alimentación era opípara en notable medida, mientras las clases trabajadoras (principalmente el campesinado) tenía una alimentación (bastante) más limitada.
En consecuencia, el cuerpo aristocrático era, en general, entre robusto y rollizo (o gordo para los cánones de belleza actual), mientras el cuerpo campesino era, en general, entre delgado y enjuto (o flaco para los cánones de belleza actual).
Con la llegada del orden burgués capitalista, los ideales estéticos de la burguesía se impusieron y sus cánones de belleza se hicieron los dominantes. En tal sentido, la delgadez, conjuntamente con la juventud, se hicieron referentes principales de la belleza burguesa.
Ahora bien, la dominación burguesa impuso sus exigencias sociales de manera más dura entre los grupos dominados y subalternos (la criminal explotación obrera del siglo XIX es solo un ejemplo de ello). En el caso de las mujeres, la dominación sobre ellas no solo se manifestaba través de su expulsión del ámbito público (y el consecuente desconocimiento de su relevancia social), sino, también, con su confinamiento al ámbito privado (específicamente al ámbito doméstico).

2. Corsé de 1878.
La dominación masculina se expresó, igualmente, como exigencia de belleza en las mujeres, lo que llevó a que se generalizara un verdadero instrumento de tortura y represión social, el corsé. Dicha prenda no solo hacia mella sobre la salud de la mujer, sino que, también, limitaba, fuertemente, sus posibilidades de movimiento y desplazamiento (por ejemplo, al comprimir la cavidad torácica, la mujer no respiraba libremente y se cansaba con más facilidad al caminar).
En adelante, en occidente, la mujer tuvo (y aún tiene) que ser delgada, si quería (y quiere) ser considerada bella. Aquí cabe anotar, que la exigencia de belleza sobre el varón nunca alcanzó los niveles de opresión, que si se manifestaron sobre las mujeres (la existencia de un dicho como: “el hombre es como el oso, entre más feo más hermoso”, que era común en Latinoamérica hasta, aproximadamente, la década del 90 del siglo XX, es muy reveladora en ese sentido).
Con la llegada del cine, fue la gran pantalla la que empezó a dar la pauta de lo que debía ser un cuerpo bello, tanto en mujeres como en varones. Sin embargo, la exigencia de delgadez, por lo menos hasta la década del 60 del siglo XX, aún guardaba cierta relación y correspondencia con los ideales estéticos burgueses.
Pero, con el advenimiento de la televisión, la cuestión cambiaría radicalmente (tómese en cuenta que la televisión, se convirtió en una de las principales instancias referenciales de la sociedad occidental). El cine, a diferencia de la televisión, puede estilizar las figuras con sendos recursos cinematográficos, mientras que la televisión aumenta algunas proporciones corporales. Se dice que la imagen televisiva, aumenta la figura de una persona en, aproximadamente, 3, 4, 5 o 6 tallas (kilos en apariencia). Siendo así, la exigencia televisiva de delgadez, se alejó, notablemente, del ideal de delgadez corporal de la burguesía. Y en la medida en que la imagen televisiva mejoraba, su exigencia de delgadez se hizo más tiránica.
Actualmente el ideal corporal de belleza responde básicamente a la televisión (ideal que se ha impuesto no solo en el cine, sino, también, en toda la sociedad). El cuerpo bello, entonces, es el que se ve delgado, tanto en el cine como en la televisión (anótese, aquí, que el modelaje, no hizo más que elevar la distorsión, sobre la contextura del cuerpo, a niveles superlativos).
Esta distorsión sobre el tipo de delgadez que debe tener el cuerpo, no es, de ninguna manera, la "norma", no toma en cuenta el cuerpo humano del común de la gente (ni siquiera el de la gente de la élite) y tampoco refleja el cuerpo resultante de algún estilo de vida productivo. Al respecto, antes de la tele, el cuerpo reflejaba, en notable medida, el tipo de vida que llevaba la gente. Después de la tele, mucha gente se obligó (y aún se obliga) a llevar, un estilo de vida que le proporcione un cuerpo como el de la tele (en otras palabras, el cuerpo televisado no es a imagen y semejanza de la gente, sino que la gente hace a sus cuerpos, a imagen y semejanza de las “necesidades” de la tele).
Las consecuencias perniciosas de esta distorsión no se hicieron esperar. Se satanizó todo tipo de cuerpo no delgado (robusto, grueso, gordo, etc.). Entonces, la gordura se volvió sinónimo de problema o, peor aún, de enfermedad (y ojo, se habla aquí de gordura y no de obesidad). No importo que mucha gente gorda evidenciara tener una salud envidiable. Tampoco importo que los luchadores de sumo fueran prueba viviente de una gordura saludable. Simplemente estar gordo era algo malo, que debía evitarse a como diera lugar. Esta exigencia, llevada al paroxismo, terminó acarreando trastornos psicológicos que nunca antes habían existido (anorexia, bulimia, vigorexia, etc.).

3. Fotograma del opening de la serie de tv: "Nip/Tuck".
Todo esto apunta a que la exigencia de delgadez de tipo televisiva está sobredimensionada en extremo. Dicho tipo de delgadez no está al alcance de todo el mundo. Por ejemplo, el cuerpo de la persona adulta tiende a ensanchar y mantenerlo delgado, de forma saludable y de acuerdo a los estándares televisivos, solo es posible para la gente que posee los recursos económicos que se lo permitan (como es el caso de las grandes estrellas del cine y la tele). Siendo así, llamar gorda a una persona, por no tener el cuerpo delgado de una estrella de televisión o de cine del presente (y repito, del presente), solo revela cuan alienada esta la percepción que se tiene sobre la belleza y el cuerpo.
Al final, la posmodernidad dejó muy en claro que la belleza (especialmente la humana) es relativa y no depende, en lo absoluto, de lo que dictamine una clase social o la televisión.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: en.wikipedia.org
2. Imagen tomada de: en.wikipedia.org
3. Imagen tomada de: youtube.com/watch?v=GquPGGj4IrI

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