lunes, 12 de octubre de 2009

REBELDÍAS LÉSBICAS.





Queridas amistades:
Reciban mis más cordiales saludos y mis mejores deseos.
Este mes, en Latinoamérica, es un tiempo de celebración entre aquellas mujeres que se han rebelado contra una opresión discriminatoria y marginadora, que las relega y las invisibiliza.
Este mes, mujeres latinoamericanas de toda condición social, estudiantes, trabajadoras, madres, hijas, hermanas, jóvenes, adultas, ancianas, amerindias, afroamericanas, asiáticoamericanas, euroamericanas, adineradas, populares, citadinas, rurales, discapacitadas y un larguísimo etcétera, se unen para celebrar una particularidad que las une y, a su vez, las hace diversas.
Esta particularidad es su preferencia sexual no heterosexual y la enarbolan en contra del machismo, el patriarcado, el sexismo, la misoginia y la homofobia.
Estas mujeres son lesbianas y su celebración, que tiene como fecha central el 13 de octubre, es la de las “Rebeldías Lésbicas”.
Hace ya 22 años que, a instancias de diversos grupos lésbicos de Latinoamérica, como el Grupo de Autoconciencia de Lesbianas Feministas (GALF) de Perú, el Colectivo Lésbico Feminista Ayuquelén de Chile, Las Entendidas de Costa Rica, el GALF de Brasil, el grupo Mitilene de República Dominicana o el grupo Mulas de México, se organizó el “Primer Encuentro Lésbico Feminista de Latinoamérica” (a la fecha ya van VII).
Dicho encuentro, que se realizó en la ciudad de México, dio inicio a sus actividades un 13 de octubre de 1987 (de allí la fecha central de la celebración), un hito en la historia de las lesbianas en particular y de las mujeres en general, un hito en la historia de la lucha por la igualdad entre todas y todos los seres humanos.



Son muchas las mujeres lesbianas de Latinoamérica que se han empoderado y en consecuencia, buscan llevar al ámbito público una propuesta de transformación social, que tiene en la lesbianidad no solo su punto de partida, sino, también, su principal referente de cambio.
Al respecto, todas las personas tenemos el derecho de disponer del espacio público y de sentirlo y hacerlo nuestro. Así, la heterosexualidad ocupa el espacio público en todo momento y en todo lugar. Presenciamos la heterosexualidad desde pequeños, cuando vemos a mama y papa, a la tía y el tío, a la vecina y al vecino; cuando vemos a las parejas de enamorados en los parques; cuando vemos a las heroínas y héroes de películas y telenovelas; cuando leemos literatura “selecta” y nos enseñan la historia “oficial” en el colegio; cuando accedemos a la información formal más inmediata sobre familias; cuando nos remitimos a los derechos consagrados y buscamos ampararnos en las leyes; todo ello (y mucho más) nos remite, sin lugar a dudas, a la heterosexualidad.
En tal sentido, si nuestras hermanas lesbianas se rebelan y se hacen públicas, no es por el simple gusto de escandalizar, sino porque es su derecho. Si hablamos de igualdad de derechos, las mujeres lesbianas deberían estar tan presentes en el espacio público, como lo están las mujeres y los varones heterosexuales. Deberían ser notorias las parejas lesbianas; deberían haber lesbianas enamoradas en las calles, en los parques, en el cine, en la televisión; debería hablarse y enseñarse acerca de la lesbinidad y de las lesbianas en los colegios; debería haber información precisa sobre familias lésbicas en revistas, libros, archivos, bibliotecas, museos, etc.; deberían haber normas y leyes que consagren jurídicamente la existencia legítima de las mujeres lesbianas, etc.
Entonces, si se habla de transformación, es porque vivimos en una cultura que aún minimiza, niega, omite y censura los variados referentes de lesbianidad. Si se habla de transformación, es porque aun presenciamos la estigmatización y satanización de lo lésbico. Si se habla de cambio, es porque aun vivimos en una sociedad, donde no se puede aspirar a ser lesbiana y ser feliz.
Es por ello que las rebeldías lésbicas son una reivindicación de la libertad. La libertad de no ser invisibilizadas, la libertad de no ser consideradas como ofensoras con la sola presencia, la libertad y el derecho a ser felices.



Saludemos a todas aquellas mujeres lesbianas que tienen el valor de reivindicar su existencia y el coraje de exigir la igualdad de derechos.
Su rebeldía es también nuestra, es la rebeldía de todas aquellas personas que creen en la libertad, la igualdad, la fraternidad y la justicia.

Se despide su amigo uranista.

Ho.

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