Queridas amistades:
Reciban mis saludos y parabienes.
En cualquier realidad histórica y social del mundo, se pueden encontrar sectores sociales resistentes a los cambios y transformaciones de la sociedad.
Esta resistencia se manifiesta de diversas formas en cada sociedad y cultura. Así en occidente, esta resistencia, que tiene sus características singulares y particulares, es conocida como conservadurismo, que, entre otras cosas, es una corriente social que cuenta con planteamientos específicos, como el de conservar el statu quo imperante o el de promover dicho conservacionismo.
Este conservadurismo, que se manifiesta tanto a nivel colectivo como individual, implica que tanto las personas conservadoras como los grupos conservadores asuman que sus particulares situaciones y circunstancias sociales sean válidas y legítimas para todo el mundo.
Ciertamente no es un problema que el conservadurismo asuma sus particulares situaciones y circunstancias sociales como válidas y legítimas. El problema radica en que se considere que todo el mundo se pueda plegar, sin ningún tipo de problemas, a las preferencias, opciones y estilos de vida promovidos por el conservadurismo.
Tanto las personas conservadoras como los grupos conservadores, directa o indirectamente no conciben que haya individuos o grupos sociales que no puedan o no quieran asumir como propias las preferencias, opciones y estilos de vida promovidos por las y los conservadores.
La lógica a la que responde esta concepción es bastante chata y simplista: si las preferencias, opciones y estilos de vida conservadores son válidos y legítimos, es imposible que, de uno u otro modo, las personas o sus colectivos no puedan asumirlos como propios.
Sin embargo la propia realidad, a través de su vasta diversidad social y cultural, se encarga de demostrar que la concepción conservadora no solo no se practica, sino que, además, su práctica es realmente inviable. Así, la existencia y persistencia en el tiempo de una gran variedad de manifestaciones humanas y sociales, dentro de la mismísima sociedad occidental, prueba, contundentemente, que la pretensión conservadora de uniformizar las preferencias, opciones y estilos de vida, no se ha logrado (a pesar de los muchos intentos que se hicieron en ese sentido) y nunca se podría conseguir.
Obviamente el conservadurismo, que no reconoce la valides y legitimidad de las diversidades, busca imponerse siguiendo diversas estrategias.
Una de ellas es la apropiación de ciertos criterios sociales, que permiten reforzar sus posiciones de poder. Dentro de esos criterios sociales que el conservadurismo hace propios se encuentran el de lo natural (de antiguo origen religioso) y el de lo normal (de origen matemático estadístico).
De dichos criterios sociales, que se encuentran bastante extendidos en la sociedad occidental, se vale el conservadurismo para validar, legitimar y universalizar sus particulares preferencias, opciones y estilos de vida.
Cabe precisar que la mencionada extensión del uso de los criterios de lo natural y lo normal, se refiere a que ellos no son privativos del conservadurismo, pues los criterios de lo natural y lo normal son utilizados por diversos grupos sociales, aunque no siempre con el mismo sentido.
Así, el criterio de lo natural es usado por grupos religiosos (los cristianos), políticos (los liberales) o científicos (los naturalistas), mientras que el criterio de lo normal es usado por grupos científicos (matemático estadísticos), pseudocientíficos (pseudocientíficos sociales) o populares.
Ahora, si la diversidad de usos de los criterios de lo natural y lo normal no es un problema para el conservadurismo, es porque al no fijarse una definición clara de tales criterios, las y los conservadores manipulan los diversos sentidos de acuerdo a sus intereses.
Al respecto, cuando el conservadurismo usa el criterio de lo natural en relación a la familia, se aproxima al sentido liberal del término (familia natural = derecho natural) y si se refieren a la diversidad sexual, se aproximan al sentido naturalista (sexualidad natural = mundo natural). En cuanto al uso del criterio de lo normal, el conservadurismo, en relación a las preferencias, opciones y estilos de vida conservadores, se aproxima al sentido popular.
Y si del pasado se trata, los criterios de lo natural y lo normal, no han permanecido inmutables a lo largo de toda la historia de occidente.
Así, lo natural, para la sociedad romana esclavista, estuvo relacionado con lo moral y lo filosófico, para la sociedad feudal europea era equivalente a lo sagrado y para la sociedad burguesa decimonónica era lo propio de la naturaleza. Para la sociedad cristiana medieval, lo natural era lo establecido por el dios cristiano, mientras que para la sociedad burguesa, lo natural es lo originado en la naturaleza. Para el discurso científico decimonónico, lo natural definió una esencia, que, se supone, caracterizaba a todo ser o cosa.
Por su parte, el criterio de lo normal, fue asumido por la sociedad euroccidental decimonónica como un criterio social que fungía de instrumento de control de lo que se consideraba como válido o inválido, legítimo o ilegítimo. Dicha situación derivo, finalmente, en una obsesión social por lo normal, por lo que se considerara socialmente como normal.
Con anterioridad al siglo XIX, ninguna sociedad o cultura manifestó dicha obsesión, más aún, en sociedades de castas o de estamentos o en sociedades panteístas, donde, si bien los grupos sociales eran cerrados y inamovibles, no había mayor preocupación por lo normal, ya que al interior de una misma sociedad coexistían múltiples y diversos modelos sociales.
Dicho criterio de lo normal tampoco ha permanecido inamovible e inmutable a través del tiempo, así, en los estudios científico sociales pioneros, en un primer momento, lo normal refrendó, acríticamente, lo registrado por las y los estudiosos e investigadores en general.
Posteriormente, en un segundo momento, ante el reconocimiento y validación, de una gran variedad de prácticas humanas y sociales, claramente distinguibles de las practicadas por los occidentales, las y los estudiosos e investigadores en general tuvieron que extender y ampliar, los parámetros de aquello que consideraban como normal, por lo que tendieron a “normalizar”, hasta cierto punto, la diversa variedad de prácticas socioculturales (distintas a las burguesas y occidentales).
Para finalizar, lo natural y lo normal, en tanto criterios sociales, obedecen a una lógica binaria de inclusión/exclusión, donde lo socialmente válido y legítimo es lo natural y lo normal, mientras que lo inválido y lo ilegítimo es lo antinatural o contranatural y lo anormal. Necesariamente estos criterios incluyen y excluyen, pues si algo es natural y normal, hay otro algo que es antinatural o contranatural y anormal.
El mayor problema radica en que, es el conservadurismo el que refrenda, valida y legitima tales criterios sociales (el de lo natural y el de lo normal). Al margen del conservadurismo, es improbable que el uso de tales criterios sociales, en relación a las diversidades humanas y sociales, no generen, indefectiblemente, exclusión social. Por esta razón, hace ya un buen tiempo, se han excluido tanto de la política (por lo menos de la progresista), como de las ciencias sociales (por lo menos de sus sectores más serios), los criterios de lo natural y lo normal.
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes.
1. Foto tomada de: crumiller.com
2. Foto tomada de: torrevieja.com
3. Imagen tomada de: sid-garden.blogspot.com
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