Queridas
amistades;
Les
saludo y les envió mis mejores deseos.
1. Anuncio de la serie Star Trek. |
Tras
la muerte de Leonard Nimoy, se rescató un viejo artículo de Paul Maquet sobre
la saga futurista en la que participó el finado, articulo que llevaba por título: “Star Trek y el Capitalismo” (http://bit.ly/1AoB0AW). En líneas
generales, dicho artículo planteaba como la saga sería una “utopía post
capitalista” y habría que reconocer que los argumentos esgrimidos pueden ser
razonables, sin embargo tengo serias y contundentes discrepancias. Para llegar
a eso punto tengo que explicitar, que el género ciencia ficción, en su
vertiente futurista, es uno de mis favoritos. Más lo que me gusta sobremanera de
las producciones futuristas no es la realización, ni la narrativa, ni siquiera
los efectos especiales. Me gusta la capacidad de las producciones de plantear
sociedades alternas, futuros que no se parezcan a nuestra realidad occidentalizada
y contemporánea Antes de ingresar a la universidad me satisfacía con las demostraciones
tecnológicas, pero tras seguir una carrera de ciencias sociales mi exigencia
creció.
Ahora
sigo viendo películas futuristas de todo tipo, pero me fascinan más aquellas
que muestren, aunque sea tímidamente, mundos diferentes, fuera de lo conocido.
En este contexto, mi postura sobre Star Trek es (¿hiper?) crítica. Me gusta la
saga más no a nivel “trekkie” y he seguido las diversas series de la
franquicia, aunque no religiosamente. Y siempre que hablo sobre el futurismo de
la serie, planteo el mismo cuestionamiento: Stark Trek es demasiado parecida al
siglo XX. Desde la universidad siempre recalco que la ruptura de la saga con la
sociedad presente es bastante declarativa y rara vez (por no decir nunca) se
materializa en su trama la sociedad futurista de la que se habla. Y obviamente
ello no es solo mi percepción. El artículo de Wikipedia sobre la saga dice esto
en su reseña sobre la producción: “La trama de las series y películas de Star
Trek… (es) congruente con la forma de ser de los humanos actuales (lo) que
intenta demostrar que el hombre no cambiará mucho en los próximos 400 años…”-
Aclararé
que no estoy pidiendo la construcción de toda una sociedad alterna, un universo
distinto (mismo despliegue de Tolkein en El Señor de los Anillos), pero sí creo
necesario hacer hincapié en que, tal como lo señaló Marx, un cambio en el modo de
producción implica cambios en todos los demás órdenes sociales. En tal sentido,
si el modo de producción cambia, cambiarían también los estilos de vida y las
prácticas sociales. Y nada de ello se percibe en “Star Trek”. En la saga la
gente se enamora y ama como en el siglo XX, se casa como en el siglo XX, tiene
familias nucleares como en el siglo XX, hay diferencias de género marcadas como
en el siglo XX y hay heterosexualidad como en el siglo XX. Volveremos sobre
esto más adelante.
Al
principio de esta entrega, se mencionó el artículo de Maquet, el cual se
abre con una referencia al filósofo “(¿neo?)marxista” eslovaco Slavoj Zizek, en
donde se plantea que: “para la sociedad actual -especialmente la
norteamericana- parece más fácil imaginar de diferentes maneras el fin del
mundo, que un mucho más modesto fin del capitalismo”. Parafraseando el
planteamiento diría: “para
la sociedad actual –para toda ella- es más probable que se imagine, aunque sea
de casualidad, el fin del capitalismo, que el fin del omnipresente patriarcado”.
La
referencia a lo omnipresencia del patriarcado no es gratuita. El patriarcado
como sistema de dominación antecede a la producción y a las clases sociales. Se
ha mantenido vigente tras la desaparición del esclavismo y el feudalismo y al
parecer seguirá vigente si nos atenemos al futuro pos capitalista imaginado por
la ciencia ficción. De todas las producciones futuristas, ninguna, ni por
asomo, ha sido capaz de mostrarnos una “utopía” allende el patriarcado. Y ojo,
me limito a aquellas producciones que muestran futuros con alguna visión social
“democrátizante”, pues no tiene ningún sentido pedirle equidad de género a
producciones como Logan's Run, Blade Runner, Firefly o Elysium. Pero ni en 2001
Odisea en el Espacio, ni en Battlestar Galactica, ni en Babylon 5, ni en Ender's
Game, ni en toda la franquicia de Star Trek (y ni siquiera en toda la saga de
Star Wars) se ven sociedades no patriarcales.
Peor
aun, todo parece indicar que ni siquiera hay la intención de imaginar algo así,
pese al movimiento feminista y su lucha de más de 300 años (cuento como punto
de partida “La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” de
1791). Obviamente no se trata de que se ponga a las mujeres en el poder, pues
eso no es poner fin al patriarcado (todo lo contrario, eso tan solo sería
mantener el sistema de dominación patriarcal invirtiendo el rol de los actores
sociales). De comienzo, imaginar una producción del futuro con personajes en paridad
de género es, por lo visto, impensable (y ya no sé si por incapacidad mental o
porque se asume que la humanidad no cambiara en los próximos 400 años). Imaginar
que la mitad de la población se empodere parece no ser una idea que circule en
la cabeza de los guionistas, productores o cineastas. Y si eso es difícil, asumo
que, por ejemplo, reducir las diferencias de género y aproximarlas a la
ginandria o androginia, a lo unisex para ser más claro, es algo intragable (la
idea del género como constructo social debe ser inimaginable para mucha gente).
2. Meme que juega con los logos de Coca Cola y McDonal's |
Ahora
bien, pasando al terreno de la convivencia, imaginar que la humanidad pueda
dejar de ser monógama seria pedir demasiado (si de por si no existe ninguna
propuesta legal en ningún país para abolir el matrimonio, mucho menos se piensa
en dejar la relación de pareja monogámica). Der nada sirve que haya abundante
literatura que trata a la monogamia y al matrimonio como formas de control y
dominación patriarcal (y no solo feminista, sino también socialista), al
parecer la humanidad jamás dejara de ser monógama y casamentera.
Mas
yendo hacia formas específicas que tomo el patriarcado dentro del modo de
producción capitalista, la imaginación sigue siendo infértil. Nadie imagina los
afectos y emociones fuera de las directrices marcadas por la ideología burguesa
romántica desde el siglo XIX. En esta línea, afectos y emociones se siguen
mostrando como naturales, irracionales, pasionales, posesivos y absorbentes.
Resulta inimaginable para
mucha gente, que afectos y emociones sean vistos como mecanismos de control y
dominación. A nadie en la ciencia ficción le entra en la cabeza que, por ejemplo,
el amor, en tanto irracional y abnegado, refuerce relaciones de sometimiento y
dependencia.
Y
obviamente el asunto no termina allí. La familia nuclear (padre, madre, hijo e
hija) pese a ser el producto de la revolución industrial de los siglos XVIII y
XIX, sigue presente en el imaginario de las producciones futuristas como Star
Trek. Este modelo es precisamente el que refuerza, con el aislamiento de sus
integrantes, el dominio y el control ostentado por la cabeza patriarcal (que
puede ser tanto un varón como una mujer). Ningún futurólogo de la ciencia
ficción repara en la naturalización de este modelo familiar (naturalización que
es impulsada por los saberes científicos y las iglesias cristianas), ni reparan
tampoco en el cuestionamiento que, por ejemplo, el marxismo le hace a este
modelo familiar desde el siglo XIX, en tanto que es parte intrínseca del
sistema burgués capitalista.
En
la misma línea, nadie repara que la identidad sexual hétero es apenas un
mecanismo de control surgido en el siglo XIX. Fijada entre los límites de la
familia nuclear y el matrimonio, la heterosexualidad se estableció con el fin
de controlar la vida privada de la gente. En tanto se asuma como natural,
rígida e invariable, la heterosexualidad parametra las relaciones familiares, genéricas,
afectivas y sexuales. Peor aun, la heterosexualidad naturalizada es la instancia
que permite que los demás componentes del patriarcado capitalista pervivan y se
mantengan incólumes, se produzcan y reproduzcan con toda holgura y libertad (y hasta
las identidades homosexual y transgenérica son reflejo en espejo de aquel mecanismo
de heteronormativo de control).
Ya
en el siglo XIX el socialista Engels señaló algo que solo la feminista Rubin
resaltaría recién en el siglo XX, que la vida material se producía y reproducía
a través de dos instancias, la actividad económica de un lado y las formas de
convivencia del otro. Esto se traduce en que los modos de producción (esclavista,
feudalista, capitalista, etc.) son los que rigen la actividad económica y es el
patriarcado el que rige las formas de convivencia. Para ser más directos, los
sistemas de dominación y explotación son el resultado (producto) de los modos
de producción y del patriarcado (ambos reproducen igualmente los sistemas de
dominación y explotación), pero mientras los modos de producción han cambiado a
través de la historia, el patriarcado se ha mantenido incólume a través del
tiempo (obviamente el patriarcado se ha adaptado bajo formas institucionales,
estilos de vida y prácticas sociales acordes al modo de producción de turno).
Siendo
más claros, modos de producción y patriarcado se producen y reproducen
mutuamente, al extremo de formar un conjunto indisociable. La prueba de ello es
que, bajo el modo de producción capitalista (aunque en los otros modos de
producción es igual), los grupos dominantes: en este caso la burguesía
empresarial y la varonía heterosexual, comparten los mismos valores sociales
(por lo menos a nivel ideológico), así, por ejemplo, la competencia, en el
grupo burgués empresarial, es un mandato del capitalismo, mientras que, entre
varones heterosexuales, dicho valor es parte de la construcción de la
masculinidad (parte de la demostración de quien es el más “hombre”). En tal
sentido, el patriarcado está en la base del sistema de dominación capitalista.
Por lo tanto, un cambio social será apenas superficial, si se deja intacta la
mitad de la ecuación, pues es el patriarcado parte integral de la producción y
reproducción del sistema.
3. Wallpaper sobre el patriarcado. |
En
suma, cualquier modelo social futurista que se recree, necesariamente implica
un cambio en los estilos de vida y en las prácticas sociales, ámbitos ligados
directamente a los modelos de convivencia. Star Trek se presenta
discursivamente como una sociedad post capitalista, pero en la representación
de la cotidianidad de la convivencia humana no se percibe ningún cambio. Las
formas capitalistas del patriarcado se perciben en el matrimonio monogámico
(obviamente el reconocido por el estado, no el eclesiástico), en la pareja
ennoviada románticamente, en la familia nuclear, en las relaciones
heteronormadas.
Sin
lugar a dudas las y los fans de Star Trek me diran que mi apreciación es muy rebuscada,
puntillosa y/o “exquisita”. Sin embargo a mí me resulta más rebuscada,
puntillosa y/o exquisita la lectura de una sociedad post capitalista a partir
de lo que se declara y no de lo que se presenta.
Se
despide su amigo uranista.
Ho
Amat y León.
Imágenes:
1.
Imagen tomada de: soundonsight.org
2.
Imagen tomada de: nepo.com.br
3.
Imagen tomada de: pmincorrecto.blogspot.com
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