martes, 1 de octubre de 2013

CELOS.

Queridas amistades:
Reciban mis cordiales saludos y parabienes.

“Celos de los ojos de mi amigo, del saludo de un vecino, y del forro de tu abrigo”.Tema “Celos” de Camilo Sexto.
“Cuando te encuentras con alguien, cuando caminas con alguien, cuando te siento feliz, yo tengo celos, tengo celos”. Tema Celos de Daniela Romo.

Las citas consignadas pertenecen a temas musicales que fueron exitosos en su momento. Ambos extractos recogen las partes más irracionales de unas letras que de por sí, ya resultaban bastante “surrealistas” (en sentido negativo). Ambos temas ensalzan los celos y, además de naturalizarlos, los legitiman. Y es que, para la sociedad occidental, los celos son completamente normales.

1. Celotipia.

Para la sociedad occidental, los celos son considerados manifestaciones propias de la naturaleza humana. Sin embargo no lo son. La naturalización de los celos tiene un claro origen histórico social, que se remonta a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Se origina con la corriente romanticista.
El romanticismo es una corriente ideológica(burguesa), que si bien surgió dentro del rubro literario, no tardo en extenderse a diversos ámbitos sociales. No solo a las otras artes, sino, también, a ámbitos tan disimiles como la política y la ciencia (así, para el siglo XIX, se puede hablar de toda una ciencia romántica). Este romanticismo alcanzó tal influencia social, que generó un cambio notable e innegable en la forma en que se concebía la vida en general. Dicho romanticismo cambio radicalmente las maneras de pensar y de sentir que, hasta aquel entonces, tenía la sociedad occidental. Surgió, de esta manera, un nuevo pensamiento y nueva sensibilidad, la romántica.
Respecto a la nueva sensibilidad, ella se sustentó, entre otras cosas, en una visión particular de los sentires y de los afectos, visión que, entre otras cosas,implicó, a grandes rasgos, su naturalización. De acuerdo a la sensibilidad romántica, las emociones y los sentires son aspectos inherentes al hombre, propios de su naturaleza. Ello suponía, hasta cierto punto, que sus manifestaciones no estaban sujetas a los dictados de la moral y la razón, en consecuencia, toda manifestación emotiva y sensible tenía que ser directa, violenta, irreflexiva e irracional (prácticamente animal). Es precisamente gracias a esta corriente romántica, que la sociedad occidental empezó a concebir las emociones y los sentires (y los afectos) como manifestaciones del “lado animal” del hombre. Y es aquí que se empezó a ver el deseo, el amor y los celos como “pasiones animales”.
Para otras corrientes ideológico filosóficas, como la de la ilustración o el pensamiento estoico romano, las emociones y los sentires estaban sujetos a la razón, por lo que su sensibilidad y sus vidas se hallaban moldeados bajo ese tipo de mentalidad. Más aun, para otras sociedades culturas, como las de India y China,las emociones y los sentires guardaban plena correspondencia con los deberes estamentales (de clase) y las costumbres, razón por la que la sensibilidad de las gentes respondía indefectiblemente a específicos parámetros sociales.
Ahora bien, dado que la percepción sobre los celos pasa por una mirada naturalizadora, es más que claro que no haya habido, en occidente, verdaderos intentos sociales, que procuraran acabar o siquiera cambiar este sentir. Los pocos abordajes sobre la cuestión, pasan por terapias psicológicas que lo único que intentan, es modificar sus manifestaciones, controlar sus expresiones, dominar los impulsos, etcétera. De ninguna manera la psicología o la ciencia en general ha intentado (ex)terminarlos celos, puesto que son considerados naturales.
Consecuentemente, habría que cuestionar esta visión romántica, ya que los celos no son, ni por asomo, manifestaciones naturales del hombre. Los celos son un producto cultural, que de ninguna manera tienen correlato con la naturaleza humana. No son como los deseos o las pulsiones, son constructos sociales tan nocivos como el machismo o la homofobia. Al respecto, si la homofobia es el resultado del régimen sexual burgués heterosexista, los celos (la celotipia) son el resultado del régimen afectivo patriarcal romántico. Es decir, la celotipia es al ámbito de lo afectivo, lo que la homofobia es al ámbito de lo sexual. Y si el “régimen” romántico naturalizó los celos, el régimen patriarcal los creo.
Como bien apunta la psicología en sus aproximaciones a los celos, la visión del otro, de la pareja, del cónyuge, como posesión, como pertenencia,como propiedad (privada) es la verdadera madre del cordero (visión que implica, a su vez, diversos niveles de cosificación de la pareja, del otro). Sin embargo, algunas y algunos psicólogos llegan a validar los celos (la acción de celar)en sus manifestaciones “menores” y solo cuestionan los casos considerados patológicos, aun cuando en ambas situaciones el origen de los celos es el mismo (origen  emplazado en el prejuicio que se tiene sobre la condición o estatus de la pareja, del otro, estatus de sujeto cosificado sobre el que se “tiene”/ejerce poder, estatus de cosa u objeto sobre el que se tiene dominio privativo y exclusivo). Aquí, dichas y dichos psicólogos pretenden reforzar su visión, definiendo únicamente a la patología celadora como “celotipia”, cuando, en realidad, todas las manifestaciones celadoras, dado su origen, son deleznables y repudiables. Y así como no hay manifestaciones homofóbicas aceptables o tolerables, todas (absolutamente todas) las manifestaciones celadoras son, indefectiblemente, celotípicas. La única diferenciación está marcada por la intensidad de la celotipia, intensidad que en la medida en que la prejuiciada percepción del otro como posesión, como pertenencia, como propiedad, es mayor, las manifestaciones celotípicas se hacen,indefectiblemente, más intensas y desembozadas.
A través de la historia, el patriarcado no solo trato a la mujer como inferior al varón, también la supedito a este. Siendo así, la mujer vivió siempre bajo la dominación masculina, aunque dicha dominación variaba significativamente de una sociedad a otra, de una cultura a otra. En los extremos del régimen patriarcal, las mujeres o bien podían alcanzar importantes cuotas de poder, de derechos y libertades (sin dejar de estar supeditadas a los varones), o bien podían ser consideradas objetos de propiedad masculina. El que en diversas sociedades y culturas del orbe los varones, en tanto padres o esposos, hayan tenido la potestad jurídica o consuetudinaria, de disponer de la vida de las mujeres, en tanto hijas o esposas, es una de las muestras más claras del estatus posesorio de la mujer.
Al respecto, en la historia de occidente, si bien el estatus jurídico oficial de la mujer nunca fue el de propiedad, en la práctica el uso, la costumbre y/o la ley no demostraban algo diferente. Así, en la antigua Roma, en su etapa republicana, las mujeres, además de ser consideradas inferiores, se hallaban sometidas a la patria potestad de padres y maridos, lo cual suponía que los varones podían disciplinar, vender como esclavas e, incluso, matar a “sus mujeres”.Por su parte, en la Europa feudal (medioevo), la mujer también estuvo sometida a la patria potestad del varón y si bien este ya no podía venderla como esclava, el padre o el marido tenían la facultad de tratarla como a un siervo de la gleba, golpearla y hasta asesinarla, en caso de quedar deshonrada o ser descubierta en adulterio (para más detalles, el rito matrimonial bajomedieval era un ceremonial de jura feudovasallática de servidumbre de la mujer al varón).
Con el advenimiento del orden burgués capitalista (en el siglo XIX), el estatus de sometimiento a patria potestad persistió(situación que duro, en muchos países, hasta bien entrado el siglo XX). Ciertamente la mujer, a nivel jurídico, no era considerada, ni tratada, como objeto, pero siempre tuvo un estatus inferior al del varón. En el caso de los esposos, ellos, en muchos países, hasta bien entrado el siglo XX, aun podían permitirse matar a sus cónyuges descubiertas en adulterio y salir libres, tras ser exculpados por la justicia.Sin embargo, bajo el orden burgués capitalista se introdujo un cambio puntual en la percepción propietaria conyugal. Aquí el romanticismo (siguiendo una noción de igualdad formulada bajo criterios romántico liberales) equipara, hasta cierto punto, los géneros. Pero no rompe con la visión de considerar a la pareja“propiedad”del cónyuge (así, para la ideología liberal, el matrimonio deja de ser, en muchos aspectos, un consuetudinario vínculo familiar institucionalizado, para convertirse, a nivel jurídico legal, en una simple relación contractual societaria, en donde cada cónyuge, de cierta manera, hace las veces de bien material de la o el otro consorte). Mujeres y varones, entonces, empiezan considerarse mutuamente pertenencia (posesión) del otro.

2. Jealousy and Flirtation (1874), Haynes King.

Esta visión romántica posesiva se mantiene vigente aun en pleno siglo XXI y queda reflejada en obras literarias, música popular, cine comercial, producciones televisivas, etc. En todos lados mujeres y varones declaran, sin ambages,“pertenecerse” mutuamente (y esta visión es validada y legitimada socialmente, por el solo hecho de considerarla “romántica”).
Indudablemente esta visión de pertenencia, de posesión, de propiedad, es la que genera los celos(a través de percibir a la pareja, a la o el otro, como sujeto cosificado sobre el que se “tiene”/ejerce poder, como objeto sometido a dominio particular y personal, como pertenencia/posesión/propiedad exclusiva y privativa).Aquí no se trata de muchos o pocos celos, de celos malos o buenos, aceptables o inaceptables, permitibles o condenables, etcétera, todas las manifestaciones de celos son censurables y condenables (además de tipificables como celotípicas). Se trata, entonces, y a todas luces, de una percepción mezquina y egoísta (“eres mía”, “eres mío”, “y de nadie más”). Sin lugar a dudas esta visión enajenada de pertenencia, de posesión, de propiedad, es la que impide el desarrollo de relaciones afectivas verdaderamente sanas y satisfactorias. Sin dicha visión no habría celos, la celotipia simple y llanamente no existiría.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes:
1. Imagen tomada de:postdivorcechronicles.com
2. Imagen tomada de: en.wikipedia.org

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