Amistades mías:
Reciban cordiales saludos de mi parte.
En la actualidad muchos varones vienen tomando conciencia,
de que las mujeres son víctimas del régimen patriarcal, de que sufren abuso y
violencia, discriminación y marginación, por el solo hecho de ser mujeres. Pero
lamentablemente muchos de estos varones aún creen que luchar contra semejante régimen
es solo cosas de mujeres. Para peor, la mayoría de los varones que asumen esta
lectura, no se incluyen en la ecuación. Pareciera que el patriarcado es un régimen
etéreo, difuso, ajeno, en donde los varones no tendríamos absolutamente nada
que ver. En minoría, otros varones si se asumen como parte de la ecuación, pero
jamás asumen sus críticas en primera persona. Me explico. Estos varones
reconocen que los hombres someten y subordinan a las mujeres, que las oprimen,
e incluso que las violentan y las asesinan. Pero para ellos, esos hombres son
otros, los extraños, los desconocidos, jamás uno mismo. Y en el colmo de lo
inaudito, también llegan a asumir que son víctimas del patriarcado, tan igual a
como lo son las mujeres. Estos varones hablan de que el patriarcado los hace
sufrir y si bien la mayoría de este “grupo” de varones no llega a decir que su
sufrimiento es equivalente al de las mujeres, si hay algunos que consideran que
los hombres sufrimos tanto como las mujeres, aunque de hecho no lo sostengan de
manera tan explícita.
1. Manifestación feminista contra el patriarcado. |
A estas alturas, tengo por seguro que solo hay dos causales
por las cuales el patriarcado hace sufrir a los hombres. La primera tiene que
ver con nuestra situación de dominio y de privilegio. El régimen patriarcal nos
otorga a los varones una serie de privilegios, de los que disfrutamos en la
medida en nos encuadremos dentro de los parámetros de lo que el patriarcado
instituye como “ser hombre”. Enumeremos algunos de esos privilegios: vivir
dentro de un sistema cuyos dispositivos siempre te favorecen; ganar más que las
mujeres; ser preferentemente contratado en un empleo si la otra postulante es
mujer; no perder oportunidades sociales y/o económicas a raíz de un embarazo; poder
ser escuchado y que nuestra voz tenga más peso que la de una mujer; poder
desplazarnos tranquilamente por el espacio público sin ser vulnerados; tener
mayor libertad de desenvolvimiento cuando somos niños y adolescentes; mayores
atenciones de madres y padres cuando somos niños; etc. Pero estos privilegios
no son gratuitos, el patriarcado exige el cumplimiento estricto, forzoso y
obligatorio, de una serie de normas para acceder a ellos. Los hombres tienen
que probar permanentemente que son hombres, si quieren seguir siendo sujetos
privilegiados dentro del régimen patriarcal que los comprende. E indudablemente
esta permanente probanza nos afecta y puede llegar a hacernos daño. Para probar
que somos hombres exitosos, debemos competir permanentemente con nuestros congéneres
hombres y en la contienda, elevamos nuestros niveles de estrés. Para que se nos
admita dentro la pandilla de muchachos,
debemos demostrar que somos rudos e insensibles y ello supone castración
emocional. Es claro que el conservar nuestros privilegios nos va a generar
sufrimiento, pero, honestamente, el sufrimiento que tengamos como hombres para
conservar nuestros privilegios, no me parece que deba ser un motivo para que se
conduelan de nosotros.
La segunda causal por la cual el patriarcado nos hace sufrir
a los hombres, es cuando voluntaria o involuntariamente dejamos de cumplir con
las normas, que el patriarcado dictamina e instituye como límites de la masculinidad.
Aquí mi mayor referente es mi vida como gay. En la medida en que yo no podía cumplir
con los mandatos de la masculinidad, ya sea por mi expresión de género o mi preferencia
sexual, el régimen patriarcal me hizo literalmente mierda. Pero no solo se trata
de aquellas personas que no podamos cumplir con el régimen de género patriarcal.
Por ejemplo, un varón heterosexual sensible y emotivo, que no quiere castrarse
emocionalmente, también se hará susceptible de ser convertido en leña por el
patriarcado. En la medida que un varón se aleje consciente y voluntariamente de
los mandatos de la masculinidad, se hará susceptible de ser señalado, discriminado,
estigmatizado, excluido y quizás hasta violentado. Aquellos varones que no
queramos o no podamos cumplir con los mandatos de la masculinidad patriarcal, claro
que vamos a sufrir. Y, siendo honesto, este sufrimiento, para mí, es el único que
cuenta, el único que vale la pena considerar. Perdóneme si no me conduelo por
los sufrimientos de los hombres que quieren seguir siendo privilegiados. Quien
por su gusto padece…
En suma, los hombres, de ninguna manera somos víctimas del
patriarcado. Somos más bien sus beneficiarios. Y en la medida en que como
hombres disfrutemos de nuestros privilegios, con menor razón somos víctimas. Deberíamos
aprender más bien, a no aprovecharnos de ellos, a no sacar ventajas de ellos
(que lo hacemos siempre aunque no queramos reconocerlo) y más bien utilizarlos
para apoyar a las mujeres en su lucha reivindicativa. En ese sentido, la tarea
de organizarnos los varones, para luchar contra el patriarcado, pasa
necesariamente por reconocer nuestros privilegios y aprender a no valernos de
ellos, ni ampararnos en ellos. No tiene sentido que los hombres nos organicemos
para consolarnos mutuamente cada vez que nuestros privilegios quedan en
entredicho. Eso es un completo despropósito.
La idea de ser antipatriarcal supone, para mí, abandonar
nuestra zona de confort. Definitivamente eso no significa una renunciación a
nuestros privilegios, algo que no resulta muy aplicable, ya que el ser
reconocido como hombre no depende necesariamente de uno. Abandonar nuestra zona
de confort supondría no aceptar que se nos privilegie y cuestionar a quienes
nos conceden tales o cuales privilegios. Obviamente esta no será una tarea fácil,
y una de las razones para organizarse como varones antipatriarcales, supone animarnos
y apoyarnos mutuamente, en la fregada labor de dejar nuestra zona de confort y asumir
los costos de rechazar el régimen que nos privilegia. Claro que nos va a
costar, dejar de ser un hombre privilegiado cuesta, pero se supone que de
manera colectiva ese trabajo será menos "doloroso".
2. Manifestación de varones antipatriarcales. |
Se despide de ustedes su amigo uranista.
Ho Amat y León.
Imágenes:
1. Imagen tomada de: metiendoruido.com
2. Imagen tomada de: pagina12
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