Les envió mis saludos y mis mejores deseos.
1. Marilyn Monroe en "The Prince and the Showgirl". |
En
1957, en la película “The Prince and the Showgirl”, una despampanante Marilyn
Monroe aparece enfundada en un llamativo vestido de noche blanco, que generó,
en su época, incontables halagos y alabanzas. Más, actualmente, alguna gente
desubicada sostiene que la bomba sexy del cine lucia “gorda”. Para 1984, en la
primera premiación de MTV, una provocadora Madonna se contorsionaba en el piso
del escenario, vistiendo un llamativo traje de novia de sedas y encajes (y con
un cinturón que decía Boy Toy), performance por la que, en ese entonces, se la
elevo al rango de sex simbol. Sin embargo, hoy por hoy, hay gente desubicada
que dice que se la veía “regordeta”. Para los 00’s, en la premiación de MTV del
2007, una descuidada Britney Spears causó revuelo con su figura. La cantante no
lucia su habitual cuerpo atlético, razón por la que mucha gente, inmediatamente,
la tildo de “gorda”. Y si bien no se la veía firme y tonificada, como
habitualmente se mostraba, llamarla gorda resultaba desproporcionado.
En
los tres casos se evidencia una distorsión preocupante del ideal de belleza,
distorsión que se ha convertido en la pauta estética dominante en occidente.
Dicha distorsión, que apela a cierto tipo de delgadez como norma social
general, se proyecta, en el presente, de forma preocupantemente sobre los
cuerpos de las personas (tanto sobre los cuerpos de mujeres como los de
varones). En tal sentido, mujeres y varones se ven altamente afectados, por una
visión que distorsiona la percepción sobre lo que debe ser su cuerpo.
Ciertamente
esta visión distorsionada afecta de distintas maneras a mujeres y varones. Así,
por ejemplo, el común de las mujeres se sienten gordas con tan solo mirarse al espejo, mientras que el común de
los varones se asumen gordos, cuando sus pares les sacan en cara su contextura.
Todo
esto obedece a que en occidente, se ha instalado, a todo nivel, una desbordante
satanización de todo tipo de “gordura” y una desbordante exaltación de cierto
tipo de delgadez.
La
exaltación de la delgadez es un producto reciente en la historia de la
humanidad. Antes del siglo XIX, el cuerpo robusto e incluso gordo era el
referente dominante de belleza. Las razones para ello eran simples. En las
sociedades del pasado, la pauta sobre lo que era bello en la sociedad, era
establecida por las clases dominantes. Y sobre la estética del cuerpo la
situación era la misma. Por ejemplo, en la sociedad aristocrático feudal el
cuerpo bello era el de una persona aristocrática (o, mejor dicho, el cuerpo
bello era el que respondía a los cánones que reflejaban el estilo de vida
aristocrático).
De
esta manera, dado que la aristocracia era la clase que vivía en relativa
abundancia, su alimentación era opípara en notable medida, mientras las clases
trabajadoras (principalmente el campesinado) tenía una alimentación (bastante)
más limitada.
En
consecuencia, el cuerpo aristocrático era, en general, entre robusto y rollizo
(o gordo para los cánones de belleza actual), mientras el cuerpo campesino era,
en general, entre delgado y enjuto (o flaco para los cánones de belleza
actual).
Con
la llegada del orden burgués capitalista, los ideales estéticos de la burguesía
se impusieron y sus cánones de belleza se hicieron los dominantes. En tal
sentido, la delgadez, conjuntamente con la juventud, se hicieron referentes
principales de la belleza burguesa.
Ahora
bien, la dominación burguesa impuso sus exigencias sociales de manera más dura
entre los grupos dominados y subalternos (la criminal explotación obrera del
siglo XIX es solo un ejemplo de ello). En el caso de las mujeres, la dominación
sobre ellas no solo se manifestaba través de su expulsión del ámbito público (y
el consecuente desconocimiento de su relevancia social), sino, también, con su
confinamiento al ámbito privado (específicamente al ámbito doméstico).
2. Corsé de 1878. |
La
dominación masculina se expresó, igualmente, como exigencia de belleza en las
mujeres, lo que llevó a que se generalizara un verdadero instrumento de tortura
y represión social, el corsé. Dicha prenda no solo hacia mella sobre la salud
de la mujer, sino que, también, limitaba, fuertemente, sus posibilidades de
movimiento y desplazamiento (por ejemplo, al comprimir la cavidad torácica, la
mujer no respiraba libremente y se cansaba con más facilidad al caminar).
En
adelante, en occidente, la mujer tuvo (y aún tiene) que ser delgada, si quería
(y quiere) ser considerada bella. Aquí cabe anotar, que la exigencia de
belleza sobre el varón nunca alcanzó los niveles de opresión, que si se
manifestaron sobre las mujeres (la existencia de un dicho como: “el hombre es
como el oso, entre más feo más hermoso”, que era común en Latinoamérica hasta,
aproximadamente, la década del 90 del siglo XX, es muy reveladora en ese
sentido).
Con
la llegada del cine, fue la gran pantalla la que empezó a dar la pauta de lo
que debía ser un cuerpo bello, tanto en mujeres como en varones. Sin embargo,
la exigencia de delgadez, por lo menos hasta la década del 60 del siglo XX, aún
guardaba cierta relación y correspondencia con los ideales estéticos burgueses.
Pero,
con el advenimiento de la televisión, la cuestión cambiaría radicalmente
(tómese en cuenta que la televisión, se convirtió en una de las principales
instancias referenciales de la sociedad occidental). El cine, a diferencia de
la televisión, puede estilizar las figuras con sendos recursos
cinematográficos, mientras que la televisión aumenta algunas proporciones
corporales. Se dice que la imagen televisiva, aumenta la figura de una persona
en, aproximadamente, 3, 4, 5 o 6 tallas (kilos en apariencia). Siendo así, la
exigencia televisiva de delgadez, se alejó, notablemente, del ideal de delgadez
corporal de la burguesía. Y en la medida en que la imagen televisiva mejoraba,
su exigencia de delgadez se hizo más tiránica.
Actualmente
el ideal corporal de belleza responde básicamente a la televisión (ideal que se
ha impuesto no solo en el cine, sino, también, en toda la sociedad). El cuerpo
bello, entonces, es el que se ve delgado, tanto en el cine como en la
televisión (anótese, aquí, que el modelaje, no hizo más que elevar la
distorsión, sobre la contextura del cuerpo, a niveles superlativos).
Esta
distorsión sobre el tipo de delgadez que debe tener el cuerpo, no es, de
ninguna manera, la "norma", no toma en cuenta el cuerpo humano del común de la
gente (ni siquiera el de la gente de la élite) y tampoco refleja el cuerpo
resultante de algún estilo de vida productivo. Al respecto, antes de la tele,
el cuerpo reflejaba, en notable medida, el tipo de vida que llevaba la gente.
Después de la tele, mucha gente se obligó (y aún se obliga) a llevar, un estilo de
vida que le proporcione un cuerpo como el de la tele (en otras palabras, el
cuerpo televisado no es a imagen y semejanza de la gente, sino que la gente
hace a sus cuerpos, a imagen y semejanza de las “necesidades” de la tele).
Las
consecuencias perniciosas de esta distorsión no se hicieron esperar. Se
satanizó todo tipo de cuerpo no delgado (robusto, grueso, gordo, etc.).
Entonces, la gordura se volvió sinónimo de problema o, peor aún, de enfermedad
(y ojo, se habla aquí de gordura y no de obesidad). No importo que mucha gente
gorda evidenciara tener una salud envidiable. Tampoco importo que los
luchadores de sumo fueran prueba viviente de una gordura saludable. Simplemente
estar gordo era algo malo, que debía evitarse a como diera lugar. Esta
exigencia, llevada al paroxismo, terminó acarreando trastornos psicológicos que
nunca antes habían existido (anorexia, bulimia, vigorexia, etc.).
3. Fotograma del opening de la serie de tv: "Nip/Tuck". |
Todo
esto apunta a que la exigencia de delgadez de tipo televisiva está
sobredimensionada en extremo. Dicho tipo de delgadez no está al alcance de todo
el mundo. Por ejemplo, el cuerpo de la persona adulta tiende a ensanchar y
mantenerlo delgado, de forma saludable y de acuerdo a los estándares televisivos,
solo es posible para la gente que posee los recursos económicos que se lo
permitan (como es el caso de las grandes estrellas del cine y la tele). Siendo
así, llamar gorda a una persona, por no tener el cuerpo delgado de una estrella
de televisión o de cine del presente (y repito, del presente), solo revela cuan
alienada esta la percepción que se tiene sobre la belleza y el cuerpo.
Al
final, la posmodernidad dejó muy en claro que la belleza (especialmente la humana) es relativa y no
depende, en lo absoluto, de lo que dictamine una clase social o la televisión.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1.
Imagen tomada de: en.wikipedia.org
2.
Imagen tomada de: en.wikipedia.org
3.
Imagen tomada de: youtube.com/watch?v=GquPGGj4IrI
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