Queridas amistades:
Reciban mis saludos y mis mejores deseos.
A raíz de las revueltas que se están dando en el norte de África, me encontré (una vez más) con varios artículos que exaltaban a la juventud (a razón de que un sector importante de la población que se rebelaba contra sus gobiernos tiránicos, eran, en números más que notable, jóvenes).
Más la exaltación a la juventud difícilmente obedece, a que este grupo etáreo sea, por si mismo, excepcional o a que sus meritos merezcan particular encomio.
Claro está que son innegables los aportes y el protegonismo de la juventud en las sociedades contemporáneas (principalmente en occidente), así, dicho protagonismo tuvo su pico más alto en la “rebelión generacional” de 1968 (pero una cosa es reconocer esos aportes y protagonismos y otra cosa es glorificarlos y/o endiosarlos).
Si del protagonismo juvenil se trata, este no se sostiene en algún rol social, que aquel grupo etáreo haya producido por sí mismo, sino, más bien, en un papel construido y asignado por el propio sistema (que luego las juventudes se empoderaran de su rol y lo transformaran, es otro cantar).
En consonancia, la fase juvenil fue un invento de la capitalista sociedad industrial, fase que se formo, progresivamente, a partir de la creación de sendas instituciones (la educación secundaria y superior, el servicio militar obligatorio, diversas asociaciones civiles, el mercado del “ocio”, etc.).
Pero de todas las instancias sociales que acogieron el recientemente inventado grupo etário juvenil, ninguno se beneficio tanto como el mercado del consumismo capitalista.
Dicho mercado capitalista extendió su influencia en la sociedad, poniendo a disposición de las juventudes, no solo crecientes posibilidades formativas (entre las que destacan las promovidas por negocios de educación privada), sino, también, una vasta serie de bienes y espacios de consumo (bienes y espacios ofertados por empresas comerciales capitalistas).
De todo aquello fue emergiendo, paulatinamente, una nueva “cultura juvenil”. Ciertamente esta “cultura juvenil” doto a las juventudes de cierta conciencia sobre su particularidad y ello, conllevó, inevitablemente, a que muchas y muchos jóvenes se empoderaran de su estatus “privilegiado” (e, innegablemente, dicho empoderamiento devendría, con el tiempo, en una cultura política juvenil).
Sin embargo, no se puede negar tampoco, que fue el sistema burgués capitalista, quien dio pie a que emerja dicha “cultura juvenil” y que, además, permita su existencia.
Fuera de la capitalista sociedad industrial, ninguna otra sociedad o cultura del orbe práctico algo similar a la exaltación o al endiosamiento de la juventud y ni siquiera tuvieron algo que se aproximara, de algún modo, a una “cultura juvenil”.
Más aún, si de privilegiar un periodo etáreo se trataba, en todas las sociedades agrarias era la adultez e incluso la ancianidad, la etapa etérea considerada como principal (anótese que en estas sociedades se pasaba directamente de ser menor de edad a ser mayor o adulto).
Esta principalía de la adultez o la ancianidad no era gratuita, pues en las sociedades agrarias las economías se sustentaban en la acumulación de saberes y conocimientos, acumulación que solo se obtenía con la experiencia aprendida a lo largo de toda la vida (verbigracia, el aprendizaje de las épocas más propicias para la siembra, la cosecha, etc.).
Con el establecimiento de la capitalista sociedad industrial, también hubo razones económicas para privilegiar al grupo etáreo juvenil.
Si la capitalista sociedad industrial se decanto por el sector juvenil de la población, fue porque, entre otras cosas, este le resultaba más maleable y resistente que el resto de la explotación. Al respecto, durante el siglo XIX, entre las muchas cosas que pueden ser tomadas en cuenta, se tiene que la producción industrial, además de altamente tecnificada, era básicamente pesada, mientras que las clases proletarias, además de trabajar sin ningún tipo de beneficios, cumplía con jornadas laborales de 16 y hasta 18 horas diarias (inclusive hoy las juventudes demuestran mayor capacidad de aprendizaje y adaptación a la tecnología y resultan más resistentes al trabajo pesado que la población adulta y, sobre todo, la anciana).
Queda claro entonces, que bajo la capitalista sociedad burguesa, hay razones sociales y económicas para “privilegiar” al grupo etáreo juvenil, situación que fue justificada por la intelectualidad burguesa al servicio del sistema capitalista (inclusive la exaltación de la juventud llegó a calar en filósofos críticos del sistema, de la talla de Sartre, Marcuse, etc.).
En el presente, lo que resulta prácticamente desconcertante, es que desde sectores aparentemente progresistas y contestatarios también se exalta a la juventud a niveles de endiosamiento.
Verdaderamente no existen razones objetivas, para elevar a un grupo humano por encima de otro. Eso es sencillamente discriminación.
Privilegiar a la juventud a razón de sus capacidades particulares, no resulta distinto a privilegiar a una determinada clase social por tener mayor poder económico, a ensalzar a una determinada raza por su apariencia física, a encumbrar un determinado sexo por su mayor fuerza física, a imponer una determinada preferencia sexual por su capacidad reproductiva, etc.
La exaltación o endiosamiento de la juventud no es sino una expresión más del sistema de poder y de dominación patriarcal y burgués. Por lo tanto, la exaltación o el endiosamiento de la juventud de ninguna manera equivale a ser progresista o contestatario.
Exalta o endiosar a la juventud es solo una nueva forma de discriminación, que privilegia a un grupo etáreo en particular por encima de otros grupos sociales basados en la edad (indudablemente la forma más acabada de esta nueva forma de discriminación, se manifiesta a través de los elevados niveles de negativización y marginación, a los que se viene sometiendo al grupo etáreo ancianil).
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1. Imagen tomada de: chtjugtmadrid.es
2. Foto tomada de: infopaci.com.ar
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