lunes, 5 de noviembre de 2012

POR QUE CELEBRAMOS HALLOWEEN.


Queridas amistades:
Les saludos y les envió mis mejores deseos.

1. Calabaza plástica.
Tiempo atrás, recuerdo que, a mediados de los 90’s (del siglo XX), me causaba harto estupor, el ver madres de barrios populosos, llevando a sus criaturas a los barrios “pudientes”, para pedir dulces por halloween.
A estas alturas del nuevo siglo, es imposible negar que la anglisísima festividad del halloween, se ha masificado, de manera dramática, en el Perú (hoy, hasta las entidades del estado decoran sus oficinas con calabazas de plástico y brujas de cartón).
De mi infancia recuerdo, igualmente, que, fuera de las referencias de las series de televisión y películas estadounidenses, el halloween era visto como algo bastante ajeno, como una celebración extraña (y, hasta donde sé, esta percepción no solo se daba en el Perú, sino, también, en otros países de América Latina). Obviamente ello se debía, en gran medida, a que se trataba de una celebración de origen anglosajón.
Hasta los 80’s, la “noche de brujas” no era festejada por la mayoría de la gente en el Perú (con ello no digo que nadie supiera o celebrara halloween, pero me queda claro que su festejo estaría restringido a las gentes “pudientes”).
Es un hecho concreto que para América Latina, las fiestas de la América Anglosajona no significaban nada, ni tenían sentido alguno, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. ¿A qué se debe, entonces, que la celebración del halloween, se haya extendido tanto por países, cuyas tradiciones culturales están bastante alejadas de las celebraciones sajonas?
Indudablemente no se puede ignorar que, tras la segunda guerra mundial, Estados Unidos se erigiera como la potencia hegemónica del hemisferio occidental y convirtiera a Latinoamérica en su patio trasero exclusivo). La influencia política, económica y cultural de los Estados Unidos se dejó sentir en todo occidente, a través de un proceso de “americanización” de las modas y costumbres. De Japón a Grecia y de Canadá a Chile, el “Way American Life” no solo se propaló, sino que, además, se impuso en el mundo (sin ir muy lejos, el pavo y el chocolate de navidad son tomados del “Thanksgiving Day”, mientras que el “Papa Noel” es 100 % Coca Cola).
Sin embargo, en América Latina, pese al dominio económico de los EE.UU. (el llamado neocolonialismo), una serie de gobiernos “nacionalistas” (Vargas en Brasil, Castro en Cuba, Perón en Argentina, Velasco en Perú, etc.), mantuvieron a raya, hasta cierto punto, la plena colonización cultural del subcontinente latinoamericano (aún así, el peso del dominio neocolonial de Estados Unidos con el tiempo logro imponer, a Latinoamérica, las más vulgares y decadentes manifestaciones de la cultura gringa, manifestaciones tales como el consumismo, el neoliberalismo y el posmodernismo).

2. Clásica bruja de Halloween. 
La dictadura de Pinochet en Chile marcaria el inicio de un cambio notable en América Latina. El triunfo de las políticas económicas neoliberales (primero en Chile y luego en otras naciones de Latinoamérica) lesionaron, gravemente, los intereses políticos, económicos y culturales de los países situados al sur del rio Grande. De la mano de gobiernos neoliberales corruptos (como los de Carlos Salinas de Gortari en México, Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Carlos Saúl Menem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú, etc.), la cultura dejó de ser un asunto de interés nacional y se convirtió en un corriente y vulgar producto de mercado (la cultura paso a ser un asunto que solo concernía a preocupaciones e intereses privados).
En el Perú, bajo la dictadura de Fujimori, el neoliberalismo se manifestó en toda su miseria, cuando el patrimonio del estado fue vendido, a precio de ganga, a grandes empresas (principalmente corporaciones trasnacionales), cuyo único interés era el lucro desmedido e inmediato. En este periodo, las preocupaciones sociales se satanizaron a niveles alarmantes (hablar de justicia social se convirtió en sinónimo de terrorismo).
En consecuencia, al quedar, el Perú, a merced de los intereses de las grandes empresas (tanto extranjeras como nacionales), la cultura peruana fue devaluada de manera clamorosa y, para peor, fue sustituida por el mercantilismo más prosaico. Gracias a dichas circunstancias, el ramplón consumismo capitalista y la vana superficialidad posmoderna se hicieron moneda corriente en el Perú (e igual sucedió en América Latina). Derroche y frivolidad adquirieron, así,  carta de naturalización (validez y legitimidad).
La triunfante clase empresarial (burguesa) no solo dominó, a su antojo, la economía peruana, sino que, además, impuso sus intereses particulares al estado (para esta clase, la cultura nacional jamás fue uno de sus intereses, es más, en algunos casos lo cultural fue considerado y tratado como estorbo e inconveniencia). Semejante clase empresarial/burguesa, para consolidar su sitial predominante,  se aprovecho de (y hasta alentó) la inacción y la pasividad del gobierno en materia educacional. Sin educación, las grandes masas sucumbieron a una de las características más saltantes de la era posmoderna: la superficialidad (la posmodernidad es una ideología burguesa, surgida, en notable medida, de las burguesísimas universidades de EE.UU.).
Es más que evidente que la clase empresarial/burguesa, tenía (y tiene) como principal valor social el enriquecimiento inmediato a cualquier precio (la inmediatez es otro de los valores de ideología posmoderna). Por ello, dicha clase no tuvo ningún empacho en promover, de manera ostentosa, festividades sajonas (gringas) sin ningún sentido y significado cultural para las y los peruanos (su festejo residía, precisamente, en su carácter superficial). Semejante promoción no era gratuita, se prestaba al consumismo puro y obsceno, el cual beneficiaba, a más no poder, a cada dueño, socio o accionista de la agiotista clase empresarial burguesa.
En este contexto, el consumismo se convirtió en un valor social inobjetable (el inmediato enriquecimiento de las clases burguesas empresariales dependía de ello). Y qué mejor que promover halloweens, san valentines, días del padre y de la madre, navidades, pascuas, etcétera, festejadas al “modo de vida americano”, todo con tal de lograr pingües ganancias.
Bajo estas circunstancias, la cultura peruana, reducida a objeto de consumo, sin un estado que se encargara de preservarla y promoverla, se hizo prescindible, descartable, “OPCIONAL”.
3. Acuarela de Pancho Fierro.
Hoy por hoy, cuestionar el halloween y relevar el día de la canción criolla es considerado, por muchas y muchos, como una huachafería (o peor, como chauvinismo). En este contexto, celebrar halloween se ha vuelto plenamente válido y legítimo, es lo más “IN”. Pobre de aquel que ose hablar de alienación. Sera condenado a ser parte de las huestes de la intolerancia, pues el consumismo (y no la tradición) es el nuevo y reverenciable valor social.
A este paso, a nadie debería extrañarle que, en pocos años, en Latinoamérica se terminen celebrando los gringuísimos “Thanksgiving Day” e “Independence Day, Fourth of July” (y no hacerlo u oponerse a ello será considerado “huachafería” y “chauvinismo”).

Se despide su amigo uranista.

Ho Amat y León Puño.

Imágenes.

2 comentarios:

  1. Asu le has metido más Historia a este post jeje será que no es mi campo y por eso agradezco la ilustración. Sobre Halloween, a mi me gusta la idea de un día poder ir disfrazado, creo que a los niños los entusiasma y así es como deben vivir su niñez, alegres. Personas adultas deberíamos tomarlo más como un juego y no algo tan trascendental, porque tienes razón, inconscientemente enraizamos costumbres que no son nuestras por parte de un país que se caracteriza por "dominar" a los demás. Solo no olvidar de disfrutar de lo nuestro que también está muy bueno. Saludos!

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  2. Para disfrazarse estan las fiestas del carnaval, que se celebran desde la colonia...

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