Queridas amistades.
Reciban mis más cordiales saludos y mis más sinceros
parabienes.
1. Hugo Chávez. |
“Deificar personajes a partir de bases
precarias y pretender construir un socialismo del nuevo siglo sobre la base de
una cultura militar, que precisamente en la historia de Latinoamérica es
sinónimo de patriarcalismo y sumisión, es una de las cosas más
anti-revolucionarias que pueda concebir”.
La anterior es una cita procedente de un
intercambio de ideas entre dos amigos, que discrepaban sobre la figura de Hugo
Chávez. Comparto plenamente las objeciones del amigo de quien copio esta cita,
pues al igual que él, no creo que Chávez sea “la encarnación de una postura
revolucionaria”.
Chávez no era un dios, era un humano lleno de
muchos defectos y pocas virtudes, como lo somos todos los seres humanos. Era un
hijo de su tiempo, indudablemente, pero ello no lo exime de sus contradicciones
(más cuando la verdadera lucha revolucionaria consiste en eliminar dichas
contradicciones).
Seria mezquino no reconocer que, venciendo a
la reacción oligárquica venezolana, implantó, en su país, una serie de reformas
progresistas que redundaron a favor de amplios sectores de las clases
populares. Inmediatamente el conservadurismo y la reacción lo tildaron de
populista y sin embargo, solo para la dictadura neoliberal, que impera en el
continente americano, el dotar a las grandes mayorías de educación y salud
puede ser considerado como populismo.
En una época en que la visita de un
presidente estadounidense a varios países al sur del rio Grande, desnudaba el
carácter servil y genuflexo de las clase políticas latinoamericanas (que llegó
a asemejarse espantosamente a la sarta de servidores lacayos de las colonias
inglesas, que se arrastraban a la llegada de Isabel II, en su viaje de visita a
sus dominios de la Commonwealth), Chávez fue uno de los pocos presidentes
indoamericanos que no bajó la cabeza ni se postró ante la estulticia y beodez
de Bush junior. Chávez se puso de tú a tú con las potencias y eso nunca se lo
perdonaron. En suma, para las elites conservadoras y reaccionarias de
Latinoamérica Chávez fue el demonio personificado.
Reconocer todo esto no me impide, de ninguna
manera, tener una mirada crítica hacia el régimen chavista. Ciertamente el
régimen “bolivariano” de Venezuela no era una clásica democracia liberal y no
tendría por qué serlo, ya que en casi trescientos años de democracia liberal,
este vetusto sistema ha demostrado, con creces, sus serias limitaciones y
miserias (ya está en vías de caducidad).
2. Imagen patriarcal. |
El régimen de Chávez era un autoritarismo
estatizante (una dictadura desde el punto de vista de la democracia liberal). Y
Chávez fue un caudillo militarista, al más rancio estilo de los clásicos
caudillismos militaristas latinoamericanos. Chávez fue un macho patriarcal,
paternalista y autoritario y lamentablemente, todo esto no se puede pasar por
alto, si se habla de construir un socialismo del nuevo siglo (la evidencia más
clara de su patriarcalismo quedó reflejada en su ego, el cual le hizo seguidor
del fascista, estaliniano y antirrevolucionario culto a la personalidad).
Si de socialismo se trata, de ninguna manera
se puede pasar por alto, la mirada crítica y cientificista que propugnó Marx en
su vasta obra (el estudio científico ha sido y es un pilar principal de la
producción marxista). En ese sentido, no se puede dejar de señalar que desde
sus orígenes, uno de los lastres que ha venido arrastrando penosamente el
marxismo, es el barniz de moralidad burguesa que, como anteojeras, le ha
impedido vislumbrar plenamente la realidad.
Para mal, diversos teóricos del marxismo
jamás pudieron librarse de su moralidad burguesa, de su morigeración
victoriana, de su verticalismo patriarcal, de su represión sexual. El género y
la sexualidad, para diversos teóricos del marxismo, solo eran mera
superestructura y en tal situación, no tenían lugar alguno en la teoría o la
práctica reformista o revolucionaria.
Hasta la década del setenta del siglo XX, el
grueso de las teorizaciones marxistas no dejó de exudar, en mayor o menor
medida, moralidad burguesa. Fueron los discursos filo marxistas de los
movimientos feminista y lésbico guei, que eclosionaron con la revolución del
68, los que llegaron a cambiar el panorama.
Ellos demostraron, de manera contundente, que
el género y la sexualidad juegan un papel determinante en la producción y
reproducción de la realidad social, al mismo nivel que las estructuras
económicas del trabajo y la producción.
En honor a la verdad, este planteamiento no
era nuevo. Engels lo había intuido en su polémica “El Origen de la Familia, la
Propiedad Privada y el Estado”. En esta obra Engels tiraba al tacho la visión
histórica marxista de los modos de producción y se acogía a una mirada más bien
evolucionista. Más al margen de esta y otras limitaciones, el mencionado
estudio de Engels tiene la virtud de integrar a profundidad el sexo y la
sexualidad al estudio sobre la sociedad.
A la letra Engels dice en la susodicha obra:
“La organización social en que vive la población de determinada época histórica
y determinado país es determinada por… (dos)… tipos de producción: por la etapa
de desarrollo del trabajo por un lado y… (por)… la familia de otro”. En
resumen, toda sociedad está determinada por los modos de producción y por los
modos de convivencia.
En tal sentido, los cambios sociales no solo
están limitados a la superación de los modos de producción opresores y explotadores,
sino que implican necesaria e indefectiblemente, la superación de los modos de
convivencia opresores y explotadores. Dichos modos de convivencia se traducen
en sistemas género/sexuales que determinan las interrelaciones humanas.
En consecuencia, el cuestionamiento y la
crítica hacia las estructuras patriarcales no resulta irrelevante al momento de
realizar planteamientos revolucionarios. Todo lo contrario, los verdaderos
cambios sociales solo serán posibles si se superan las retrogradas y retardatarias
estructuras patriarcalistas.
En este marco crítico, una nueva aproximación
a la figura de Hugo Chávez no se hace esperar. Difícilmente se puede obviar el
talante machista, sexista y homofóbico que caracterizó el régimen de Chávez. Ahora
bien, resulta innegable que el régimen chavista impulso ciertas medidas
políticas contra el machismo, el sexismo y la homofobia en Venezuela, sin
embargo dichas medidas no pasaron de ser superficiales y cosméticas
(indistinguibles de algunas pseudo políticas reformistas contra el machismo, el
sexismo y la homofobia que se implementaron en algunas democracias liberales de
Latinoamérica).
Chávez siempre se mostró militarista,
patriarcal y machista y se enorgullecía de ello. Chávez nunca intento dejar de
ser autoritario, es más, precisamente el autoritarismo centralista de su
gobierno ha resultado ser un serio inconveniente para su régimen tras su muerte
(la incertidumbre en Venezuela por lo que pueda ocurrir en adelante es más que
patente).
Excusar a Chávez (o a cualquier otro
gobernante de su talante, llámese Fidel, Velasco u Ortega) por sus posturas caudillistas,
militaristas, autoritarias y patriarcales, alegando, forzadamente, que se
trataba de un hijo de su tiempo o que no era un santo; le hace un flaco favor a
la causa del socialismo.
En una época en que la sociedad era más
elitista, vertical y clasista que hoy en día, un peruano universal, José Carlos
Mariátegui, daba cátedra en su rechazo al autoritarismo. Décadas después, un
chileno universal, Salvador Allende, alcanzaba el poder, no como un caudillo
militar, sino como un líder democrático (y este presidente chileno no cayó por
la fuerza de la oligarquía reaccionaria de su país, sino por el inmenso poderío
del imperialismo estadounidense).
165 años han pasado desde la publicación del
“Manifiesto Comunista” y en todo este tiempo, la producción materialista
(especialmente aquella que incorpora los aportes de las teorizaciones feminista
y lésbica-guei) ha llegado a dejar muy en claro, que el patriarcado, el machismo
y la homofobia no son pecados veniales.
La lucha contra el capitalismo opresor y
explotador indefectiblemente va de la mano con la lucha contra el patriarcado
opresor y explotador. Capitalismo y patriarcado son dos caras de una misma
moneda (son dos instancias de un mismo sistema), son estructuras interrelacionadas
e interdependientes que se producen y reproducen mutuamente (a estas alturas, seguir
subestimando las estructuras patriarcales, considerándolas simples accesorias suplementarios, ha pasado a ser un resabio burgués, anacrónico,
retrogrado y retardatario).
3. Imagen alegórica. |
Consecuentemente, excusar el caudillismo
militarista y patriarcal de un líder revolucionario seria como admitir que, en
ciertas instancias, en ciertas circunstancias, en ciertos momentos, algunas
estructuras opresoras (como el patriarcado) tienen algún tipo de validez.
Para finalizar, me permitiré citar nuevamente
a mi amigo: “Descanse en paz, Hugo Chávez: usted contribuyó sobremanera a
defender los intereses de nuestros países contra el Imperio, pero su raigambre
militar, su voluntaria ignorancia de la historia, así como su ego, desplazarán
algunas décadas las legítimas reivindicaciones de una América Latina siempre
rebelde!!!!”
Se despide su amigo uranista.
Ho.
Imágenes:
1. Imagen tomada de: excelsior.com.mx
2. Imagen tomada de: dehistoriatrelew.blogspot.com
3. Imagen tomada de: polittica.blogspot.com
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