viernes, 17 de diciembre de 2010

TRABAJO Y ONG’S.

Amistades mías:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.

Que en Lima haya un sindicato de trabajadores de ONG’s me llamó la atención. Que ello no fuera la excepción en Latinoamérica no le resto peculiaridad al asunto. Mas que las y los trabajadores de ONG’s dedicadas a la defensa de DD.HH. se quejen de maltrato y explotación, si que pone los pelos de punta, por todas las implicancias que ello acarrea.
Varias y varios amigos y conocidos míos trabajan en ONG’s (la mayoría de ellos en ONG’s de DD.HH.). Sé que varias y varios trabajan más de ocho horas diarias y claman cansancio cada vez que me las y los encuentro (y ahora que las ONG’s conceden “vacaciones” por la quincena de fiestas de fin de año, suspiran de alivio por los días de descanso).


Si digo que me llamo la atención el que haya sindicatos de trabajadores de ONG’s, es porque la mayoría de dichas organizaciones trabajan en cuestiones y problemáticas sociales, humanitarias (lucha contra la pobreza, cooperación para el desarrollo, protección del medio ambiente, etc.). En consecuencia, se supone que situaciones de maltrato y explotación no se deberían dar en estos organismos no gubernamentales.
Según las leyes laborales de la OIT, la jornada laboral es de 8 horas diarias. Pero las legislaciones ¿neo?liberales han dispuesto, que las y los trabajadores, si desean, puedan seguir trabajando más horas (con lo que supuestamente ganarían mayores ingresos). Más la verdad de la milanesa es que en la mayoría de los trabajos, no hay esa supuesta opción de trabajar más horas voluntariamente, pues si la patronal te dice que te quedes a trabajar, raramente ello es optativo. Peor aún, al quedarse a trabajar más horas, el supuesto sueldo que se debe pagar por concepto de horas extras, no es necesariamente alentador.
Lo más preocupante es que varias ONG’s se comportan laboralmente como empresas de negocios y el asunto se vuelve alarmante cuando este comportamiento, viene de ONG’s dedicadas a trabajar con DD.HH.
Es decir, la exigencia abusiva y cuasi obligatoria de más horas de trabajo y las políticas abusivas de sueldos no compensatorios no solo se dan en las empresas de negocios privadas, sino, también, en ONG’s que luchan contra los abusos sociales. Toda una ironía.


Lo que me resulta más sorprendente, y puede que esto sea mi impresión, pues no he ahondado concienzudamente en el asunto, es que algunas y algunos activistas de DD.HH., pareciera que aceptan sus poco favorables condiciones de trabajo (y como anécdota, el llamar tiranas y tiranos a sus jefes me resultó una broma bastante recurrente).
El asunto es que la aceptación de esas interminables jornadas de trabajo y de esos sueldos que no siempre alcanzan, si deja mucho que desear viniendo de trabajadores de ONG’s y, más aún, de activistas de DD.HH., puesto que si ellos, que son las y los encargados de concientizar a la gente, sobre la necesidad de empoderarse de sus derechos humanos y ciudadanos, no reclaman y protestan, en sus respectivos centros laborales, por aquello que bien puede ser catalogado de abusos laborales.
Entonces, ¿cómo se puede esperar que si ellos (las y los activistas en DD.HH. que trabajan en ONG’s de DD.HH.), que son las y los supuestamente empoderados en sus derechos, sean los transmisores del llamado al empoderamiento de nuestra ciudadanía, sino muestran en sus centros de trabajo la misma exigencia de derechos que se espera que asuma el resto de la población?, ¿con que autoridad moral pedirían dichas y dichos activistas de DD.HH. al resto de la población, que luchen por sus derechos, si no hacen lo mismo en sus respectivos centros laborales?
Cosas del Orinoco que yo no sé y tu tampoco.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

Imágenes.
1. Imagen tomada de: ahorainfo.com.ar
2. Imagen tomada de: alienarka.blogspot.com

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